La paz era esto

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 21/10/14

· ETA vive un espejismo al creer que tiene capacidad para negociar sobre presos a cambio de sus armas.

En 1992, la Fracción del Ejército Rojo (RAF), más conocida como banda Baader-Meinhof, ofreció al Gobierno alemán una solución al problema de su lucha armada a cambio de un acuerdo sobre los presos. La oferta de la RAF, responsable de 34 asesinatos, cayó en saco roto. Si alguna vez había tenido oportunidad de negociar algo no era, desde luego, en 1992, cuando ya estaba derrotada. La caída del muro de Berlín había dejado a la RAF sin el último refugio en el que se escondían unos cuantos militantes fugitivos que fueron detenidos en el territorio de la antigua Alemania del Este.

Cinco años y medio más tarde, el 20 de abril de 1998, los restos de la RAF anunciaron su disolución a través de un comunicado remitido a la oficina de la agencia Reuters en Colonia en el que asumían su fracaso al señalar que «el final de este proyecto demuestra que no hemos podido imponernos por esta vía».

ETA, que hace tres años renunció a continuar con el terrorismo, parece vivir el mismo espejismo que la Baader-Meinhof de 1992, creyendo que tiene todavía capacidad para plantear una negociación sobre presos a cambio de sus armas sin darse cuenta de que ya es un grupo derrotado por la historia y la policía, y que el tiempo en el que ese canje era posible lo dejó pasar sin aprovecharlo. Las oportunidades perdidas no vuelven.

Tres años después de la declaración de ETA de renuncia a la violencia, la posibilidad de que la banda o un sector de ella vuelva a las armas no se contempla ni en la sociedad ni en los análisis de los servicios de información. Pese a ello, ETA se empeña en mantener su protagonismo a través de unos comunicados que sólo deberían preocupar a la izquierda abertzale por la imagen de supervisión política que transmiten esos escritos y por ese afán de poner deberes a lo demás que sigue teniendo la organización terrorista. Para el resto de la sociedad vasca, los comunicados de ETA son irrelevantes desde el momento en que dijo que abandonaba el terrorismo y se le tomó la palabra.

Durante años se habían elaborado diseños complejos sobre la forma de alcanzar la paz, a través de fórmulas alambicadas y de tortuosos procesos de negociación, pero bastó que ETA dejara de pegar tiros para que llegara la paz, para que recuperaran la libertad aquellos que estaban amenazados y para que la sociedad viviera con normalidad la nueva situación. No ha hecho falta nada más que la desaparición del factor de perturbación de la convivencia que estaba representado por el terrorismo de ETA. La paz era esto. Nada más, pero nada menos.