ETA, FARC y la manoseada «Paz»

EDURNE URIARTE, ABC – 28/04/15

Edurne Uriarte
Edurne Uriarte

· El Gobierno de Colombia dice las mismas cosas que decía el de Zapatero para justificar su negociación con las FARC.

Mi amigo Plinio Apuleyo Mendoza, escritor, embajador y activista por la libertad colombiano, citaba mi libro Desmontando el progresismo en su polémica con el embajador de Colombia en las páginas de este periódico la semana pasada. ¿Causa de la polémica? La misma que nos ha enfrentado en España cuando el expresidente Zapatero decidió negociar con la banda terrorista ETA. Las discrepancias de activistas como Plinio con el Gobierno de Colombia por su negociación con las FARC, muy parecidas a las que muchos tuvimos con el Gobierno de Zapatero.

Porque he aquí que el Gobierno de Colombia dice las mismas cosas que decía el de Zapatero para justificar su negociación con los narcoterroristas de las FARC. Para mi profundo asombro. Lo cierto es que cuando publiqué mi libro en primavera de 2012, con un capítulo sobre ETA y las FARC, no podía imaginar que a fines de ese mismo año iba a empezar una negociación con los terroristas con el mismo discurso, exactamente el mismo que Zapatero, sobre la paz.

Aquello de la justificación ética de la negociación con asesinos por el bien superior de la paz. Y aquello de que quienes nos oponemos a tal negociación seríamos personas amantes de la guerra y con miedo a la paz. Que es como decir que las democracias que lucharon durante décadas contra el terrorismo, la nuestra, la colombiana, con sus cuerpos policiales, sus soldados en el caso colombiano, sus políticos, sus activistas de los movimientos ciudadanos, eran todos unos amantes de la guerra que perdieron varias décadas poniendo su vida en peligro contra el terrorismo.

Cuando un Gobierno se pone a negociar con un grupo de asesinos, hay normalmente dos tipos de causas, deseo de pasar a la historia como el estadista de la paz cuando la ideología del grupo terrorista no le repugna completamente, caso de Zapatero. O tal fortaleza del grupo terrorista, por sus dimensiones, por el control de un territorio, que un Gobierno puede decidir que le será imposible ganar policial o militarmente, ¿caso de Colombia?

El colmo es que unos y otros se pongan después a convencernos de que la causa es una superior motivación ética. Cuando lo que hay es una destrucción de los principios democráticos, aquellos por los que murieron tantas personas a manos de los terroristas. Juan Manuel Santos lo ha reconocido parcialmente cuando ha dicho que «la clave es cuánta justicia se sacrifica en aras de la paz». Y digo parcialmente porque es algo más que justicia, se sacrifica la propia democracia cuando el Estado que pidió resistencia a sus policías, a sus militares ya sus ciudadanos, se sienta con los asesinos. Y, además, en Cuba, en el caso colombiano. Que es algo así como que el Gobierno estadounidense se hubiera sentado en la Sudáfrica del apartheid a negociar con el Ku Kux Klan. Sí, comparación desagradable, pero perfectamente pertinente cuando estamos hablando de asesinos y de negociación.

Recuerdo muchas conversaciones con Plinio sobre ETA y sobre las FARC y sobre los mismos problemas intelectuales para combatirlas, en España, en Colombia y en el mundo. La ignorancia internacional, el discurso del conflicto y las dos partes, las simpatías de la extrema izquierda y la comprensión de la izquierda moderada, la coartada de la paz… Años después, Plinio y yo seguimos en minoría y el discurso de la paz terrorista, en pleno auge.

EDURNE URIARTE, ABC – 28/04/15