Pedro Sánchez, ante la situación extrema a la que él mismo y sus conmilitones han llevado al PSOE, estaría barajando la posibilidad de presentar a José Luis Rodríguez Zapatero como candidato a las Elecciones Europeas, según ha publicado Vozpópuli. De este modo, Sánchez buscaría un golpe de efecto que pudiera sacar a su partido del pozo en el que ellos mismos lo han metido.
Una de las razones para presentarlo es por las simpatías que el expresidente genera entre los militantes y los votantes de… Sumar y Podemos, como si el PSOE no estuviera ya suficientemente podemizado. A falta de taza, taza y media de populismo y política líquida. Incidir en el error en lugar de corregir la deriva socialista, si es que tal cosa es posible a estas alturas del partido. Sin descontar que pueda ocurrir en Europa lo que acaba de ocurrir en Galicia, donde la presencia de Zapatero en campaña no solo no ha salvado al PSOE de la quema, sino que tampoco ha podido evitar que Sumar y Podemos se queden fuera del Parlamento de Galicia. En todo caso, visto el nivel de los diputados socialistas en el actual Congreso de los Diputados, Zapatero no desentonaría como candidato a las Europeas. Su comparación con Josep Borrell, último candidato socialista al Parlamento Europeo, retrata la involución socialista: una especie de selección negativa se ha adueñado del PSOE desde la llegada de Sánchez, tanto en ideas, suponiendo que las hubiera, como en personas, suponiendo que estas fueran autónomas e independientes de su líder. Y la selección de Zapatero como candidato es lo que le faltaba al PSOE… y a Europa.
Hasta que llegó Pedro Sánchez, yo tenía a Zapatero como el peor presidente de la democracia española. Lo sé, es solo mi opinión. Pero no hay mal que cien años dure y todo es susceptible de empeorar incluso aunque parezca imposible. Con él empezó todo hace precisamente ahora 20 años. Incluso mi afiliación al PSOE en 2002 y mi posterior baja al comprobar la política territorial impulsada por Zapatero y sus negociaciones con ETA. Y de aquellos polvos, estos lodos. Zapatero tomó una serie de medidas políticas interesantes, como la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, la nueva ley del aborto, la ley de dependencia que, sin embargo, careció de financiación, o la introducción de la asignatura de Educación para la Ciudadanía que, sin embargo, él nunca había cursado. Además, durante su gobierno, se profundizó en la profesionalización y la despolitización de RTVE. Estas cosas no quitan las otras que merecen ser recordadas.
Qué decir del Plan E para que los Ayuntamientos destinaran el dinero de todos a obras innecesarias que supusieron derroche absurdo del presupuesto. Fue la época en la que afirmó aquello de que «bajar impuestos es de izquierdas»
Tras negar la crisis económica internacional que se cernía sobre España antes y durante la campaña electoral de 2008, Zapatero impulsó los mayores recortes sociales de la historia de la democracia: rebajó el sueldo de los funcionarios un 5%, congeló las pensiones y retrasó a los 67 años la edad de jubilación, entre otras medidas. Antes, en época de bonanza, había impulsado una política fiscal regresiva e injusta que ni la derecha se había atrevido a poner en práctica: bajó los impuestos a los más ricos, rebajó el Impuesto de Sociedades a las empresas, suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio, aprobó el cheque-bebé y activó la deducción de 400 euros para todo el mundo independientemente de su nivel de renta. Qué decir del Plan E para que los Ayuntamientos destinaran el dinero de todos a obras innecesarias que supusieron derroche absurdo del presupuesto. Fue la época en la que afirmó aquello de que «bajar impuestos es de izquierdas», en lugar de defenderlos como necesarios para sostener el Estado del Bienestar y los servicios públicos, la redistribución de la riqueza y una mejor atención a los más débiles. «España es un concepto discutido y discutible«, fue otra de sus majaderías políticas sin sentido, del tipo la Alianza de las Civilizaciones, un invento populista para distraer y confundir a los ciudadanos.
Además, utilizó la ley de memoria histórica no para hacer justicia sino para volver a dividir a España en dos bloques, rojos y azules, con el objetivo de convertir al adversario en enemigo y sacar de ese modo tajada política. Inflamó los ánimos independentistas catalanes al prometer y sacarse de la manga un nuevo Estatut de Cataluña innecesario e improcedente que nadie había pedido y que acabó siendo parcialmente inconstitucional y generador de enfrentamiento y discordia. Fue el primer responsable del proceso independentista posterior y uno de los principales culpables de la degradación de la convivencia en Cataluña y en el conjunto de España.
Zapatero dio inicio a la deriva del PSOE como partido nacional y de Estado, que después Sánchez ha terminado llevando al extremo, con la aquiescencia de militantes, cargos públicos y cargos orgánicos del partido. Y con la de los millones de votantes, aunque menguantes, que todavía se muestran favorables a otorgarles el voto.
Legitimar a Maduro
En los últimos años, Zapatero se ha centrado en legitimar al dictador Maduro en lugar de defender la democracia en Venezuela, y en apoyar a gobiernos populistas de Sudamérica. Más recientemente, para cerrar el círculo, ha dado su apoyo a la infame ley de amnistía.
Finalmente el destino unió a Sánchez y Zapatero, y hoy se nos presenta al expresidente como el hipotético candidato socialista al Parlamento Europeo. Yo no lo descartaría. Zapatero decidió en 2011 adelantar las elecciones generales a las que prefirió no presentarse y en las que el PP logró mayoría absoluta y Alfredo Pérez-Rubalcaba no logró levantar la pesada losa dejada por Zapatero. Ahora Zapatero podría someterse al escrutinio de los ciudadanos, lo que no se atrevió a hacer en 2011.
Y yo lo animo vehementemente a hacerlo: ¡Zapatero, preséntate, queremos tener la oportunidad… de no votarte!