La UE quema sus últimos cartuchos para evitar la guerra total en Ucrania

ABC 08/02/15

Merkel y Hollande admiten que el éxito de su viaje a Moscú es «incierto», y hoy hacen un nuevo intento

Desde la página 2 Con la reunión de mañana en Washington entre la canciller alemana Angela Merkel y el presidente de Estados Unidos Barack Obama culminará la iniciativa diplomática abierta el jueves por el eje franco-alemán para intentar solucionar el conflicto bélico en el Este de Ucrania que ha costado la vida a más de 5.000 personas. «Pasadas las conversaciones de esta semana, es incierto que hayan tenido éxito», dijo Merkel ayer en Munich a modo de fatídico resumen de las reuniones que junto al presidente francés François Hollande realizó primero el jueves con Petro Poroshenko en Kiev y luego el viernes con el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú. La conversación telefónica a cuatro bandas entre Merkel, Hollande, Putin y Poroshenko que se llevará a cabo hoy busca evitar el escenario que ya ha titulado Hollande: «Tiene un nombre, se llama guerra», dijo ayer.

La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, inauguró el viernes la Conferencia de Seguridad en Munich indicando que ya «hay demasiadas armas en la región», para preguntarse luego: «¿No sería esto un pretexto para que Rusia interviniera abiertamente en el conflicto?». Merkel por su parte reforzó la negativa de Berlín de armar a Kiev definiendo al mismo tiempo la actuación de Moscú: «La Unión Europea (UE) y nuestros socios transatlánticos decimos que una política que persigue la modificación violenta de fronteras no puede tener lugar en siglo XXI», para luego añadir que la situación «no se resuelve de forma militar» y que queremos «construir con Rusia, no contra Rusia». Como si fuese la crónica de una fracaso anunciado, sobre las conversaciones con Moscú la canciller dijo: «Vale la pena intentarlo».

Tras reunirse con Merkel y Poroshenko en la Conferencia de Munich —a la que también asisten el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry—, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden dijo que Washington «mantendrá la asistencia en seguridad a Ucrania», pues aunque no es partidario de la solución militar para el conflicto, sí cree que «Ucrania tiene derecho a defenderse». La sala –abarrotada de ministros de Estado y de Gobierno y unos 60 ministros de Defensa y Exteriores– estalló en aplausos.

Biden acusó a Putin de ser el principal responsable de la actual situación en Ucrania, y dijo que «los Estados soberanos tienen derecho a hacer sus propias opciones, y a elegir a sus aliados», recordando así que «todo esto empezó porque Rusia intentó frenar las elecciones libres ucranianas» y su acercamiento a la UE.

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Putin, agresivo
La primera aparición pública del presidente ruso tras su maratoniana ronda de conversaciones del viernes con su colega francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, no fue ayer para respaldar el plan de paz para Ucrania franco-alemán ni para elogiarlo. Prueba de que las discrepancias deben ser significativas lo constituye el hecho de que Putin se pusiese ayer a la defensiva.

A su juicio, hay un intento en curso de «perturbar el orden mundial». En su intervención ante el IX Congreso de la Federación de Sindicatos Independientes de Rusia, ayer en la ciudad balneario de Sochi, el jefe del Kremlin habló de la existencia de una «estructura global» que, en clara alusión a Estados Unidos, «actúa bajo las órdenes de un único líder incontestable y se cree que es capaz de hacer lo que quiera en el mundo».

«Si otros países quieren vivir en un régimen de semiocupacion, allá ellos, pero nosotros no lo aceptaremos», advirtió Putin. También se refirió a las sanciones impuestas por Occidente contra su país admitiendo que «nos están causando cierto daño pero tampoco se puede decir que tengan una eficacia real». Según su apreciación, las sanciones servirán para unir más al pueblo ruso, «eliminar dependencias y fortalecer nuestra soberanía». En respuesta al aluvión de reproches que le dirigieron ayer desde Múnich, el primer mandatario ruso afirmó que «no deseamos librar ninguna guerra contra nadie».

Estas palabras no eran las que ayer esperaban del presidente Putin los analistas y la prensa. Y es que toda la atención está ahora puesta en conocer el resultado de las negociaciones del viernes pasado con Hollande y Merkel y en averiguar los pormenores del plan de paz.

La radio Eco de Moscú citaba ayer el parecer de diversos expertos y la opinión general es que el intento de Francia y Alemania de consensuar con Rusia una iniciativa que acabe de una vez con la sangría en el este de Ucrania «no ha dado resultados».

Según personas del entorno del presidente Hollande, hay divergencias en las negociaciones sobre el nivel de autonomía que deberán recibir las regiones de Donetsk y Lugansk, sobre los términos de la retirada del armamento pesado y, más todavía, sobre el control de la frontera con Rusia. Prácticamente desde el principio del conflicto, el presidente ucraniano, Piotr Poroshenko, ha venido demandando una supervisión internacional de la frontera para evitar que a través de ella siga llegando ayudar militar rusa para los rebeldes.

Los medios de comunicación leales a Putin no se mostraban ayer muy satisfechos de que los dos principales países de la Eurozona traten de arrancar a Putin un compromiso para «proteger» a las autoridades de Kiev.