«El mundo de ETA va a intentar que maquillemos su pasado»

Aurelio Arteta presentó en Madrid su libro ‘Mal consentido’. Advierte que, más que los grandes males, «me preocupa más esa penumbra en la que se desenvuelve el mal cotidiano, esa atmósfera diluida, de silencio, miedo, disimulo, de confesiones a medias, de lo que tanto sabemos en el País Vasco».

«ETA intentará maquillar la memoria del pasado tras su derrota». «Veremos atónitos cuántos se arrogarán haber luchado contra ETA y subirse al carro del vencedor». «Hay que pensar cuál es la justicia que debe hacerse a tanta indignidad que ha durado cincuenta años». Éstos son los principales titulares que quedaron sobre la mesa durante la presentación en Madrid del libro del catedrático de Filosofía Moral navarro Aurelio Arteta, Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente (Alianza Editorial). Durante la presentación, el autor estuvo arropado por el también filósofo Fernando Savater y por la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua.

Arteta (Sangüesa, 1945) reflexiona en su libro sobre el mal social. Al hilo de toda la bibliografía desencadenada en torno al holocausto judío, argumenta que «a diferencia de los males de naturaleza privada, los males públicos no sólo los causan unos pocos y los sufren bastantes, sino que requieren a muchos más que los consientan». A pesar de que el libro no nombra a ETA, Arteta reconoce que la sociedad vasca contemporánea está ahí como su primera inspiración. Y el hecho de que tanto Pagazaurtundua como Savater prologaran la presentación del libro con las propias experiencias del calvario sufrido en el País Vasco propició que casi todo el encuentro con los medios se centrara en los silencios vascos.

«Nosotros hemos sufrido», decía Savater, «cómo la indiferencia termina por convertirse en una aliada excepcional de los males del terrorismo». Cree que la reflexión del libro sirve también para la sociedad del País Vasco y para juzgar la situación aislacionista de esas personas que piensan que pueden vivir en una burbuja al margen de los demás, «acorazándose en lo que a uno le interesa y sin sentirse concernido de una manera personal y moral por cuanto ocurre». Por su parte, Pagazaurtundua confesó cómo durante muchísimo tiempo había tenido que buscar en bibliografía dispersa «luz para poder entender las pesadillas que estábamos viviendo cuando no sólo éramos perseguidos por organizaciones que tenían un sistema para ejercer el mal con impunidad, sino también por la indiferencia o incluso el rechazo de entornos más cercanos». Ese mal «difuso y pegajoso» caía sobre los afectados, que incluso llegaban a defender esa persecución «sin ser siquiera conscientes de la extraordinaria red del mal que se tejía a su alrededor».

Arteta admitió que su libro es incómodo e indignante porque habla del mal social y del mal publico en particular, «el que se hace en nombre de todos y además justificando presuntos bienes». Advirtió que no sólo habla de los grandes males como Auschwitz o ETA sino que sobre todo insiste en el mal ordinario. «Me preocupa tanto o más esa penumbra en la que se desenvuelve el mal cotidiano, esa atmósfera diluida, difusa, de silencio, miedo, disimulo, de confesiones a medias, de lo que tanto sabemos en el País Vasco pero que cada cual la percibe también en sus ambientes».

¿La sociedad vasca sigue siendo espectadora? Las cosas han cambiado pero no lo suficiente, afirman Arteta, Savater y Pagazaurtundua. «Sigue habiendo hostigamiento, extorsión, no se repudia a quienes pagan a ETA. En el País Vasco se ha producido además una inversión importante: olvidar que la política es parte de nuestras obligaciones morales y haber consentido determinadas estructuras políticas, haberse desentendido en lugar de intervenir», afirmó Savater. También Pagazaurtundua cree que las cosas han mejorado en el País Vasco. «Pero todavía tendremos muchos problemas en lo que falta por recorrer. El mundo de ETA, incluso si es derrotada, va a intentar ganar la batalla política de la legitimación de su historia, y va a intentar que de alguna manera maquillemos su pasado y desde luego, cuando dicen que la excarcelación de etarras es una cuestión técnica es otra trampa de lenguaje: eso es impunidad. Tendremos que seguir trabajando». Savater añade: «Ya verás cómo los mismos que fueron indiferentes al mal, en cuanto el mal acabe se apuntan a la lista de los beneficiarios».

Arteta cree que una parte de la sociedad vasca ha reaccionado, pero el pecado de la indiferencia terminará pasando factura, así que la redención de grandes grupos de esa sociedad va a tardar en darse quizás alguna generación más. «Pero lo que me preocupa de esta situación es que la gente pueda seguir siendo indiferente ya no ante males brutales cometidos por ETA, sino ante males más ordinarios, conductas relacionadas por ejemplo con la política lingüística o con determinados planes de educación para la paz en lugar de educación para la justicia».

DIARIO DE NAVARRA, 22/11/2010