PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA-EL CORREO
- Aitor Esteban le dedica a Pedro Sánchez un refrán sobre pollos y recibe a cambio uno sobre habas
En el Congreso hay demasiada iluminación. Es una pena porque ayer en la intervención inicial de Aitor Esteban en el debate sobre el estado de la nación hubo un momento inesperado e intenso, como escrito por Tennesee Williams, que pedía luz tenue y hasta actividad escénica. El diputado del PNV, por ejemplo, quitándose la chaqueta y sirviéndose un whisky antes de mirar fijamente al presidente y comenzar: «Y si todo va sobre ruedas, ¿por qué tengo esta sensación de incomodidad semana tras semana? Esta sensación de estar porfiando continuamente, de tener que salvar obstáculos constantemente…». Así empezó más o menos una serie de reproches llamativamente privados en la que el portavoz del PNV acusó a Pedro Sánchez, entre otras cosas, de ignorarles y de no considerar prioritarias sus inquietudes… La temperatura emocional fue máxima. Casi extrañó que Sánchez no apareciese en el siguiente plano repentinamente en albornoz y con una muleta, gritándole a su vez a Aitor Esteban: «¡Salta, Aitor! ¡Hazlo! ¡Salta de una maldita vez!».
El presidente sin embargo hizo lo contrario: apenas se conmovió. Y se mostró civilizado, que es lo más hiriente que uno puede hacer en una discusión pasional. «Ustedes siempre arriman el hombro», le reconoció a Esteban, como diciéndole que podrían seguir siendo amigos. Fue fácil pensar entonces en lo suyo con Mertxe Aizpurua, que está desatada en términos de autoridad moral y ya puntúa democracias como Robert Parker puntúa vinos. Por eso era mayor el conflicto de Aitor Esteban, que amenazaba con coger la puerta mientras le lanzaba al presidente lo mejor de sí mismo: un refrán sobre pollos y lluecas, que no se entendió bien en su literalidad, pero sí en su intención, que era la de ese gesto íntimo que evita que se rompan los puentes en una crisis de pareja. Si lo recuerdan, Rajoy era un galán galdosiano y respondía a esos refranes con rimas tiernas e igualmente agropecuarias. Ayer Pedro Sánchez devolvió sin embargo un refrán vulgar sobre habas que cuecen y lo relacionó con la coalición de gobierno en el País Vasco, diciendo algo como: «Yo hablo con el PSE y no sabe lo que me dicen de ustedes…». Qué golpe bajo. Y qué melodrama. La cogobernanza en el tejado de zinc caliente.
GUGGENHEIM
Dos vaqueros
‘Joven vaquero mirando’. Así se titula el cuadro de la artista vitoriana Gala Knörr que se expone en el Guggenheim y en el que se ve a un joven vaquero mirando. El vaquero es negro. Y es un vaquero en plan ‘cow boy’, no un vaquero en plan pantalón. Lo aclaro porque captarle a un pantalón la edad y la mirada no es un reto que asuste a un artista de vanguardia. Por desgracia, exponer cualquier cosa en un museo vasco es ya tentar a la suerte y las redes han descubierto que el cuadro de Knörr reproduce un fotograma de un cortometraje titulado ‘Blue’, que es obra de un artista estadounidense que se define como «queer, negro y multidisciplinar». Parece que el lío se ha solucionado con una aclaración en el catálogo y proyectando el corto de ‘dayday’ junto al cuadro de Knörr. Al verlos juntos, usted pensará en el plagio, pero es una «indagación en torno a la iconografía de la cultura popular en la era post-internet». No me sea antiguo.
SRI LANKA
Primer aviso
Todo en Sri Lanka avanza del peor modo posible. El primer ministro designado por el presidente no termina de dejar paso a un Gobierno de unidad mientras la multitud enfurecida va completando una gira de asaltos a edificios oficiales. Ayer tocó el Parlamento y la televisión. Mientras el presidente Rajapaksa se ha largado en un avión militar a las Maldivas. Sri Lanka es un país en bancarrota que sufre una inflación de más del 50% y tiene problemas de abastecimiento. Dicho de otro modo: Sri Lanka es un aviso de lo que puede esperarle a medio mundo.