Corrupción

ESPERANZA AGUIRRE, ABC 21/01/13

· No valen ya las declaraciones de condena, por muy contundentes e indispensables que sean. Ha llegado el momento de actuar. Y actuar de manera radical. Y radical quiere decir que hay que ir a las raíces. Tiene que actuar la Justicia con celeridad extrema y tienen que actuar los partidos con decisiones que sirvan para cegar las fuentes de las que pueden salir los comportamientos corruptos.

· La fórmula La política no puede ser una profesión. A la política tienen que venir los mejores y tienen que entenderla como una forma de servir a los demás, como una forma de servir a España»

Es un clamor. La indignación de los ciudadanos contra los políticos corruptos es ya un clamor. Y entre todos los ciudadanos algunos estamos aún más indignados que los demás, y somos los que nos dedicamos a la política y jamás hemos tenido un comportamiento corrupto ni hemos transigido nunca con la corrupción.

No sé si seremos muchos o pocos —personalmente, creo que somos muchos—, pero los políticos honrados, es decir, los normales, tenemos una indignación aún mayor que la que tienen, con toda razón, los ciudadanos de a pie.

No valen ya las declaraciones de condena, por muy contundentes e indispensables que sean. Ha llegado el momento de actuar. Y actuar de manera radical. Y radical quiere decir que hay que ir a las raíces.

Corrupción es enriquecerse uno mismo o enriquecer a un amigo, a un familiar o a un tercero, utilizando el escaño o el cargo político para el que uno ha sido elegido o nombrado. Eso es corrupción. Por eso tiene tanta importancia el saldo entre la declaración de bienes que se hace al entrar en política y la que se hace al salir. Los ciudadanos quieren saber si el político se enriqueció durante su paso por la política y, si fue así, cómo.

Y, desde luego, no me resigno a aceptar que se diga que, como siempre ha habido corrupción, siempre seguirá habiéndola. ¡No! ¡Basta ya!

Primero, tiene que actuar la Justicia. Y tiene que actuar con celeridad extrema. Justo lo contrario de lo que ha ocurrido hasta ahora en los casos de corrupción política: Pallerols y Filesa han tardado más de quince años en sustanciarse y Gürtel lleva camino de lo mismo. Y tiene que actuar sin contemplaciones, caiga quien caiga. La corrupción está enojando y desmoralizando profundamente a todos los españoles, que tienen que recuperar la confianza en sus instituciones, también en la Justicia.

Y, al mismo tiempo, los partidos, y especialmente el Partido Popular, porque es el mío y el que más me duele cuando lo veo en entredicho, tienen que tomar decisiones drásticas, eficaces y definitivas. Decisiones que sirvan para cegar las fuentes de las que pueden salir los comportamientos corruptos.

Y la primera de esas fuentes es el origen de los políticos. Hay que cambiar el sistema de selección de los candidatos que se presentan a las elecciones. Creo que acierta Joaquín Leguina cuando propugna que sólo deben ser candidatos personas que ya han demostrado que saben ganarse la vida, es decir, que o son funcionarios o han cotizado a la Seguridad Social o han sido capaces de pagar otras nóminas con sus propias empresas.

La política no puede ser una profesión. A la política tienen que venir los mejores y tienen que entenderla como una forma de servir a los demás, como una forma de servir a España. Tiene que ser concebida como un servicio público y como un honor, porque es un honor que tus conciudadanos te confíen la administración del bien común. Además, los partidos tenemos que instaurar, y lo más pronto posible, controles para vigilar exhaustivamente el comportamiento de todos aquellos que, nombrados por el partido, cobran un sueldo del contribuyente. En el Partido Popular de Madrid pienso proponer la creación de un órgano que tenga plenos poderes para fiscalizar a todos los que ocupan esos cargos.

Otra reforma que ayudaría eficazmente a cerrar el paso a la corrupción es la modificación de la Ley Electoral. Las listas cerradas y bloqueadas hacen que los políticos se ocupen más de agradar a los líderes de sus partidos que de responder ante sus electores. Con un control más directo de los ciudadanos sobre sus representantes será mucho más improbable que los políticos se corrompan.

Y por último, pero muy importante, hay que seguir liberalizando la actividad económica. Cuando la supervivencia de una empresa depende de concesiones, permisos o licencias gubernativas o municipales es mucho más fácil, por ejemplo, que los responsables de la empresa quieran acercarse a los políticos de turno para conseguir esos permisos. Por tanto, y como siempre, a mayor libertad para la actividad económica siempre corresponderán más transparencia y más limpieza.

Es muchísimo lo que nos estamos jugando todos en este envite. Los ciudadanos no quieren, ni pueden ni deben aguantar más a políticos ni a instituciones corruptas.

España está afrontando ahora gravísimos problemas económicos y políticos. Y sólo se pueden afrontar desde la grandeza moral, la generosidad y la amplitud de miras. Y eso es imposible si la clase política, que debe liderar la solución de esos problemas, está manchada por la sospecha o la corrupción.

ESPERANZA AGUIRRE, ABC 21/01/13