«Huyamos de las grandes palabras que sólo remiten a esencialismos dogmáticos»

Juan José Solozábal, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma, defiende la plena validez del actual sistema institucional y pide respeto a las reglas de juego fijadas para su eventual reforma.

-¿Qué supone el tratado de la Constitución Europea?

-Supone un gran paso en la construcción de una nueva organización política ultra estatal, si se puede admitir este término para definir a una forma institucional que va más allá de los estados, pero sin prescindir de los mismos. Un paso adelante al que me adhiero sin reserva sabiendo que será continuado en el tiempo, desde el consenso y la prudencia, por progresos todavía más audaces.

-¿Cómo sitúa en este proceso el debate abierto en Euskadi sobre la superación del marco estatutario?

-No soy partidario de superar el marco jurídico constitucional estatutario, que nos ha permitido un progreso evidente en todos los órdenes, lo que naturalmente no supone concluir en su petrificación. Este marco del que irresponsablemente algunos querrían disponer puede ser objeto de las modificaciones que las nuevas generaciones estimen pertinentes, pero desde la solvencia y responsabilidad, y el agradecimiento a quienes aprovecharon magníficamente las oportunidades de establecer en condiciones de solidaridad con los demás españoles y congruencia con nuestra historia un sistema institucional auténticamente compartido por todos los vascos. El mantenimiento de la especificidad vasca en Europa se incrementa cuando es el Estado, una vez que incorpora las demandas de la comunidad hechas llegar por las instancias oportunas, el que las hace suyas.

-¿Es factible la soberanía compartida?

– Sólo desde planteamientos pasados se pueden afrontar los problemas políticos en términos de soberanía. Se trata de un visión dramática y nominalista de la cuestión que sólo contribuye a oscurecer y enconar los problemas. No hay un solo ámbito de decisión, ni una instancia última. Hablemos pues de atribuciones, de poderes para decidir e influir y participar, y huyamos de las grandes palabras que sólo remiten a esencialismos dogmáticos. Respetemos las reglas de juego, sin las que sólo hay oportunismo y cesarismo.

-¿El proyecto de nuevo Estatuto tiene encaje en Europa?

-El respeto de la Unión Europea a la ordenación territorial de cada estado es total. El carácter estatal de la Unión, que se afirma sin demérito del reconocimiento de la pluralidad y la riqueza cultural de cada Estado, y que respalda principios que favorecen el autogobierno regional como es el de subsidiariedad, se compadece mal con un apoyo a operaciones centrífugas que debilitan indudablemente a la Unión.

-¿Qué despejarán las elecciones vascas?

-Estoy seguro que sus resultados permitirán formar un gobierno que encare con auténtica voluntad de integración nacional un amejoramiento de nuestro sistema institucional sin poner en cuestión un tipo de organización que nos ha sido tan favorable y que no debe ser bajo ningún concepto sometido a riesgos que una revisión general podría conllevar.

-¿Vislumbra en España un nuevo proceso constituyente?

-En modo alguno, ni lo deseo, si por proceso constituyente se entiende un momento en el que sin otras ataduras que las procedimentales se aborda sin límite alguno la configuración política de una comunidad nacional. Nuestro orden constitucional ofrece una respuesta magnífica a los problemas de organización política. Ello no quita para que se produzcan retoques de la Constitución sobre aspectos concretos, como la mejora del Senado, o que fijen en el máximo nivel normativo nuestro mapa territorial.

EL DIARIO VASCO, 13/2/2005