EiTB, comunidad o sociedad

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO – 11/03/15

Luis Haranburu Altuna
Luis Haranburu Altuna

· La sociedad vasca es una entidad más amplia, rica y plural que la presunta comunidad abertzale que se quiere construir y a cuyo servicio se sitúa EiTB.

He leído con interés el artículo publicado por Maite Iturbe, y suscrito por la plana mayor de EiTB, en el que se realiza una sincera reflexión a cerca de la función y los objetivos que la entidad pública tiene establecidos. Es un análisis impecable que llega a conclusiones irrebatibles, siempre y cuando se comparta el axíoma que se establece como base de la reflexión. Ese es el problema. Según su directora general, EiTB «opera como medio de comunicación que trata al país como comunidad». Es por ello que EiTB tiene como principal objetivo no el entretenimiento ni la información sino la confección de «un relato propio». Es decir, la existencia de EiTB se justifica por la finalidad última de construir y relatar la existencia de una identidad comunitaria ya que «la palabra y la imagen generan y construyen realidades. Un país protagonista de su desarrollo necesita de un ámbito específico de comunicación, de una forma de propia de ver las cosas». Más claro, agua. EiTB es un aparato de comunicación al servicio de una construcción nacional que precisa de un relato genuino.

La definición programática, de índole identitaria y comunitarista, que ofrece la actual directiva de EiTB, no tiene fácil encaje en lo que se entiende por un medio de comunicación público, en el que es la sociedad la que se establece como referencia y no una determinada comunidad, por amplia que esta sea. Evidentemente, los directivos de EiTB al pronunciarse por la comunidad como protagonista y referente de su comunicación, confunden a la sociedad vasca con la comunidad abertzale. Es normal. Es esta una deformación del nacionalismo que no concibe a la sociedad en su primigenia y original pluralidad, sino como una comunidad que es preciso aunar y homologar según un modelo preestablecido. Poco importa el que la sociedad vasca esté compuesta por una variada amalgama de identidades y proyectos vitales diferenciados; para el nacionalismo lo fundamental es el patrón identitario formulado según una ideología y una cosmovisión determinadas.

Una cosa es la sociedad y otra la comunidad identitaria, pero, al parecer, en EiTB se tiende a confundir ambos planos. La sociedad tiene como mínimo común denominador su voluntad de convivencia democrática, mientras que la comunidad se rige por un ideal máximo de pertenencia identitaria. Lo público debe trazar los mínimos que posibiliten la coexistencia entre distintos, pero la comunidad suele diseñar cotas más elevadas, que tienden a la uniformidad. El nacionalismo vasco tiene establecido un modelo identitario donde una determinada lengua es la argamasa que configura a la comunidad que aspira a constituirse en una entidad soberana. Desde esta perspectiva EiTB es un elemento más entre los aparatos que coadyuvan a la construcción de la comunidad, primero, y del Estado soberano, después. Es, por lo tanto, un medio al servicio de la comunidad abertzale, pero no de la sociedad vasca.

La sociedad vasca es una entidad más amplia, rica y plural que la presunta comunidad abertzale que se quiere construir. La comunidad imaginada, a cuyo servicio se sitúa EiTB, es un colectivo cuyo imaginario se nutre de una determinada cultura comunicativa que tiene en lo identitario su principal núcleo de interés. El euskera es utilizado como el santo y seña que trufa incluso las emisiones en castellano y sirve de valladar para establecer las lindes del territorio imaginado. Para el resto de la ciudadanía, ajena a la comunidad abertzale, la labor informativa se convierte en pura referencia doctrinal. No importa lo que se sea, lo importante es el modelo soñado al que se aspira.

En el axioma del que se parte, al concebir a EiTB como un servicio público, se confunden la comunidad particular con la sociedad y es debido a ello que las conclusiones del somero análisis que comentamos se equivocan en sus conclusiones. ‘Repensar EiTB’, requiere situar a la sociedad vasca como referencia y protagonista del servicio público que se pretende prestar. Tal como hoy se halla configurada EiTB es una plataforma de medios abertzales al servicio de la comunidad abertzale.

Los nacionalismos en general, y el vasco en singular, poseen una dificultad congénita para empatizar con quienes no piensan en clave nacionalista. Esta carencia ha supuesto en el pasado un gran handicap a la hora de enfocar la violencia política en Euskadi, ya que la parte de la sociedad afectada era preferentemente la población vasca no nacionalista. Recientemente el lehendakari Urkullu se ha referido a esta carencia cuando, en el homenaje a Fernando Beusa y a José Ramón Recalde, habló de la necesaria autocrítica del nacionalismo. Es bueno y oportuno que al menos una parte del nacionalismo reflexione en dichos términos, pero sería todavía mejor el que la autocrítica comenzara por cambiar una determinada «forma propia de ver las cosas» que ha provocado centenares de muertos e innumerables destrozos éticos, entre los que cabe mencionar la ‘desinformación’ que durante décadas ha presidido en EiTB el tratamiento de la lacra terrorista.

Es muy loable la intención de Maite Iturbe y de quienes forman su equipo para ‘repensar EiTB’ y todos deberíamos secundar su esfuerzo; pero me temo que antes habrán de reconsiderar el axioma básico de su reflexión y mirar no solo a la comunidad nacionalista sino a toda la sociedad vasca en su irreductible pluralidad. Unos medios de comunicación condicionados por su incorrecta definición programática y cautivos de unos sindicatos, que ante todo buscan la continuidad de un ‘status quo’ que solo a ellos favorece, tienen difícil salida en el muy competitivo escenario mediático actual. Varios peligros acechan a su calidad y funcionalidad: uno de ellos reside en su paulatina pauperización cultural; otro el de la irrelevancia y la falta de credibilidad.

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO – 11/03/15