Una vez identificado Zapatero como responsable principal del éxito socialista, la estrategia del tripartito consiste en desgastar su figura y acabar con su credibilidad política con la vista puesta en las próximas elecciones autonómicas. Si se deja tocado a Zapatero, se reducen las posibilidades del PSE.
En el conflicto sobre la financiación que enfrenta a los partidos catalanes con el Gobierno, un representante de CIU ha pasado la frontera de la crítica política para adentrarse en el terreno de la descalificación personal de José Luis Rodríguez Zapatero, en un momento en el que el presidente también tiene que hacer frente a los ataques procedentes de las filas del nacionalismo vasco por haber recurrido la Ley de Consulta y pedir la suspensión cautelar de esta norma.
Desde las filas del nacionalismo vasco se ha elegido la estrategia de personalizar sus ataques en José Luis Rodríguez Zapatero, dejando en segundo plano a todos los demás protagonistas, el PSE, Patxi López, el PP, los tribunales, el Gobierno… La decisión de concentrar en Zapatero toda la artillería dialéctica no se debe a un sentimiento de frustración, a la sensación de que ha incumplido un compromiso, como pueden alegar los catalanes, sino a un frío cálculo electoral.
Los resultados de las pasadas elecciones generales, con el fracaso de los miembros del tripartito y el triunfo histórico de los socialistas vascos, están muy presentes en la mente de los partidos que forman el Ejecutivo autónomo, que han llegado a la conclusión de que la clave de los excelentes resultados obtenidos por el PSE reside en el tirón personal de Zapatero. El presidente del Gobierno, según este análisis, es quien ha neutralizado el discurso de Ibarretxe y quien ha conseguido que cierto número de votantes hayan dejado de apoyar al PNV para respaldar a los socialistas, un voto transversal que los nacionalistas dieron por acabado hace diez años.
Desde entonces ha sido una idea extendida que los flujos de votos sólo se producían entre partidos del mismo campo político: que los votos nacionalistas se los disputaban el PNV y la izquierda abertzale, y en menor medida EA y Aralar, y que el PSE y el PP competían por los no nacionalistas, pero sin intercambios entre bloques, al menos de forma significativa.
Una vez identificado Zapatero como responsable principal del éxito socialista, la estrategia del tripartito consiste en desgastar su figura y acabar con su credibilidad política con la vista puesta en las próximas elecciones autonómicas. Si se deja tocado a Zapatero, se reducen las posibilidades del PSE.
A ese afán parecen responder las actuaciones de los diferentes portavoces de los integrantes del Gobierno vasco, que se han adentrado en un debate de sal gorda para conseguir que Zapatero sea percibido como el gran malo de la película. A ese afán obedecen, por ejemplo, acusaciones tan alejadas de la realidad como la de que Zapatero ha suspendido el autogobierno, algo que la Constitución ni siquiera contempla.
Florencio Dominguez, EL CORREO, 12/8/2008