FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 29/12/13
· Los presos de ETA reconocen el daño causado. No hacía falta que lo dijeran. Ya sabíamos que habían sido ellos. De hecho, la propia ETA, cada vez que cometía un asesinato o un atentado, sacaba un comunicado para responsabilizarse de la autoría. Es decir, han venido reconociendo su responsabilidad del daño causado durante décadas, muerto a muerto, herido a herido.
Salvo en algunos pocos casos en los que la verdad les incomodaba, ETA ha reconocido todos sus daños antes de ahora. Así que esa parte del comunicado de ayer es pura retórica para almas crédulas. La novedad hubiera sido que ETA se arrepintiera por el daño causado o que, como mínimo, lo lamentara, aunque fuera un poquito y con la boca pequeña. Pero en el escrito de ayer no hay la menor autocrítica hacia su pasado. El reconocimiento no se traduce en nada, no tiene más consecuencias que las propagandísticas. Por eso no conviene darle la relevancia que no tiene.
Más destacable del escrito de los presos etarras es la aceptación resignada de los cauces legales para modificar su situación penitenciaria, aunque habrá que ver qué es lo que entienden ellos por legalidad. Aceptar la legalidad supone buscar los mecanismos favorables al reo que haya en ella, pero también admitir la legitimidad de las condenas impuestas, asumir las consecuencias penales de los hechos que ha cometido cada uno y no buscar la exculpación invocando motivaciones políticas que no sirven para justificar ningún crimen.
En cualquier caso, resignarse a la legalidad supone que los presos de ETA han aceptado el fracaso definitivo de la estrategia de Aiete, que reconocen que no va a haber ninguna negociación entre la banda y el Gobierno para sacarlos de la cárcel. Les ha costado casi un año admitir el fracaso de Aiete, pero al final han dado el paso. Ahora los reclusos han asumido que ni Madrid ni París van a ir a ninguna negociación con ETA. Lo han hecho con resignación, presionados por la negativa del Gobierno a modificar la política penitenciaria mientras la banda no se disuelva. A los presos les ha faltado, precisamente, reclamar a ETA su definitiva desaparición. Tal vez dentro de otros dos años, con un par de debates más, lo hagan.
La segunda cuestión reseñable del comunicado etarra es la aceptación de los presos, como colectivo, de la renuncia al terrorismo. A juzgar por lo que han tardado en decidirlo no parece que les haya sido fácil. El debate sobre esta cuestión se abrió en la primavera de 2012 y debía haber terminado en diciembre de ese año, pero se ha prolongado doce meses más. Tal vez porque un sector de los reclusos no estaba de acuerdo con el abandono de las armas y se resistía a aceptar la nueva estrategia. Al final, se ha impuesto la mayoría favorable a aceptar la línea oficial de la izquierda abertzale, aunque sea con un año de retraso y utilizando eufemismos como afirmar que en el futuro no emplearán los métodos del pasado. Es decir, que no matarán ni pondrán bombas como hacían antes.
Ahora ya están todos en la misma línea, ETA, Sortu y los presos, aunque queden algunos sectores recalcitrantes y minoritarios que, hoy por hoy, no tienen masa crítica para representar un peligro serio de involución a corto plazo.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 29/12/13