El efecto Podemos

EL CORREO 17/02/15
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

Desde este fin de semana, Podemos tiene ya estructuras en el ámbito autonómico con los correspondientes órganos de dirección y representantes electos por la militancia. Se pone fin así a una situación de anómala provisionalidad caracterizada por la existencia de un núcleo dirigente de ámbito nacional, una base de militantes y simpatizantes y, en medio, el vacío organizativo.

En las votaciones para elegir a la dirección de Podemos en el País Vasco han competido tres candidaturas, ninguna de las cuales contaba con la bendición del núcleo dirigente de Madrid. Pablo Iglesias y su equipo han apoyado a algunas de las candidaturas autonómicas, presentadas con la etiqueta común de Claro que Podemos, igual que hicieron antes en el proceso de elección de las estructuras municipales. Ninguna de las listas presentadas en Euskadi tenía el marchamo de la oficialidad de los afines a Iglesias. Esto sólo es un dato que habrá que tener en cuenta en el futuro para ver si de él se derivan consecuencias políticas.

El nuevo partido tiene a partir de ahora dirigentes con nombres y apellidos que lo representan, tiene portavoces reconocidos y, dentro de poco, también tendrá candidatos a las elecciones locales, si es que deciden concurrir a esos comicios.

La irrupción de Podemos ha trastocado las perspectivas electorales de todo el arco político, incluso de aquellos como la izquierda abertzale que se creían a salvo. La entrada en la escena política de Pablo Iglesias y sus compañeros fue acogida con cierta satisfacción en las filas de la izquierda abertzale puesto que contribuía a agudizar la crisis del Estado y a dificultar la gobernabilidad, y todo lo que suponga problemas para la estabilidad del actual marco político es bueno para el convento de EH Bildu. Además, Iglesias venía avalado por algunas escenas de colegueo de herriko taberna con representantes de Amaiur.

Esa visión simpática con respecto a Podemos cambió el pasado mes de diciembre cuando el Euskobarómetro evidenció que el nuevo partido también robaba votos a la izquierda abertzale. Desde entonces las cosas se han puesto serias. En las filas de Sortu y EH Bildu han aparecido críticas internas hacia sus propios dirigentes a los que se acusa de no haber sido capaces de hacer un discurso político claro que evite la fuga de votos hacia Podemos o de haber estado centrados en la política institucional, olvidándose de la calle.

Se aprecia que en algunos municipios algunas personas que estuvieron vinculadas a HB colaboran ahora con el nuevo partido y, sobre todo, que Podemos se hace con una parte sustancial del voto joven que antes tenía como destino natural a la izquierda abertzale.

El efecto Podemos ha agitado las aguas dentro de Sortu y Bildu, aunque todavía no se aprecie en la superficie.