Fábulas Griegas

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 11/02/15

· El problema va a ser quién pagará las facturas griegas. Venían pagándolas sus socios europeos.

Sabían que los peluqueros griegos, como los mineros, podían prejubilarse al estar considerada de riesgo su profesión? «¿De riesgo?», preguntarán ustedes extrañadísimos. Sí, por manejar tintes y lacas peligrosos. Yo tampoco lo sabía hasta leer un informe sobre las normas laborales que han regido en Grecia, donde miles de muertos (el número exacto aún no se conoce) siguen recibiendo su pensión, al no haberlos dado por fallecidos sus familiares. ¿Cómo ha podido seguir funcionando ese país? –se preguntaba uno al terminar el informe–.

¿De dónde han sacado el dinero para todo ello? Pues muy sencillo: del resto de Europa. Van ya tres «rescates», por un total de 320.000 millones de euros, y Grecia está peor que nunca, ya que no son sólo los ricos, que los hay, y a lo grande, los que no pagan impuestos, sino los ciudadanos de a pie quienes viven del erario público, que a su vez ha venido viviendo de los dineros que le llegaban de Bruselas. Bajo los gobiernos socialistas o conservadores, tanto daba, que eran, con su amplia red clientelar, los primeros en gozar de la mamandurria.

Hasta que los socios comunitarios –crujidos por la crisis– han dicho basta y les han exigido poner en orden no sólo sus cuentas, sino también su entera administración y, en último término, su estilo de vida. Ante lo que los griegos han vuelto a dar muestras de su astucia, eligiendo un gobierno capaz de demostrar que la suma de los ángulos de un triángulo no son 180 grados, sino 500, contra todo lo que dijo Pitágoras y la experiencia. Autor de la fórmula es ese señor descorbatado y con chupa de cuero que se ha paseado por las cancillerías europeas para vender la moto en la que suele ir al despacho: el nuevo ministro de finanzas griego, Yennis Varufakis, cuyo libro «El Minotauro global» une las fábulas de Esopo con los embelecos de Ulises, «el más astuto de los hombres», según Homero.

Consiste en negar que el conflicto esté planteado entre las «laboriosas hormigas centroeuropeas y las holgazanas cigarras mediterráneas», sino entre los coaligados capitalistas del norte y del sur y los explotados trabajadores del sur y del norte. «El día que esos trabajadores se den cuenta –dice–, se unirán para acabar con tal explotación y establecer una Europa justa, social y benéfica». O sea, la revolución de los que no tienen nada contra los que lo tienen todo, de la que venimos oyendo desde Marx y, al parecer, ha empezado en Grecia.

Una revolución que ya se ensayó en la Unión Soviética sin demasiado éxito. No importa, siempre habrá quien se trague este tipo de patrañas. El problema va a ser quién pagará las facturas griegas. Venían pagándolas sus socios europeos, pero estos van a decir al nuevo primer ministro griego hoy en Bruselas que se acabó lo que se daba. Puede que con otras palabras, pero sí con hechos: no habrá más dinero si insiste en seguir con las fábulas y la Odisea. Y ya verá a fin de mes, cuando tenga que pagar las nóminas.

Al que seguro no le faltará para pagar la gasolina de su moto será al ministro.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 11/02/15