La urna vasca de Escocia

EL CORREO – 31/08/14

· El inminente referéndum escocés escora el debate en Euskadi hacia el derecho a decidir y acrecienta la pugna entre el PNV y EH Bildu por el liderazgo del soberanismo.

Lo que me da envidia a mí es lo que tienen ustedes». Así replicó un asesor del Scottish National Party (SNP) a Andoni Ortuzar cuando el presidente del PNV le manifestó su envidia ante la posibilidad que tendrán los escoceses, el próximo 18 de septiembre, de decidir en referéndum si permanecen en el Reino Unido o si, más de tres siglos después de la Union Act de 1707, se convierten, de nuevo, en un Estado independiente. En esa frase se resume la gran paradoja del paralelismo entre Escocia y Euskadi: los escoceses no disfrutan, por ejemplo, de la capacidad de recaudar impuestos que posibilita el Concierto Económico, pero podrán pronunciarse sobre la secesión; en Euskadi, con un nivel de autogobierno mayor, la ‘pelea’ del nacionalismo es «que nos dejen decidir». ¿Sobre qué? No está claro aún, pero sí es obvio que el Gobierno vasco y el PNV se han envuelto en la ‘saltire’ (la bandera escocesa), igual que en su día se miraron en el espejo quebequés, para reivindicar un acuerdo entre Iñigo Urkullu y Mariano Rajoy inspirado en el que firmaron David Cameron y Alex Salmond, que pueda ser después «ratificado por la ciudadanía».

¿Cuáles serían los contenidos de ese nuevo acuerdo, si es que tal cosa es políticamente viable? ¿La independencia, un nuevo estatus, una reforma del Estatuto, un blindaje competencial basado en la bilateralidad efectiva? A menos de tres semanas de la trascendental cita escocesa, que reunirá en Edimburgo a delegaciones de primer nivel del PNV y EH Bildu –muy posiblemente, el Gobierno vasco enviará también representación, y está por ver si el Parlamento hace lo propio–, EL CORREO se ha puesto en contacto con los líderes –en el caso del PSE, futura líder– de todos los partidos con representación parlamentaria para tomar la temperatura al debate sobre el derecho a decidir que, tras años relegado por la crisis y el final del terrorismo, vuelve a reclamar su preponderancia en el tablero vasco. Para Hasier Arraiz, presidente de Sortu, su ejercicio es ya «una corriente de fondo» que «arrastra a la sociedad contemporánea» y, para Ortuzar, la ocasión de que Rajoy convierta el «problema» del modelo de Estado en una «oportunidad».

La cuestión previa es dilucidar si el lehendakari Urkullu y el PNV reivindican el modelo escocés para alejarse del catalán, un referente que intuyen problemático por el abismo al que se enfrentará Mas tras la prohibición del plebiscito. Aunque aseguran respetar ambos procesos, Ortuzar reconoce que, si bien en Euskadi «tenemos nuestra propia vía, la vasca», prefiere el referente escocés, basado en el acuerdo, antes que el catalán, anclado pese a «los esfuerzos» de Mas en «la negación y la unilateralidad».

Porque si algo tiene claro ahora mismo el PNV –máxime con el viento de la recuperación económica a favor– es que ni va a enfangar al lehendakari en un papelón político como el que se verá obligado a representar el presidente de la Generalitat ni va a forzar la máquina soberanista, amparado en la premisa de basar cualquier proceso en un acuerdo previo con Madrid. «A los que nos preguntan si estaríamos dispuestos a convocar en seis meses un referéndum como el escocés, les digo que, si Rajoy está de acuerdo, que empiece a correr el plazo ya mismo. Después ya nos pondríamos de acuerdo en la pregunta», reta Ortuzar, consciente de que el presidente del Gobierno ni está ni se le espera en ese debate.

Precisamente en esa defensa del derecho a decidir «sujeto a pacto» está la madre del cordero del ‘tour de force’ dialéctico entre el PNV y la izquierda abertzale. En este caso, el eco del referéndum escocés no hace sino acrecentar la pugna entre el nacionalismo institucional y el aglutinado en EH Bildu por la vanguardia del mundo abertzale, ya metidos en harina de precampaña. Solo hay dos convicciones en torno al plebiscito en las que ambos se ponen de acuerdo, además de su deseo de que triunfe el ‘sí’. Tanto Ortuzar como Arraiz creen que «los escoceses ya han ganado, porque van a poder decidir su futuro»

«Ampliación» de la UE

Ambos coinciden además en que una de las implicaciones más interesantes desde la perspectiva vasca es que, en caso de una victoria independentista, se sentarían las bases y los precedentes de un proceso de «ampliación interna» de la UE, que abriría sin duda la puerta a las demandas futuras de otras naciones sin Estado. No obstante, aunque Salmond ha insistido en que una Escocia independiente permanecería a resguardo en el club comunitario, la Comisión Europea ya ha dejado claro que debería ponerse a la cola y solicitar el reingreso.

