La Guerra es de todos

ABC 07/02/15
HERMANN TERTSCH

· ¿Van a amenazar a Moscú con aceptar a Ucrania en la OTAN y extender su paraguas nuclear sobre este país? No parece probable

La canciller Angela Merkel y el presidente francés François Hollande salieron literalmente corriendo el jueves, en su función de bomberos de último recurso, hacia el incendio en el este europeo que amenaza, por su inmenso peligro, gravedad y potencial destructivo, con convertir en nimiedad cualquier otro problema. Una guerra abierta en el este de Ucrania, con el Ejército ruso en avance hacia el oeste, no es ya una amenaza, sino una realidad. Y una escalada descontrolada de la misma podría ponernos al borde del abismo, hacernos olvidar o parecer ridículo todo lo demás, deuda griega, paro, euro y terrorismo islámico incluidos.

Lo cierto es que a Merkel y Hollande parecen haberles alarmado menos los avances rusos de pasadas semanas que el anuncio de que Washington se prepara para suministrar armas al Gobierno de Kiev.

De nuevo tiene que llegar de fuera de Europa un impulso para que sus líderes recuerden que se habían comprometido para defender una integridad territorial de Ucrania que parece cada vez más lejana. Las tropas rusas se mueven ya sin ningún recato junto a los separatistas por las regiones ucranianas ocupadas. La línea de frente que se pret e ndí a haber estabilizado en los acuerdos de Minsk son ya historia por los avances rusos habidos. Vladimir Putin continúa su política de hechos consumados y conquista más territorio ucraniano.

Pocos dudan de que, en caso de considerar asumible el coste, lo anexionará en su momento, como hizo con Crimea. Y Europa no declarará la guerra a Rusia por Ucrania. Lo cierto es que Putin no tiene intención de respetar fronteras si tiene posibilidades de violarlas impunemente como en las regiones de Lugansk y Donestk. Y su última agresión a la costa del mar de Azov, a objetivos civiles a Mariupol, revelan que mantiene la ambición de abrir un corredor de tierra hasta Crimea.

El mismo argumento de «liberar a los rusos» que utiliza en las regiones orientales le valdría después para seguir hasta Odessa y después a Transniestr en el este de Moldavia. Para despedazar Ucrania y dejarla sin acceso al Mar Negro. Merkel y Hollande estuvieron en Moscú para disuadir a Putin de planes de este tipo. Pero con apenas más armas de disuasión. ¿Van a amenazar a Moscú con aceptar a Ucrania en la OTAN y extender así su paraguas nuclear sobre este país? No parece probable.

Pero Merkel no puede ya llamarse a engaño con la deriva de Putin. Sabe que el supremo peligro está en que Putin solo se frenará ante una f uerza s uperi or. Y que no se está mostrando. Hay un razonamiento correcto en esta lógica: nadie podrá nunca suministrar las armas necesarias a Ucrania para compensar todo el armamento de que dispone Putin para poner sobre el terreno en esa region. En este sentido tiene razón Merkel en que no hay una solución militar a la crisis. No la hay en la escalada. Pero si todo lo que hace la OTAN son ademanes vacíos, sí que habrá una solución militar y será la que quiera Moscú. Si esto sucede, la amenaza dejaría de estar en la frontera oriental ucraniana para pasar a la frontera oriental polaca y en las bálticas. Y entonces, con el «casus belli» consumado, lamentarían los europeos, como siempre demasiado tarde, no haber disuadido con eficacia cuando se pudo a un enemigo que no ocultó nunca sus intenciones.