«En mi interior, deseo la muerte de Bolinaga»

EL MUNDO 11/07/13
ENTREVISTA MARI MAR BLANCO

Sus ojos turquesas resplandecen cada vez que alguien menciona la figura de Miguel Ángel Blanco. 16 años no han sido suficiente anestesia para aplacar el inmenso dolor de perder a un hermano por la barbarie etarra. Mari Mar Blanco, presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo y madrina de la política antiterrorista del PP, sólo quebranta su habitual corrección política cuando alguien invoca a los fantasmas de Bolinaga o Txapote, aquél que congeló las venas de una joven que, a dos días de conmemorar el asesinato del ex edil de Ermua, exhibe en EL MUNDO su repugnancia más absoluta hacia ETA.

Pregunta.–¿Hay odio en Mari Mar Blanco 16 años después?
Respuesta.–Sí, pero no me gusta decirlo públicamente porque nunca he querido trasladárselo a mis hijas ni a los estudiantes a los que me dirijo. Tenemos que mirar hacia adelante, porque con odio y rencor no podremos avanzar.
P.–¿Cómo recuerda a su hermano?
R.–Era muy familiar y muy de hacer fiestas en casa. No era ambicioso y valoraba las cosas sencillas. Recuerdo el último día que hablé con él, un domingo 1 de marzo, que yo cogía un avión para irme a Escocia. Él se enfadó porque me iba seis meses fuera, aunque me prometió que vendría a visitarme ese verano. Nunca quiso entender que mi ilusión fuese terminar fuera de Ermua.
P.–¿Qué le diría si pudiese volver a encontrarse con él?
R.–Le tendría que pedir perdón por no haber estado más cerca como él quería; yo siempre he sido muy independiente. Desde su asesinato, he aprendido a valorar más el día a día y a tener cerca a mi familia, porque no sabes lo que te puede pasar mañana. Muchas veces, sueño que hablo con él.
P.–¿Cree que el Espíritu de Ermua resucitaría si ETA volviese a atentar?
R.–Quiero pensar que la respuesta volvería a ser un Espíritu de Ermua. La respuesta tendría que ser la unidad social y de todas las fuerzas políticas.
P.–¿Hubiese pensado, cuando agarró aquel micro en Ermua, que se convertiría en la mano derecha del ministro del Interior?
R.–No me considero su mano derecha, aunque sí que me escucha. Yo, cuando agarré ese micrófono, lo hice con las ganas de buscar la libertad de mi hermano y para que no hubiese nunca más otro Miguel Ángel Blanco.
P.–¿No se siente un ángel de la guarda ante las víctimas?
R.–No me siento su protectora, sólo intento trasladar la idea de que el Gobierno está haciendo las cosas como las tiene que hacer.
P.–Algunos le acusan de ser un títere del PP.
R.–Nunca me he sentido utilizada ni por el PP ni por el Gobierno. Siempre he tenido absoluta libertad de actuación y manifestación. Este Gobierno no me ha dado razones para manifestarme en el sentido contrario. Y, si se desvía, alzaré la voz claramente.
P.–Usted ha defendido al Ejecutivo por su gestión del caso Bolinaga. ¿Lo habría hecho de no pertenecer a la órbita popular?
R.–El hecho de que Bolinaga no esté en la cárcel no es una decisión del ministro.
P.–¿Y se fía del informe vasco?
R.–Me fío más del informe que le ha pedido la AVT a la Audiencia Nacional. Y, si Bolinaga tiene salud para tomar potes, rabas y chiquitos por Mondragón, debe tener salud para volver a la cárcel.
P.–¿Desea su muerte?
R.–Ya sé que es políticamente incorrecto, pero en mi interior sí la deseo.
P.–¿Están más contentas las asociaciones de víctimas con el Gobierno después de un abrupto inicio de legislatura?