Gómez, Sánchez y cía

IGNACIO CAMACHO, ABC – 12/02/15

· Desestabilizado por la competencia de Podemos, el PSOE ha entrado en una dinámica suicida de combate consigo mismo.

SI el PSOE tuviese un problema, por grave que fuese, podría solucionarlo. Lo malo es que los tiene por docenas, uno para cada solución, y enredados como cerezas en un cesto; un embrollo descomunal, un lío morrocotudo, un descalzaperros con ribetes de autosabotaje. Ha entrado en una dinámica suicida de combate consigo mismo, y eso es lo peor que le puede ocurrir a un partido. La competencia de Podemos lo ha desestabilizado de tal modo que amenaza con una catástrofe. Sin programa, sin ideas, sin liderazgo y con una hoguera interior que lo consume de impaciencia, inestabilidad y nervios.

El disparatado episodio de Madrid, con su enorme repercusión por el carácter emblemático de la plaza, es una bomba en la sala de máquinas. Ya resultaba extravagante que Tomás Gómez continuase siendo el candidato sin el respaldo de la dirección ni de las encuestas, investigado por la justicia y atropellado por la sombra de un carísimo tranvía fantasma: una apuesta quemada de inicio, un chicharro político. Pero al riesgo de echarlo con un golpe de mano a tres meses de las elecciones se ha sumado la insólita rebeldía del destituido, que amenaza con recurrir a unos tribunales donde es probable que le esperen para imputarlo por malversación o desvío de fondos. El rebota así contra el secretario general para convertirse en el

lo peor que le puede pasar a un líder es que no se le reconozca autoridad. Y con un asunto de corrupción de fondo. El asunto es decisivo para el jefe de la oposición, falto de arraigo y sometido a la abierta hostilidad de gran parte de los del partido, que no pierden ocasión para atizarle entre los costillares aviesas puñaladitas de pícaro.

De cualquier modo, pase lo que pase, el PSOE ha vuelto a tirar Madrid, su territorio prohibido. Se trata de un caso asombroso de contumacia en el fracaso, pero ésta vez la derrota puede producirse por simple incomparecencia voluntaria. Las elecciones de mayo serán en la práctica un duelo entre el PP y Podemos, y en la hipótesis de que para entonces continúe en su cargo Pedro Sánchez puede encender velitas para que los conservadores alcancen la mayoría absoluta. Si no lo logran va a tener que tomar la odiosa decisión de elegir a quién entrega el poder de la comunidad. Cualquier opción será letal.

La de escoger a Podemos arrasaría sus propias posibilidades de captar voto moderado en las generales, y la de dejar gobernar al PP otorgaría a los de Pablo Iglesias la baza con que sueñan en sus días más eufóricos. Así es la gravedad del destrozo. Por no hablar de las manos abrasadas del aspirante a la alcaldía, Antonio Carmona, que hace tres días las puso en el fuego por la idoneidad y limpieza de Gómez. Menos mal que no puso también los pies. Todavía puede usarlos para salir corriendo de la catástrofe.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 12/02/15