La CUP choca con Junts pel Sí por los Mossos d’Esquadra

EL MUNDO – 29/10/15

· Suspende una reunión tras criticar el arresto de nueve anarquistas acusados de terrorismo.

· Una operación de los Mossos d’Esquadra contra un colectivo anarquista acusado de terrorismo evidenció ayer las profundas diferencias de fondo que mantienen Junts pel Sí (JxSí) y la CUP.

Unas grietas que afloraron, además, menos de 24 horas después de la declaración solemne que ambos grupos presentaron en el Parlament para dar inicio a la «desconexión» con España.

Cuatro horas después de que se conocieran nueve detenciones realizadas en Barcelona y Manresa de presuntos miembros de los denominados Grupos Anarquistas Coordinados (GAC), acusados de acciones «terroristas», la izquierda radical anunció que suspendía una reunión prevista para ayer por la tarde con JxSí. Por la noche, varios diputados de la CUP –Anna Gabriel, Josep Manel Busqueta y Julià de Jòdar, entre ellos– se sumaron a la manifestación que se convocó en el barrio de Gràcia para pedir la libertad de los detenidos y denunciar un supuesto «montaje» contra los anarquistas.

En un comunicado, la CUP justificó su desplante a JxSí al considerar que el Govern en funciones –cuyos miembros forman parte de la coalición– traicionó el espíritu del acuerdo firmado el martes para romper con el Estado. Especialmente por haber permitido que los Mossos d’Esquadra «ejecuten las órdenes de la Audiencia Nacional», órgano judicial que dio luz verde a la segunda fase de la operación Pandora contra el terrorismo.

La CUP sostiene desde antes de las elecciones del 27-S que el éxito del proceso soberanista pasa por «desobedecer al Estado» en todos los ámbitos. Y eso incluye, de forma esencial, a «los tribunales españoles represores y herederos del Tribunal de Orden Público franquista». En el comunicado emitido ayer, la organización independentista acusaba a los Mossos de haber hecho todo lo contrario, al lanzar un operativo ordenado por la Audiencia Nacional y que la CUP atribuye «a la represión de los movimientos populares». Según sostuvieron, en la nueva república catalana cualquier acción policial «represiva no tiene cabida».

La CUP aprovechó el momento para lanzar un dardo contra los Mossos y anunció que, si se alcanza la independencia, «se erradicarán prácticas policiales que vulneren los derechos fundamentales de las personas».

La reacción de la CUP únicamente recibió la respuesta del conseller de Interior en funciones, Jordi Jané. Éste, no obstante, se limitó a rebajar la responsabilidad de los Mossos y atribuyó las detenciones a «una operación ordenada desde la Audiencia Nacional» y cuyas consecuencias «fueron las esperadas».

A primera hora de la mañana decenas de agentes de la Brigada Móvil –antidisturbios– iniciaron 10 registros repartidos entre los barrios de Sants, Sant Andreu y Gràcia de Barcelona, además de en dos viviendas particulares en Manresa. La segunda fase de la operación Pandora se saldó con nueve detenciones por presuntos vínculos con los GAC, un colectivo al que la Justicia y las unidades de información de la Policía Nacional y los Mossos atribuyen la colocación de explosivos en cajeros automáticos de Barcelona entre 2012 y 2013 y la de los artefactos que hace dos años estallaron en las basílicas del Pilar, en Zaragoza, y de La Almudena, en Madrid.

La primera fase de la operación Pandora se llevó a cabo también en Barcelona, Manresa y en Madrid en diciembre de 2014. En aquella ocasión se realizaron 11 detenciones, también por pertenencia a «organización terrorista». Pese a la gravedad de los delitos, los siete únicos encarcelados por orden del juez fueron puestos en libertad un mes después tras abonar una fianza de 3.000 euros.

En aquella ocasión, la CUP, por entonces sólo con tres diputados en el Parlament y sin la influencia política actual, ya acusó a los Mossos y la Audiencia de orquestar «un montaje» sobre los anarquistas. Ahora, con 10 diputados y la llave para que el proceso soberanista avance, la formación advierte de que la «represión contra los movimientos populares no puede tener cabida».

EL MUNDO – 29/10/15