Otras fuentes creen que sería posible una vía ‘express’ para garantizar la permanencia de los escoceses bajo el paraguas comunitario. Pero nadie lo sabe con certeza y cada uno arrima el ascua a su sardina. El PP, por ejemplo, cree que esa eventual salida de la UE refuerza su mensaje, también en el caso de un triunfo del ‘sí’. Ortuzar, que ya se enfundó el ‘kilt’ en su parodia de Carnaval de hace dos años, niega la mayor apasionadamente: «¡Cómo no van a admitir a los que se quieren quedar frente a los que se quieren marchar!», dice, en alusión al euroescepticismo británico.

Ahí se acaban los puntos de unión. Arraiz niega que haya dos patrones diferentes. «Catalanes y escoceses han apelado al diálogo político y al acuerdo para poder preguntar a la gente. La única diferencia es la actitud del Estado que tenían enfrente», apostilla el líder de la izquierda abertzale, que de momento solo confirma la presencia en Edimburgo el día 18 de su eurodiputado Josu Juaristi. A partir de ahí, Arraiz está convencido de que vincular «necesariamente» la celebración del referéndum a un «deseable pero improbable» acuerdo con el Estado no solo condena las aspiraciones vascas a un «callejón sin salida», sino que supone dejar «la suerte del país en manos de terceros, jugársela a la ruleta», además de esconder «una ausencia de voluntad política muy mal disimulada».

Por todo eso, Arraiz reivindica para EH Bildu el «liderazgo» de un proceso constituyente «que no podemos dejar en manos de Urkullu». Ese proceso debería cimentarse, en su opinión, en la «convivencia democrática tras décadas de conflicto y enfrentamiento», en una «articulación territorial» que debería respetar la «voluntad mayoritaria» en Navarra e Iparralde y solo como último paso «la relación con el Estado».

Tiempos medidos

La opción de la permanencia en el Reino Unido, favorita en todos los sondeos aunque pendiente del elevado porcentaje (27%) de indecisos y del empuje de la campaña de Salmond en este sprint final, evitaría al PNV tener que lidiar con una explosión de júbilo independentista que aumentaría las revoluciones del debate soberanista vasco y podría alterar el ‘timing’ plácido y perfectamente medido de Sabin Etxea, aunque Ortuzar asegura que no cambiaría «planes ni plazos ni calendarios». De hecho, la agenda de comparecencias en la ponencia de autogobierno se prolongará hasta las municipales y no obligará a los partidos a entrar en materia hasta que tengan que desvelar sus cartas para las autonómicas de 2016.

Tanto Idoia Mendia como Arantza Quiroga se muestran abiertas a «hablar y consensuar» en ese foro. La líder popular abre la puerta a trabajar para que se complete «al cien por cien» el Estatuto, pero teme que solo se pretenda «desbordar la legalidad». La socialista, que supedita cualquier proceso a que cuente, como en Escocia, con «voluntad política, mayorías y reglas acordadas» porque «no es un problema de si se puede o no se puede o si Cameron es más demócrata que Rajoy», avanza que el PSE no ejercerá el «veto» contra ninguna propuesta pero –asegura, recuperando una frase de Xabier Arzalluz en la comisión constituyente durante la Transición– «que no esperen de nosotros que seamos el trampolín para la secesión».

Para Mendia, ninguna encuesta en Euskadi refleja con claridad que exista «voluntad política» suficiente para convocar un referéndum y quienes se aferran a la mayoría nacionalista en las urnas obvian, a su juicio, que el PNV «jamás» ha llevado en sus programas una «propuesta clara» en ese sentido. Por eso pide centrarse en la «más urgente» organización interna, con debates como el de la LTH o la Ley Municipal.

¿Pueden calcarse los modelos? Gorka Maneiro, de UPyD, que insistirá en exigir a Urkullu que «concrete» en qué consiste el nuevo estatus, recuerda que «lo que decidimos entre todos no lo puede cambiar una parte». Al PNV no le vale ese argumento – «es como si decidiera el condado de Berkshire»– ni tampoco las apelaciones históricas, porque Ortuzar cree que, aunque Escocia haya sido independiente antes, el sistema foral y la relación con la Corona ahondan los puntos en común.

De lo que no hay duda es de que el nivel competencial actual de Escocia es menor que el vasco. De hecho, Quiroga cree que, si Euskadi se mira en Escocia, ya solo le queda reclamar su independencia. «Los partidarios del ‘sí’ mantendrían los lazos con la Corona británica, la libra como moneda, las bases militares. Solo ganarían la posibilidad de gestionar libremente los impuestos. Todo eso ya lo hemos superado aquí», argumenta.

EL CORREO – 31/08/14