España como agravio

EL MUNDO – 03/08/15 – ARCADI ESPADA

Arcadi Espada
Arcadi Espada

· Hace semanas Mas publicó su ‘Crónica de una ofensiva premeditada’ y el Gobierno aún no le ha respondido.

El primer párrafo del documento Crónica de una ofensiva premeditada, publicado hace algunas semanas por la Generalidad de Cataluña, es importantísimo. El documento tiene 102 páginas, pero a los que tengan prisa les bastará con esas 96 palabras. Éstas son las primeras del párrafo: «Este documento no debería haber existido, y en su caso, tendría que haber sido más breve». Y éstas son las últimas: «Desgraciadamente el texto que presentamos no es extraño en la historia de las relaciones entre Cataluña y el Estado español, como vemos en El Memorial de Greuges o Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña (1885) o La Representació[n] o Memorial de Greuges (1760), que presentaron a Carlos III los diputados representantes de las capitales de la extinta Corona de Aragón.»

FORMATO PAPEL

Empecemos por la primera impostura. Querrían haberlo hecho más breve, pero las injusticias son de tal importancia que ocupan 102 páginas obligatorias. Pues he aquí el apocalíptico agravio que figura en la página 65: «Uso preeminente de medios electrónicos para la tramitación administrativa. El Estado tiene la voluntad de configurar el procedimiento electrónico como único posible, cuestionando la viabilidad del procedimiento en formato papel sin hacer mención al régimen de transición de un modelo a otro y sin atender las posibilidades y particularidades de cada una de las administraciones».

HISTORICISMO

La segunda impostura es aún más interesante y descriptiva del gusto del nacionalismo por la invención de la tradición. Ninguno de esos documentos previos, ni el que se entregó a Carlos III ni el que se entregó a Alfonso XII, se llamó Memorial de Greuges [agravios]. Al de 1760 lo bautizó así el historiador Enric Moreu Rey, en 1968. El de 1885 fue una invención político-periodística, contemporánea a la presentación, aunque se guardaron de llamarlo así oficialmente. Como me explica el historiador Ramon Grau, memorial de agravios es una figura del Derecho medieval. Los estamentos presentaban ante el Rey una relación de los agravios que se habían producido desde la anterior convocatoria de Cortes. El sintagma llevaba implícita la noción de incumplimiento, además de la de ofensa, inclusión que ha desaparecido en su significado actual, más agresivo. Así pues, el apego a la tradición sólo puede justificarse, humorísticamente, en que este documento del Gobierno de Artur Mas tampoco se llama Memorial de Greuges. Aunque es, ciertamente, el que mejor podría reivindicar esa semántica.

La comparación historicista tiene intereses añadidos. El primer memorial es una reivindicación de la reacción y del antiguo régimen frente a la voluntad de organizar un Estado. La pértiga del historicismo permite asociarlo con la reacción nacionalista de hoy frente a la globalización y al proyecto europeo. En cuanto al de 1885 cabe decir que Alfonso XII sólo pudo oírlo, y cuentan que con la mejor disposición, porque murió a los pocos meses. Sería su biznieto Juan Carlos I el que lo pondría negro sobre blanco: Valentín Almirall, que fue su principal promotor y español a fuer de catalán, habría visto sus sueños colmados en la Constitución de 1978.

OFENSIVA PREMEDITADA

Esta Crónica de una ofensiva premeditada ofende y practica el juicio de intenciones desde el mismo título. Respecto a las decisiones del Gobierno, los nacionalistas tienen el mismo problema intencional que la izquierda frente a la derecha. La izquierda cree que la derecha ha venido a diseminar el mal en el mundo (por el contrario, la derecha cree que las decisiones de la izquierda tienen un déficit de inteligencia antes que de buena fe) y los nacionalistas creen que el principal objetivo del Gobierno del Estado es exterminarlos: laminar la autonomía, como dicen con su habitual lenguaje húmedo. Lo que el título anuncia es el eje moral de ese documento: las decisiones del Gobierno central respecto al Gobierno autónomo no están dictadas por la discrepancia política sino por el afán de liquidación nacional. Es una ofensiva y es premeditada.

