Fin de la sociedad de socorros mutuos

ABC 05/08/14
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Bonet Ferrer ha tenido que plantar cara y aguantar durante años el acoso del nacionalismo engendrado por el pujolismo

Refería ayer en ABC Hughes –con buen tino– que a Pujol «siempre le ha acompañado la familia». Esa es una característica de los líderes visionarios y de origen modesto. Buscan en su entorno más inmediato alguien de su absoluta confianza. Claro que eso puede que no siempre salga bien del todo. Ejemplo de libro –valga la retranca– es el de Francisco Franco (Salgado-Araujo) que fue el secretario de su primo homónimo y dejó escritas unas memorias para publicar a la muerte de ambos. En la obra, reeditada ahora, se despelleja a bastantes de los que pasaban por El Pardo o prestaban allí sus servicios. Y no eran precisamente opositores.

La duda hogaño es cuánto tardará en resquebrajarse la atalaya conformada por todos los que se han ido beneficiando del nacional-pujolismo. De los que han creído en el nacionalismo catalán como sociedad de socorros mutuos. Una sociedad profundamente corrupta en la que igual se empleaba el Palacio de la Música Catalana para lucrarse una familia y un entorno, que en la sociedad deportiva catalana por antonomasia, el Barça, se suceden los casos de corrupción fiscal, tanto desde la dirección del propio club como desde jugadores estrella surgidos de la cantera. Hay infinidad de ejemplos. Y algunos creemos que el silencio de ERC estos días no es sólo porque el pujolismo les haya asado el pavo y éste esté casi listo para ser deglutido. Es lógico que no quieran estropear la manduca. Pero, además, es probable que no les convenga hacer leña del árbol caído. Porque al vivir en una sociedad de socorros mutuos, los contagios son inevitables. Y quizá estén más extendidos de lo que sea posible predecir.

En este contexto vienen a la cabeza aquellos catalanes que han sido capaces de alzar la voz y plantar cara. Algunos lo han hecho con mucho valor desde Sociedad Civil Catalana. Pertenecen principalmente al ámbito intelectual y académico. Y con los muy limitados recursos que tienen han librado batalla en desventaja frente a quienes se defienden desde lo alto de la atalaya. Y en este campo hay también algunas empresas admirables, como es el caso de Freixenet, que produce un símbolo de Cataluña como es el cava. Y entre todos esos cavas catalanes produce uno de los mejores –como es universalmente reconocido–. Su presidente, José Luis Bonet Ferrer, y el resto de la familia Ferrer han tenido que plantar cara y aguantar durante años el acoso del nacionalismo engendrado por el pujolismo. Todavía sufren ese acoso. Por eso creo relevante señalar que su papel empieza a ser reconocido por la sociedad civil en otras partes de España. Es el caso del homenaje que hoy reciben Bonet Ferrer y Freixenet por parte de la Asociación Cultural Plaza Porticada en Castañeda (Cantabria). Un reconocimiento de su valor cívico frente al acoso. Una renuncia a integrarse en la sociedad de socorros mutuos donde –hasta ahora al menos– la vida era más confortable.