ABC 30/03/15
José Luis Rodríguez Zapatero no para. Como si hubiera despertado de su letargo de presidente del Gobierno anónimo y discreto, el anterior inquilino de La Moncloa se ha convertido en uno de los políticos más ruidosos y que más reacciones provocan, con intento de tutelar una renovada búsqueda de acuerdos con la izquierda radical, ahora materializada en Podemos, y con su alejamiento del Partido Popular.
Además de soliviantar de manera reiterada al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, primero con su visita al presidente de Cuba, Raúl Castro, y después con su aventura por el Sahara ocupado por Marruecos, Zapatero se ha propuesto también condicionar seriamente la estrategia del secretario general de su partido, Pedro Sánchez. Si el número uno del PSOE declaró la guerra estratégica a Podemos desde un principio, sabedor de que arañaba votos a los socialistas hasta hacer peligrar su hegemonía en el centro-izquierda español, el expresidente del Gobierno se ha propuesto validar a la formación radical de Pablo Iglesias como partido fiable y moderado, hasta el punto de calificarlo recientemente como «socialdemócrata».
Con Iglesias y Errejón
La convulsión en el seno del PSOE estalló cuando se conoció que en noviembre de 2014 el exministro Bono y el propio Zapatero habían roto por primera vez la distancia aparentemente insalvable entre el Partido Socialista y Podemos al mantener un encuentro privado con Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón, en una de las casas del expresidente de la Junta de Castilla-La Mancha y exministro, quien también se muestra especialmente activo en los últimos tiempos. Zapatero confirmó públicamente la cita cuando fue preguntado, pero se limitó a justificar que no había avisado previamente a Pedro Sánchez por tratarse de «un encuentro personal». Al respecto, Bono intentó dar normalidad a la cita matizando que se le informó al líder socialista una semana después de que tuviera lugar, «desde luego mucho antes de que haya trascendido», que fue durante los últimos días del mes de enero.
Que el expresidente del Gobierno reconociera que en dicho encuentro se pusieron de manifiesto «discrepancias muy notables» no ha sido óbice para que dos meses después se haya intensificado la colaboración con el partido de Iglesias, y no sólo en Castilla-La Mancha.
Según ha sabido este periódico, el propio Zapatero intenta tutelar también un pacto del PSOE con Podemos en Andalucía, de tal forma que Susana Díaz sea investida, al menos en segunda vuelta, con la abstención del partido que en esta comunidad lidera Teresa Rodríguez. El intento de Zapatero no se corresponde con los deseos manifestados en diversas ocasiones por Susana Díaz, quien prefiere eludir entendimientos con Podemos y se decantaría más por Ciudadanos, que ya ha exigido las dimisiones de los expresidentes Chaves y Griñán, imputados por el caso de los falsos ERE.
Precisamente sobre una posible interferencia de ambos exdirigentes socialistas en la política de acuerdos que marcan Sánchez y Díaz dentro de sus respectivos ámbitos de actuación, José Bono ha recalcado en diversas ocasiones que su intención «no ha sido hacer daño» a ambos dirigentes del PSOE.