El abrazo de los arrepentidos y la viuda del ‘ertzaina’

EL MUNDO 23/11/13

· Dos presos de la ‘vía Nanclares’ asisten al homenaje del agente que les detuvo

Unos mataban, amenazaban y extorsionaban. En el otro lado, otros intentaban evitarlo. En la calle, no pocos miraban con simpatía. Había incluso quien lo aplaudía, mientras la mayoría lo condenaba en silencio. La secuencia se repetía con una dolorosa e impotente rutina. Las mismas imágenes, las mismas condenas, las mismas lágrimas.
Sucedía hace 20 años. Ayer, los protagonistas de aquella Euskadi oscura de los años 90 volvieron a coincidir. Lo hicieron para escenificar un pulso vital bien distinto, el de la reconciliación.
Etarras y víctimas abrazándose en el mismo lugar donde dos décadas atrás la violencia etarra descerrajó dos tiros al mando de la Ertzaintza encargado de dirigir una incipiente unidad antiterrorista que debía impedir las acciones criminales de ETA, Joseba Goikoetxea.
En la misma esquina de la calle Tívoli de Bilbao, a escasos metros de aquel semáforo maldito que facilitó el tiroteo del etarra, ayer se depositaron flores y recuerdos. Y entre los que lo hicieron, su viuda y sus hijos… y los miembros de ETA arrepentidos Carmen Guisasola y Andoni Alza.
Rosa Rodero no pudo contener la emoción al recordar a Joseba, su marido. Incluso al apelar, conteniendo las lágrimas, a la reconciliación para que futuras generaciones vivan en paz y «sin ese sufrimiento que durante tantos años hemos llevado».
Minutos después, se besaba con quienes años atrás justificaban asesinatos como el de su marido. Pero el tiempo ha pasado. Y las manos tendidas de ambas partes, en algunos casos, se han encontrado.
La de Rodero sigue extendida. «El pasado es pasado, ahora sólo queda el presente y el futuro», aseguró ayercara a cara a Carmen Guisasola, la que fuera dirigente de los comandos liberados de ETA.
Ella también ha hecho un recorrido personal, en este caso, desde el puro asesinato hasta el reconocimiento del daño causado y la petición de perdón a las víctimas.
Años atrás, quien fuera la primera víctima de la Ertzaintza a manos de ETA había ordenado espiarla. Cuatro años antes de morir asesinado mientras llevaba a la ikastola a su hijo José, la unidad de Goikoetxea detectó a Guisasola en Durango mientras, junto a otro miembro de ETA, robaba un coche que posteriormente fue empleado para colocar una bomba. En abril de 1990, otro operativo en Deusto (Bilbao) a punto estuvo de lograr su detención.
El perdón contenido dado por Rodero a Guisasola fue extendido a otro ex miembro de ETA, la actual pareja de Guisasola, Andoni Alza, quien fue detenido por la unidad antiterrorista de Goikoetxea en octubre de 1991.
Fue el tercer y definitivo arresto, por pertenecer al comando Mendy de la banda. Como Guisasola, también él forma parte del colectivo de presos de la vía Nanclares que han liderado la necesidad de reconocer el daño causado y de activar acciones para su reparación.
Poco antes, Leire Goikoetxea, la hija a la que con apenas 18 meses de vida ETA le arrebató poder recordar a su aita en vida, secundó el mensaje en pos de la reconciliación de su madre. «Me hubiera gustado mucho conocer a mi aita. Estoy segura de que hoy estaría aquí celebrando muy contento el futuro de una Euskadi en paz», aseguró.
Tanto el PNV, partido al que pertenecía Goikoetxea, como la familia y los amigos, habían subrayado el objetivo de convertir el homenaje en un acto de «reconciliación y convivencia» abierto a «todas las sensibilidades políticas» y a todas las víctimas de las «distintas violencias que han desangrado Euskadi».
En gran medida lo consiguieron, porque al homenaje póstumo del ertzaina acudieron no sólo las caras visibles de Bildu, Laura Mintegi y Pello Urizar, sino también familiares de los miembros de HB Josu Muguruza y Santiago Brouard, asesinados a manos de la extrema derecha; familiares de Francisco Javier Gómez Elosegui, psicólogo de la prisión de Martutene, asesinado por ETA; Cristina Sagarzazu, viuda del ertzaina asesinado Montxo Doral; el hermano de Juan Paredes Manot Txiki, fusilado durante el franquismo; y la hermana del ertzaina Txema Agirre.
El presidente del PNV, cuya plana mayor copó el homenaje, cuestionó la «tendencia casi obsesiva» de la sociedad vasca por preguntarse el por qué de uno u otro asesinato y de encuadrar a las víctimas en bandos.
«Ha sido un error», reconoció Andoni Ortuzar, «hoy nos toca superarlo y enmendarlo», fueron sus palabras.
En su intervención «como amigo de Joseba», Ortuzar apeló a cruzar el «puente de la muerte hacia la vida», confiados. Además, insistió en que el recuerdo no puede convertirse en rencor ni «el dolor, en venganza».