- Yo no puedo saber si Rodríguez Zapatero cobra por sus servicios a Maduro, pero desde luego me parecería más honorable que los haga por una retribución que si lo hiciese sólo por amistad
En estos días en que José Luis Rodríguez Zapatero está desaparecido al servicio de Nicolás Maduro, me estoy acordando mucho del 5 de julio de 2017. Ese año Vocento, presidido por Santiago Bergareche, celebraba sus quince años de vida. Con ese motivo organizó el 5 de julio en la sede de la Mutua en Madrid una conferencia conmemorativa de los 40 años de la democracia española a la que invitó a participar a todos los expresidentes del Gobierno vivos: Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, moderados por el director de ABC, Bieito Rubido y el de Las Provincias, Julián Quirós.
Antes de terminar la sesión, Zapatero se excusó y dejó el acto porque tenía que tomar un avión. Cuando bajaba del escenario, Aznar le preguntó con toda intención: «¿Te vas a Venezuela?». Ya desde el pasillo por el que se dirigía a la salida Zapatero respondió con un lacónico «Sí» a lo que Aznar contestó «¡Suerte!» y un instante después apostilló «¡Que tengas cuidado!» Al reanudar el acto, Quirós comentó «Esperamos que tenga suerte en ese viaje que es importante para todos».
Desde luego fue importante para ese expresidente del Gobierno español porque ahí sigue, siete años después, al servicio de la tiranía venezolana. Yo no puedo saber si Rodríguez Zapatero cobra por sus servicios a Maduro, pero desde luego me parecería más honorable que los haga por una retribución que si lo hiciese sólo por amistad. Zapatero lleva ya tiempo ejerciendo de asesor de esta dictadura de extrema izquierda. La asesoría política es una profesión difícil en la que hay mucha competencia y si Maduro es un cliente que cree en la eficacia que aporta Zapatero a su régimen y le paga bien, dentro del horror que todo ello implica, me parece menos mal que si lo hace gratis porque cree firmemente en lo que esa tiranía representa.
Lo malo es que este ocultamiento de Zapatero probablemente se debe a una combinación de ambos factores. Y peor que eso ya no se despacha. El grado de amoralidad que implica estar hoy al servicio de Maduro, cualquiera que sea la razón para estar allí, describe perfectamente la catadura de Rodríguez Zapatero.
Hay muchos indicios de que lo que el régimen ha estado intentando es producir un nuevo lote de actas electorales falsificadas. Y aducen que la ley venezolana les otorga treinta días para presentarlas. Lo que no tiene lógica es que las recogidas el 28 de julio por la oposición se hicieran públicas al día siguiente y las del Gobierno no hayan aparecido diez días después. Falsificarlas todas es un proceso de cierta complejidad, por más ayuda cubana y china que se tenga. Entre otras cosas porque ninguno de los dos países tiene la más mínima experiencia de lo que es un recuento electoral y quizá esté resultando todavía más complicado de lo imaginado. Yo empiezo a sospechar que Rodríguez Zapatero no ha aparecido porque el tirano lo tiene contratado como aval oficial de la validez de la falsedad electoral. Cada día que pasa se hace más difícil que el expresidente de nuestro Gobierno pueda desmarcarse de Maduro. ¿Qué parte de la manipulación del resultado podría aducir que no conocía todavía?
Con un poco de suerte, igual se queda a vivir allí. Y sólo falta que cuando él salga a certificar las actas falseadas Sánchez y Napoleonchu avalen la validez del fraude. En todas partes se aprenden procesos que pueden ser útiles para uno mismo.