Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El Gobierno aprobó ayer la reforma del subsidio de desempleo. Una cuestión compleja e importante para los afectados, cuyo primer intento fracasó por culpa de los enfrentamientos cruentos y habituales entre Yolanda Díaz y su actual conglomerado de Sumar con sus antiguos socios de Podemos cuando estos pasaron al cobro varias letras plagadas de agravios y desplantes. Uno oye a la vicepresidenta Díaz y se maravilla ante su insistencia y su capacidad de levantarse de la lona a la que le envían de vez en cuando sus colegas y siempre, en cada cita electoral, sus votantes. Ella se preocupa de nuestro bienestar y se obsesiona con nuestros derechos, que relaciona en una lista interminable en la que no tienen cabida ninguna obligación, ningún deber y ninguna exigencia.

Lea el acuerdo. Eso está muy bien -a ver quién es el guapo que se opone-, pero estaría mejor si encontrara tiempo algún día para ocuparse del fomento de la actividad, del incremento de las inversiones, de la mejora de las productividades, de la reducción del absentismo y otras menudencias del mismo tipo.

El Gobierno cerró también ayer un acuerdo que había quedado varado como consecuencia del fracaso de esta reforma, referido a la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales. Una cuestión que tiene más carga política que económica, que cuenta con el respaldo no solo del PNV, sino de los sindicatos vascos e, incluso, de la patronal Confebask, en disputa con la CEOE, que habla de ruptura del mercado interior. Sin duda lo romperá, al menos en la cuestión de los salarios y las condiciones laborales, pues es bien conocida la fortaleza y la capacidad de presión de los sindicatos vascos, tanto mayor cuanto mayor sea su adscripción nacionalista.

La posibilidad de orillar el acuerdo estatal solo funcionará en un sentido: los convenios que se firmen en el ámbito vasco serán mejores para los trabajadores vascos y más costosos para las empresas vascas. Así que no veo en qué manera eso pueda perjudicar al resto de empresas que trabajan en el mercado interior español, aunque dudo de que el acuerdo mejore el atractivo del País Vasco como receptor de inversiones. Si ya encabeza la lista de los mayores salarios, las menores horas trabajadas y el mayor número de huelgas y conflictos, la desaparición del ‘escudo protector’ que ejercían los convenios estatales no mejorará el panorama. Pero si la patronal vasca lo aprueba… pues nada que objetar.