Enric Juliana, LA VANGUARDIA, 23/6/2011
El presidente negocia durante horas con Urkullu, Erkoreka, Duran y Artur Mas. Mus: tras lanzar el órdago, el PNV logra reforzar el espacio soberanista vasco. Acuerdos Gobierno-Generalitat, que CiU mantiene en la discreción. Viendo al Gobierno al borde del KO, el PP llamó a rebato a todos sus diputados.
El Gobierno español evitó ayer por los pelos una grave derrota en el Congreso de los Diputados, horas después de que el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, consiguiese sortear una moción de confianza en el Parlamento de Atenas. La derrota de José Luis Rodríguez Zapatero en la validación del decreto ley sobre negociación colectiva –una de las reformas estructurales que el Directorio Europeo exige a España– habría supuesto, con toda probabilidad, el fin abrupto de la legislatura y la convocatoria de elecciones generales en otoño. El derrumbe se evitó a las 14 horas 10 minutos de la tarde tras una extenuante negociación de los socialistas con los nacionalistas vascos y catalanes. Una corriente agónica recorre el sur de Europa.
La partida la inició el miércoles por la tarde el Partido Nacionalista Vasco. El mus, siempre el mus vizcaíno, horma mental de la política española. Reunido en la Sabin Etxea de Bilbao, el Euskadi Buru Batzar decidió votar en contra de la validación del real decreto si el Gobierno no aceptaba, entre otras reivindicaciones, la primacía de los convenios colectivos a escala autonómica, factor especialmente relevante en el País Vasco, donde el sindicalismo nacionalista (organizaciones ELA y LAB) es claramente hegemónico. En pocas palabras, el PNV, cuyo voto el PSOE creía tener bien amarrado, exigía fortalecer el espacio soberanista vasco y dejar en tierra de nadie –una vez más– al lehendakari socialista Patxi López.
El órdago del PNV dejaba la salvación del Gobierno en manos de Convergència i Unió, que no tiene comprometido ningún pacto de legislatura. Ecos de mayo del 2010, cuando CiU salvó a Zapatero de un dramático derrumbe cuando permitió la validación del primer decreto de ajuste económico, con la estabilidad de la zona euro al borde del abismo. Con el PSC lejos del área de consenso en el Parlament de Catalunya, Josep Antoni Duran Lleida y Artur Mas decidieron abrir la puerta al voto contrario.
Así amaneció el día en Madrid. Aires de revolcón mientras un grupo de jóvenes vociferaba contra la política cerca del Parlamento. Aires montoneros. La legislatura en el aire, Europa en vilo, encuestas de vértigo para el PSOE (caída a 110 diputados en sondeos recientes) y el partido de los descontentos, del motín a la bullanga. Zapatero, instalado en el Congreso desde primera hora, no soltaría el teléfono en toda la mañana. Habló con Iñigo Urkullu, con Josu Erkoreka, con Josep Antoni Duran Lleida y con el presidente de la Generalitat, Artur Mas. El Partido Popular, sorprendido por la coyuntura, recontaba sus votos. Le faltaban algunos diputados, de viaje en provincias. Hubo llamada a rebato. A Alfredo Pérez Rubalcaba se le atribuye el deseo de adelantar las elecciones, pero el revolcón a la griega habría sido nefasto para su candidatura. «A mí no me podéis hacer esto», pudo exclamar a lo largo de la mañana.
A las once, Duran reunió al grupo parlamentario de CiU con el no ya muy decantado. Los vascos jugaban al mus. Los catalanes, siempre pendientes de la estética, imaginaban escenarios florentinos: la retirada del decreto para abrir una semana de negociaciones, con Duran en el centro del escenario. Zapatero, al teléfono. Rubalcaba, tejiendo. La vicepresidenta Elena Salgado agarrada al fondo de competitividad que le exige la Generalitat: «Que no, que no, que no suelto». El PP, contando diputados, y el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ganando tiempo con réplicas interminables en la tribuna. Mamen Sánchez, secretaria del grupo parlamentario socialista, le avisaba por señas: tiempo, tiempo, necesitamos más tiempo. El presidente del Congreso, José Bono, ya barajaba la posibilidad de suspender la sesión para proseguir después del almuerzo.
A las doce, la posible derrota del Gobierno ya circulaba por los despachos de Madrid y Barcelona. El PNV, apretando fuerte. Mus, mus y más mus. CiU, ideando geometrías. Al final, el PSOE cedía. Más espacio soberanista vasco y acuerdos de alcance en la relación Gobierno-Generalitat. Acuerdos importantes, según fuentes gubernamentales. «No comment», según CiU. Erkoreka, exultante: «Nunca me habían dado tanto por una abstención».
A las dos y diez sonaban los clarines. Abstención nacionalista.
Enric Juliana, LA VANGUARDIA, 23/6/2011