Logra la abstención de los nacionalistas en la reforma de los convenios colectivos tras renunciar al predominio de los de ámbito estatal
El Gobierno estuvo ayer al borde del abismo. En el último momento, y después de una negociación contrarreloj con el PNV y CiU, logró salvar por la mínima su decreto de reforma de la negociación colectiva. No pudo conseguir nada más que su abstención, pero sólo eso bastó para sacar adelante el texto, excesivamente duro para la izquierda y poco ambicioso para la derecha, con los únicos votos del PSOE. Lo contrario le habría abocado sin remedio a un adelanto electoral. El propio José Luis Rodríguez Zapatero ha justificado su empeño en agotar la legislatura en la necesidad de llevar a cabo hasta el final el proceso de reformas. Ahora la norma se tramitará como proyecto de ley y, sin duda, será enmendada.
A estas alturas de mandato, y sobre todo de crisis, el Ejecutivo socialista está más que acostumbrado a sudar la gota gorda para sacar adelante sus iniciativas, pero hacía mucho tiempo que no se veía en una situación tan crítica. El precedente está mayo de 2010, cuando también ‘in extremis’ logró aprobar el decreto que contenía el mayor recorte del gasto de la democracia con la abstención, aquella vez en exclusiva, de los nacionalistas catalanes. Fue, aducen una y otra vez convergentes y socialistas, un gesto de responsabilidad que evitó que España fuera intervenida como le había ocurrido ya a Grecia y luego a Irlanda y Portugal.
Pero ahora, CiU no quería llevar en solitario esa carga y ser tildado de ‘muleta’ del Gobierno.
Alarma
Cuando el pleno estaba a punto de arrancar a las nueve de la mañana, las señales de alarma en el Ejecutivo ya eran evidentes. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, no estaba en su escaño sino en los del PNV, sentada entre los diputados Pedro Azpiazu y Emilio Olabarria, que después defendería la posición de su partido durante el debate. El PNV había dejado claro que votaría en contra del decreto porque hacía prevalecer los convenios colectivos estatales sobre los autonómicos y el Ejecutivo no se avenía a renunciar a ese nuevo orden jerárquico.
Los nacionalistas catalanes, que parecían dispuestos a la abstención, o al menos con eso contaban los socialistas, recularon también hasta situarse en el ‘no’ y, de pronto, las cuentas del Gobierno no salían.
Alrededor de la una de la tarde, después de una larga sesión de control, empezó el debate del decreto. Y visto que no había habido modo de amarrar un acuerdo, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, optó por dilatar la discusión en un evidente ejercicio de filibusterismo parlamentario. En lugar de escuchar a todos los portavoces para luego contestar en bloque, decidió dar réplica uno a uno y de manera extensa. Mientras, en la zona de Gobierno, el líder parlamentario del PNV, Josu Erkoreka, discutía, flanqueado por un equipo de técnicos, con el portavoz socialista, José Antonio Alonso, y sus asesores. La ‘fumata blanca’ llegó por fin cerca de las dos y media de la tarde. Y entonces Valeriano Gómez, que esperaba la señal, renunció a contestar al PP y se procedió a la votación.
Tanto por tan poco
Preguntado Erkoreka por los periodistas sobre si alguna vez había conseguido tanto a cambio de tan poco -sólo abstenerse-, respondió con sorna reconociendo que en su trayectoria política no ha conocido «un caso semejante». Horas más tarde, matizaría que sus palabras habían sido malinterpretadas y pedía disculpas a quien se hubiera sentido «sorprendido» por ellas.
Los nacionalistas vascos lograron que por escrito, en un documento que no ha salido a la luz, el Gobierno aceptara dar «prevalencia manifiesta al ámbito negociador autonómico» en aquellas comunidades en que, como el País Vasco y Galicia, existen sindicatos diferentes y representativos.
CiU, después de negociar también con el ministro de Trabajo y con «destacados miembros del Gobierno», introdujo en el preámbulo un mención explícita a la ligazón entre salarios y productividad, «avances» en la línea de lo propuesto por la patronal en lo referente al absentismo y los límites a la flexibilidad. Pero además el hecho de que la norma se vaya a tramitar como proyecto de ley, decidido por unanimidad, abre la puerta, afirmó Josep Antoni Duran i Lleida, a «ajustar la reforma a lo que se necesita».
Rajoy calificó de «muy peligroso» las concesiones del Gobierno a los nacionalistas para aprobar sus «ocurrencias»
El líder del PP teme que las decisiones que adopte el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero en este último tramo de legislatura hipotequen la acción de su Gobierno si finalmente llega a la Moncloa. Por ello arremetió con dureza contra el Ejecutivo socialista.
Para Rajoy, el Gobierno de Zapatero «está en las últimas, en tiempo de descuento, en fin de ciclo» y ya sólo intenta «prorrogar épocas pasadas». Una debilidad que, a su juicio, puede provocar muchos problemas. Además, fue especialmente crítico con el acuerdo entre PSOE y PNV. Explicó que la formación nacionalista vasca «había anunciado su intención de votar que no», pero que varió su voto «porque como ha dicho el propio portavoz de este partido, el señor Erkoreka, nunca les habían dado tanto». Por todo ello, pidió el «papel» que contiene el acuerdo entre ambos partidos, para que toda la opinión pública lo conozca.
Las críticas llegaron también desde el lado sindical. A menos de cinco kilómetros de la sede del Congreso, un millar de delegados sindicales se reunieron para protestar contra los recortes promovidos por la Unión Europea desde el comienzo de la crisis. El secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, animó a la militancia socialista a poner freno a estos cambios dando «un puñetazo sobre la mesa». Afirmó que, con los ajustes aprobados, el PSOE «está colocando una alfombra azul a modo de pasarela» para que «la derecha» llegue a la Moncloa.
EL CORREO, 23/6/11