Del totalitarismo a la democracia

EL CORREO 06/04/14
JESÚS PRIETO MENDAZA,  ANTROPÓLOGO Y PROFESOR

· La izquierda abertzale reprueba a Suárez con los mismos argumentos con los que glorifica a destacados miembros de Bildu que no han hecho aún el necesario ‘ritual de paso’

Cuando Arnold van Gennep o Victor Turner se refieren a ‘rituales de paso’ –rites de passage– no están sino aludiendo a aquellos que empleamos para evolucionar de una situación social, o estatus, a otra nueva. En todos ellos existe una etapa frontera o ‘liminar’ que no es sino un tiempo de transición entre el momento previo y el posterior. Una boda, la sesión de investidura universitaria o un funeral no son sino ritos de paso de la soltería al matrimonio, de la condición de estudiante a la de licenciado o de la vida a la muerte. Contra lo que muchos piensan, en nuestras sociedades posmodernas estos rituales lejos de desaparecer se mantienen y reinventan; así surgen nuevas ritualizaciones como la celebración de una liga de fútbol, una despedida de soltero o la entrada en una red social.

He recordado la importancia de estos ritos de paso a raíz de la polémica creada con respecto a la negativa de los representantes institucionales de Bildu a rendir homenaje a la figura del expresidente Adolfo Suárez. Han argumentado, sin reparar en la radical incoherencia de su discurso, que no se puede premiar al fallecido presidente puesto que fue miembro de la estructura franquista, al pertenecer a la Secretaría General del Movimiento. Esta tesis prima más en su pasado que su trabajo como impulsor de la Transición española, o lo que es lo mismo como facilitador de la democracia en una sociedad cainita sacudida en el último siglo por asonadas, ruido de sables, contiendas fratricidas y una cruel dictadura. Olvidan quienes así han actuado, dando la espalda a un sentimiento que ha sido general en todo el país, que Adolfo Suárez supo contagiar su visión de una España democrática a líderes tan opuestos como Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Marcelino Oreja, Alfonso Guerra, Carlos Garaikoetxea o Josep Tarradellas. Su apuesta por el cambio supuso dar pasos decididos que dejaran claramente dibujado su rechazo del pasado, enfrentándose de esta forma a los furibundos ataques e insultos de los sectores más reaccionarios (anclados profundamente en el franquismo) agrupados en torno a lo que se conoció como ‘el búnker’. Por decirlo de otra forma, Suárez y la UCD participaron en numerosos ritos de paso que simbolizaban su rechazo de la dictadura y su definitiva entrada en el grupo de los demócratas, cuestión esta que la comunidad internacional supo reconocer. Quizás su silueta erguida, junto a la del Gutiérrez Mellado valiente ante los disparos de los golpistas comandados por aquel patético Tejero, supusieron para él un definitivo ‘rite de passage’, de indudable carga simbólica, hacia el panteón de los demócratas.

Es indudable que se han producido cambios en el seno de la izquierda abertzale, así lo observo en jóvenes concejales de esta agrupación (y, personalmente, así se lo he hecho saber en varias ocasiones en el consistorio vitoriano); no reconocerlo sería injusto, no obstante no esperaba esta reacción, una postura que de nuevo (y son ya demasiadas) interpreto como un nuevo paso atrás en ese camino, en ese necesario ‘rito de paso’, que conduce de un pasado dictatorial (socialización del sufrimiento) a una concepción democrática de la sociedad (un tiempo nuevo). Supongo que el peso de los ‘generales’ es mucho y su autoridad, acuñada entre sangre y mitos, se impone ante quienes afrontan su particular transición. Este es nuestro ‘búnker vasco’ autóctono, el mismo que acusa a Suárez sin reparar en su propio recorrido plagado de acciones simbólicas aún por realizar. Se reprueba a Suárez por su pasado de colaboración con una dictadura –después de más de treinta años y con los rituales de paso más que cumplidos– con los mismos argumentos con los que se glorifica a destacados miembros de Bildu que todavía no han realizado los necesarios rituales de paso de una mentalidad totalitaria a otra democrática.

Podríamos demandar algo más de coherencia, por favor, si no es mucho pedir.