La vicepresidenta segunda del Gobierno y titular de Trabajo, Yolanda Díaz, de Unidas Podemos, es, sin duda, uno de los nombres propios del fin de semana. Si hace unos días su nombre ocupó minutos en los programas del ‘cuore’ -del hígado, diría yo- por su cuidado posado para un suplemento de moda, ahora es noticia por su audiencia privada de ayer con el Papa Francisco en el Vaticano. Una cita del todo inusual, ya que no es habitual que el Pontífice se reúna con líderes políticos que no son jefes de Estado, y Díaz no lo es.
La líder de UP -por decisión digital de Pablo Iglesias- es uno de los nombres que marcará con toda seguridad el futuro inmediato de la política española. El éxito o el fracaso de su plan para conformar un gran frente de carácter transversal, y el de la Plataforma de la España vaciada que se perfila al hilo del éxito en las últimas generales de Teruel Existe, serán determinantes para saber si Pedro Sánchez repite mandato en La Moncloa, si las derechas regresan al poder o si es ella misma quien se impone a sus rivales, algo que Iván Redondo, el extodopoderoso asesor del presidente, no descarta.
De momento se conoce muy poco del proyecto que tiene en su cabeza la política mejor valorada por los ciudadanos, según las encuestas. Se sabe más bien lo que no quiere. Y Díaz no quiere «estar a la izquierda del PSOE; les regalo esa esquinita», ha dicho. A su juicio, el espacio a la izquierda del partido socialista que se reparten UP y varias formaciones menores, «es algo muy pequeño y muy marginal», en opinión de la vicepresidenta, que todavía se desmarca más de la extrema izquierda. «Nunca he trabajado con fetichismos ideológicos», recalca.
A algunos el afán de Díaz por llenar el capazo electoral con votos de aquí y de allá les suena al peronismo argentino del general amigo de Franco y de Eva Duarte. Un movimiento que hace ya décadas derivó en una suerte de populismo capaz de abarcar en una misma organización desde siniestros personajes de ultraderecha hasta terroristas de ultraizquierda, como sucedió tras el golpe militar de los 70 del siglo pasado que encabezó un genocida, el general Videla.
No es la primera vez que desde el ámbito podemita se reivindica un proyecto político superador de la dicotomía tradicional izquierda-derecha. Lo hizo Pablo Iglesias en las primeras horas de la formación morada. Pero fue Íñigo Errejón, actual líder de Más País, quien siempre abrazó, y sigue haciéndolo, con más entusiasmo esta idea.
Yolanda Díaz podría también intentar seguir la senda que abrió Enmanuel Macron en 2017 y que le aupó hasta la presidencia de la República francesa. Ministro de Economía en el Gobierno social liberal de Manuel Valls, Macron renunció a la cartera para ofrecer a los franceses un proyecto transversal de centro que bautizó como ‘La República en marcha’, con el que consiguió llegar al Elíseo.
Pero si la vicepresidenta ha pensado unas cuantas veces en aquello que tanto repetía el fallecido líder comunista Julio Anguita de «quererme un poco menos y votarme un poco más», seguro que tendrá sobre su mesa la carpeta del PNV. El partido que más éxito ha tenido en España en su aspiración de convertirse en un movimiento capaz de captar votos en el centro, la derecha y la izquierda moderada; entre independentistas, autonomistas y no nacionalistas.
Veremos hacia dónde orienta sus próximos movimientos Díaz. De quiénes se rodea y a quiénes aparca. Y qué hace con la pléyade de formaciones situadas a la izquierda del PSOE. El mapa partidario español sigue tan abierto como en los últimos años, si no más.