EL (NO) DERECHO A DECIDIR

El memorial tiene la virtud de exhibir con precisión el imaginario de agravios del nacionalismo catalán en esta hora que, tras la de la dictadura de Franco, es la peor de su historia. Arranca la exposición con el fundamental y más estupefaciente agravio, que es la negación por parte del Estado del derecho a decidir de los catalanes… Lo que corresponde a todos los españoles.

DÉFICIT CON TRAMPA

A continuación se instala el capítulo, de un olor viejo y espeso, que trata del déficit. Todas las trampas metodológicas están presentes: la prevalencia del cálculo por flujo monetario frente a la alternativa racional del flujo por beneficio, o las segmentaciones cronológicas ideales para que el déficit muestre su panza más engrosada. Las cifras del déficit catalán son equiparables a las de las otras ricas regiones europeas, asunto naturalísimo si se piensa que el sentido de los impuestos no es devolver su costo en especie al que los paga, sino redistribuir la riqueza; y que son los catalanes, y no Cataluña, los que pagan impuestos, del mismo modo que son las personas, y no los territorios, las que tienen derechos lingüísticos. Pero en el apartado subyace, desde luego, la quiebra solidaria. Los nacionalistas creen que esa redistribución puede y debe darse entre los catalanes, pero la cruda verdad es que no ven razones para compartir su riqueza con el resto de los españoles.

LA LENGUA

Aunque es probable que alguien lo considere un capítulo lisérgico, hay lugar para el agravio lingüístico en el documento. El Gobierno de una comunidad autónoma donde los ciudadanos no pueden educar a sus hijos en la lengua oficial del Estado (plusmarca sólo compartida con Groenlandia y con el régimen de las Islas Feroe, país autónomo del reino de Dinamarca); un Gobierno que sanciona a las empresas privadas si no siguen sus criterios lingüísticos, que ha incumplido con orgullo sentencias judiciales en la materia y un Gobierno, en fin, que a fuerza de transfusiones económicas ha dado a su lengua propia un estatus insólito en su historia, incluye entre sus agravios una ley que intenta darle a la lengua oficial española una presencia educativa que se cifra en un respetuoso, casi servil, 25% de las horas lectivas. Pero la lengua es el agravio diferencial y el que nombra al resto.

EL PODER ESPAÑOL

Algo último, y extendido a lo largo de las 102 páginas: la confusión continua y deliberada entre el Estado y el Gobierno. El presidente de la Generalidad ha cruzado una frontera decisiva: su enemigo es ya cualquier Gobierno español. Los socialdemócratas pueden atender su momento, federal y asimétrico, perfectamente sentados. La crónica rebosa de pruebas empíricas sobre el particular. Las decisiones que el PP ha tomado sobre el IVA cultural o sobre la unificación de criterios para la obtención del carné de artesano figuran entre los agravios. Porque destruyen el sistema cultural ¡catalán! o… protegen la unidad de mercado española. Cualquier decisión gubernamental es susceptible de convertirse en agravio. Una y su contraria: a veces se censura la centralidad porque es un engorro, otras se reclaman esos engorros que la centralidad arrasa. Para el nacionalismo ya no importa el signo del poder español, sino que ese poder exista.

SIN ALTURA, PASIÓN NI VERDAD

La construcción argumentativa del documento es decepcionante, sea cual sea el punto de vista que se adopte ante el secesionismo. Respecto a los otros memoriales le falta altura, pasión y verdad. Su deficiencia, sin embargo, está lamentablemente justificada.

A un mes de su publicación, el Gobierno de Rajoy aún no ha creído necesario tomarse la molestia de responderlo letra por letra, fiskeándolo, y dejándolo puramente inerme. Un voluntarioso, pero insuficiente, documento del PP catalán ha sido la única respuesta gubernamental.

A veces el presidente Rajoy tiene dificultades para saber qué es hacer política y especialmente qué es hacerla en el caso del secesionismo catalán. Tienen detalladamente expuesto el guión de la mascarada y ni siquiera se han tomado la molestia de leerlo.

La primera condición para hacer política está en el verbo. Hacer. Hay que trabajar. ¡En realidad, sólo se trata de cumplir el último lema electoral! Trabajar. Hacer. Crecer. Eso decía el PP. Pero los únicos que trabajan día y noche en este asunto son los secesionistas. Para ellos quizá no se trate de un trabajo. Es raro que España, dolor, destino, madre, no sea un trabajo.