Parece que en el PNV se están organizando en la ‘cruzada’ de la que habló Ibarretxe para descalificar al nuevo Gobierno, pero para ejercer de oposición en clave identitaria. Así, las zancadillas con que se pueda encontrar el consejero Ares en el Departamento de Interior están ya asumidas. Y seguirá la carrera de obstáculos para el Gabinete de López.
Logró superar los primeros obstáculos cuando la presión de los nacionalistas estaba orientada a hacerle desistir de su empeño en ser lehendakari. Sorteó el segundo escollo cuando el escepticismo de quienes rehuyen del compromiso apostaban por su fracaso en lograr incorporar a consejeros independientes en su equipo. Ahora, el Gobierno de Ajuria Enea se encuentra en la tercera, que no última, fase de esta carrera de obstáculos. Estamos en la segunda semana del nuevo Gabinete, desde que Patxi López prometió su cargo en Gernika, y la ansiedad por plasmar el cambio es, hoy por hoy, el mayor contratiempo con los que ha topado.
Tras los dos meses de espera desde que se celebraron las elecciones hasta que se ha estrenado el nuevo Gobierno, la reclamación de actuaciones a todo ritmo está provocando cierta descompensación entre lo que hace el lehendakari y lo que se espera de su equipo. No se le puede recriminar que se haya dormido en los laureles a la hora de convocar a los agentes sociales para impulsar el diálogo con empresarios y sindicatos para abordar la crisis porque hoy mismo, al comenzar la segunda semana de su mandato, se reúne ya con los representantes de la patronal. Pero las exigencias de que se visualice la mudanza provienen, sin disimulo, del propio equipo que sustenta la renovación. Al PP alavés se le agota la paciencia porque la política doméstica de su territorio se ha vuelto irrespirable. «Por cuestiones menores que responden a impulsos muy personales», según reconoce, en una entrevista a EL CORREO, el mismo Alfonso Alonso. Pero ante las cábalas desenfrenadas de que el poder en la Diputación está a punto de permuta de siglas, la dirección del PP ayer quiso poner sosiego. Que el cambio suscrito entre el PP y el PSE para gobernar en Ajuria Enea tendrá sus consecuencias en la Diputación de Álava queda fuera de toda duda pero, hoy por hoy, no ha habido ningún movimiento real en este sentido.
Cuando se aborde la restauración de la presidencia de la Diputación al partido que ganó las elecciones forales (que fue el PP) mediante la presentación de una moción de censura, se hará con la autoridad que ese cambio requiere. Es decir: se tratará entre Antonio Basagoiti y Patxi López. Entre otras cosas porque unas tensiones domésticas no pueden, de ningún modo, condicionar los ritmos del nuevo Gobierno vasco.
Seguramente, el lehendakari saldrá airoso de este problema, pero no se trata de una cuestión baladí. El PNV espera movilizar a los suyos si se produce el cambio de mando en la Diputación de Álava. De momento y, para condicionar el ambiente creando un escenario de crispación, ya está clamando al cielo. No concibe la posibilidad de que el pacto de gobierno acabe poniendo a los partidos en su sitio, en Álava, que es donde el PP, además de ser el partido ganador, apostó de forma más decidida por apoyar a los socialistas en el nuevo Ejecutivo. Por eso, Egibar habla de «intento de desestabilización» (no dijo lo mismo cuando su partido se hizo con la Diputación alavesa gracias a los pactos) utilizando una expresión que desvela la idea que tiene este jelkide de los partidos no nacionalistas: que son «de fuera». ¿Cómo, si no, se puede interpretar la frase «que es a lo que vienen» ? Ortúzar aportaba lo suyo jugando a fomentar la división entre los socios al señalar que los socialistas de Álava no quieren el cambio, pero los populares sí.
En fin, que da la impresión de que se están organizando, en el PNV, en la ‘cruzada’ de la que habló Ibarretxe para descalificar al nuevo Gobierno, pero para ejercer de oposición en clave identitaria. Con este panorama, las zancadillas con que se pueda encontrar el consejero Ares en el Departamento de Interior están ya asumidas. Precisamente porque sabía que muchos cargos de la Ertzaintza eran de confianza política del PNV, se ha rodeado de un equipo de expertos que pisaron el terreno antes de que Atutxa llegara al Parlamento vasco.
Seguirá la carrera de obstáculos para el Gabinete de Patxi López. Hoy, en su reunión con la patronal, se da un primer golpe de efecto porque, a diferencia de su antecesor, el nuevo lehendakari quiere implicarse en el diálogo entre empresarios y sindicatos.
El jueves le espera la primera huelga organizada por las centrales nacionalistas. Una movilización tan incoherente que EA, cuyo representante en el anterior Gobierno ostentaba la consejería de Trabajo, y por lo tanto debía ser el depositario de las protestas, se ha sumado al paro. Porque se trata de una huelga que Patxi López hereda de la anterior legislatura. Resulta imposible, calendario en mano, que los convocantes puedan exigir nada a un Gobierno que acaba de llegar.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/5/2009