Aliados y rivales

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 21/12/14

· El último episodio roza el sainete: Junqueras ofreciendo a Mas la presidencia «aunque ERC gane las elecciones».

Que el «no» a la independencia gane al «sí» en Cataluña por primera vez desde 2012 resulta tan curioso como significativo. No por lo que pueda representar de vuelco entre los catalanes, sino de refriega entre sus dirigentes.

Permítanme explicárselo: siento un enorme escepticismo hacia las encuestas. Son fotos fijas de un momento dado, inservibles para el siguiente y, además, están «cocinadas» por quien las realiza, razón de que, si se fijan, todas ellas coinciden con el interés de quien las encarga, sea periódico, partido o gobierno. ¿Y quien ha sido el patrocinador de ésta? Pues la Generalitat catalana, el gobierno de Artur Mas, el mismo que viene apostando por el soberanismo e independencia. ¿Significa esta encuesta que los catalanes han dado un revolcón a su gobierno? No, porque muestra una CiU que alcanza a ERC.

Significa que Mas ya no está tan interesado en la independencia como lo estaba antes de la famosa consulta, simulacro o lo que fuera. De ahí que se niegue a convocar de inmediato las elecciones soberanistas tal como le pide Junqueras. Uno y otro no hacen otra cosa que defender sus intereses personales y los de sus partidos. A Junqueras le urgen esas elecciones, al ver que empieza a perder terreno. A Mas le conviene retrasarlas para recuperarlo. Él mismo lo ha reconocido: «No convocaré elecciones para que Ezquerra tenga más diputados». El último episodio roza el sainete: Junqueras ofreciendo a Mas la presidencia «aunque ERC gane las elecciones». Y el astuto Mas, sabiendo que sería el capitán de un barco donde mandaba la marinería, negándose.

Si a esto se le añaden las calabazas que Mas está recibiendo en prácticamente todas las capitales importantes al pedirles apoyo a sus afanes independentistas y las inquietudes que tales afanes están despertando entre sus empresarios, no me extrañaría lo más mínimo que esté volviendo a su plan B, que en realidad es el A original: conseguir del Gobierno español un pacto fiscal semejante al del País Vasco y Navarra, que le permita recaudar todos los impuestos en su territorio, para entregar a la Hacienda española lo que le pareciese por los servicios que el Estado presta allí. Una auténtica ganga.

Aparte de que tampoco le ha ido tan mal a Cataluña dentro de España, donde es una de las regiones más ricas y desarrolladas. Mientras los afanes secesionistas sólo la han hecho perder terreno respecto a las demás. Naturalmente, para su clase política significaría renunciar al prestigio, poder y cargos que conlleva un Estado. Pero ¿y si un día Podemos llega a gobernar en Cataluña, aliado con ER, con el CUP, con Ada Colau o con quien sea?

Excuso decir que para el resto de los españoles tampoco es una solución, sino ceder ante las baladronadas, farsas y chantajes nacionalistas. Lo que procede es eliminar los actuales privilegios, ya que estamos en una democracia.

¿O no?

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 21/12/14