Los Reyes se reunen con las víctimas en su primer acto oficial

EL MUNDO – 22/06/14

· Les piden que sean ‘embajadores internacionales’ y defiendan su propio ‘relato’.

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Los nuevos Reyes de España en medio de 42 víctimas del terrorismo, en su primer acto oficial.

 

No hubo palabras en público. Y en realidad, poco hacían falta. La imagen de los nuevos Reyes de España en medio de 42 víctimas del terrorismo de casi todas las asociaciones e ideologías, guardando con ellos un minuto de silencio, casi se agotaba en sí misma.

Hacía sólo dos días que Felipe VI había estrenado su reinado y arrancado la ovación del Hemiciclo al hacer mención expresa a las víctimas: «Su recuerdo permanecerá en nuestra memoria y en nuestro corazón; y la victoria del Estado de Derecho, junto a nuestro mayor afecto, será el mejor reconocimiento a la dignidad que merecen», fueron sus palabras.

Poco más podía haber dicho el nuevo Monarca para triunfar en la convocatoria que ayer sábado concentró en el Palacio Zurbano de Madrid a fundaciones y asociaciones dispares –incluso, por mucho tiempo, enfrentadas–, entre las que se contaban significadas figuras de convicción republicana.

En realidad, todos aguardaban con emoción y una cierta perplejidad al encuentro desde que el martes, dos días antes de la proclamación, y advertidos de la mayor discreción, comenzaron a recibir el aviso del Ministerio del Interior, a través de la Dirección General de Apoyo a Víctimas. Y es que el Rey lo tenía muy claro. Antes aún de conocer el relevo, a lo largo de tantos años de asistencia a funerales y congresos, Don Felipe había planeado que su primer acto oficial fuera dedicado a ellas. Éste fue, de hecho, el principal mensaje que el Monarca les trasladó ayer, en privado.

En apenas dos minutos de discurso improvisado, Don Felipe hizo saber a Pilar Elías –la viuda de Ramón Baglietto, asesinado por el mismo hombre al que había salvado de niño, y que, tras ser excarcelado, abrió una cristalería en su mismo edificio–; a Irene Villa –a la que una bomba segó las dos piernas y ayer vivía el momento, emocionada, junto a su marido y su hijo–; o a los hermanos Barral –hijos de un matrimonio víctima del atentado de la calle del Correo, en el 74–… que la Corona está a su lado y que no les va a abandonar. Pero lo mismo les dijo a Pilar Muro, viuda del secuestrado, y asesinado por el Grapo, Publio Cordón; al padre del capitán José Antonio Bernal, asesinado en Irak en 2003; o al teniente Agustín Gras, al que un artefacto explosivo incapacitó de por vida hace tres años en Afganistán…

Entre las víctimas del 11-M –entre las que hubo una rumana y un marroquí– destacó la figura de Pilar Manjón, tan agradecida como los demás y tan reivindicativa como siempre: aprovechó para pedir al Rey su mediación con Marruecos, en su viaje del día 14, para la extradición de seis implicados en el 11-M, entre ellos el que puso la bomba en el vagón en que viajaba su hijo.

Claro que ésta no fue la única petición. Mari Mar Blanco, Ángeles Pedraza, Daniel Portero, Consuelo Ordóñez... todos pidieron a los Monarcas su impulso ante el Poder Judicial para que investigue o descongele los 349 casos de terrorismo aún pendientes de resolver o prescritos.

Pero el asunto sobre el que más coincidieron las víctimas y los propios Reyes en los corrillos que se produjeron a lo largo de una hora, fue la necesidad de contrarrestar fuera de España el «relato» abertzale acerca del pretendido «conflicto» político, justificativo del terror. Las víctimas les pidieron que hicieran, en este sentido, de embajadores internacionales, y Don Felipe y Doña Letizia confesaron en privado que ya se habían visto desagradablemente sorprendidos y obligados a hacer esta labor ante mandatarios muy importantes, fuera del continente.

Sólo llamó la atención la ausencia del muy combativo Francisco José Alcaraz, de Voces contra el Terrorismo. Interior, que tal vez le vetó para evitar cualquier conflicto, se encargó de invitar a su hermana, Rosa, y a su cuñado, Juan José Barrera; los padres de las niñas Esther y Miriam, asesinadas en la Casa Cuartel de Zaragoza, en 1974. La Reina se interesó por conocer cómo habían podido convivir con semejante pérdida.

EL MUNDO – 22/06/14