La médula de la libertad

IGNACIO CAMACHO – ABC – 20/08/15

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· La fijación antisemita retrata con sombríos trazos memoriales un proyecto totalitario de intransigencia ideológica.

En medio del relajo veraniego quedaba en España suficiente sensatez de guardia para impedir el atropello del veto a un cantante judío en cierto festival castellonense. Todavía existe músculo resistente ante la crecida extremista que ha creído encontrar en el relativo éxito de unas elecciones locales la pista de despegue para su delirio autoritario. Sin embargo no ha lugar al optimismo; va a hacer falta mucho coraje civil y mucha determinación moral para hacer frente a esta oleada de intransigencia neoleninista, a este impulso de hegemonía orwelliana disfrazado con el idealismo mitológico de una refundación democrática. Han bastado tres meses de presencia institucional para que el proyecto antisistema incube el huevo de la serpiente. Ése que al romper el cascarón desparrama los demonios de la coacción totalitaria.

La fijación antisemita retrata con sombríos trazos de verdadera memoria histórica el espíritu de la nueva antiutopía del sectarismo. Ya no se trata de folklóricos estigmas antitaurinos ni de disparatadas lucubraciones asamblearias. Ni siquiera de ciberexabruptos pronunciados bajo la dudosa coartada del humor negro. Es un designio real de exclusión que expresa mediante la judeofobia su diáfana inspiración totalitaria. El amparo explícito de la ultraizquierda valenciana –¿dónde estaban los herederos de la socialdemocracia que estableció relaciones con el Estado de Israel?– a un acto de repugnante antijudaísmo ha puesto de manifiesto el carácter siniestro de un movimiento político que aspira a asaltar el poder para imponer un modelo de amenazadora uniformidad liquidacionista.

El antisemitismo posmoderno ha sustituido sus rasgos de limpieza étnica por los de la depuración ideológica. Camuflado de solidaridad con la causa palestina, encubre una impugnación global de los valores democráticos occidentales que Israel representa en medio de la barbarie islamista. En numerosos municipios españoles, con Madrid a la cabeza, los programas electorales de Podemos y sus marcas blancas incluían solicitudes de boicot a productos israelíes y la declaración de ciudades antisionistas. El Estado judío se ha convertido para la izquierda radical en la metáfora de un orden que debe ser destruido.

Por eso este desafío es más serio de lo que parece. No es un debate sobre rentas básicas, rescates ciudadanos o auditorías de deuda. Afecta a un conflicto de ingeniería social y de represión política de la disidencia, una cuestión sobre la defensa del equilibrio de poderes y de las garantías contra la arbitrariedad. Lo de Castellón no es una broma ni una anécdota, sino un aviso que actualiza de manera inopinada los versos del pastor Niemöller – «primero vinieron a por los judíos», etcétera– sobre la indiferencia ante la persecución de los demás. Por esta vez ha triunfado la razón pero es menester seguir atentos. Está en juego la médula de la libertad.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 20/08/15