ARCADI ESPADA-El Mundo

Empieza la mañana el juez Marchena despachando papeles a buen ritmo. Va dejando al margen de la prueba cualquier valoración, aunque sea de la Guardia Civil. Así admite, por ejemplo, la famosa agenda Moleskine o el documento Enfocats –algo hiperbólicamente considerados la piedra Rosetta del Proceso– que se encontraron en el despacho de la mano derecha de Junqueras, pero deja fuera los atestados que tratan de interpretarlos. El juez quiere la prueba desnuda y que cualquier valoración corra a cargo del Tribunal y no de un documento previo. Minutos después empiezan a exhibirse los vídeos. El juez ha advertido que no tolerará de las partes más comentario que el lugar y la fecha. Hasta el punto que manda quitar el audio cuando los vídeos pertenecen medios de comunicación, para que no se puedan oír las supuestas valoraciones de los periodistas, que pueden ser del tipo: «Miles de personas se concentraron ayer…», etc.

El prurito de Marchena es casi cómico. E incoherente. Manda cortar el audio de los vídeos, pero deja los subtítulos que muchas veces los acompañan, tanto o más valorativos. El tratamiento de la prueba videográfica es ingenuo. No solo la inmensa mayoría de los vídeos han sufrido desconocidos procesos de edición, sino que en sí mismos son un comentario. Y a veces un comentario profundamente parcial. Baste ver el que filmó la Guardia Civil el día 1 en el colegio Sant Martí de Sesgueioles. El comportamiento de los guardias da miedo, de tan impecable y afectuoso. Los guardias incluso informan a los ciudadanos rebeldes de que ellos también tienen familia.

–Pues no lo parece —braman desde la procesionaria.

Con cuidado exquisito van deshaciendo la barricada escolar dispuesta y cuando se encuentran frente a frente con los entrelazados, en vez de arremeter, el mando dispone un paso atrás:

–Vamos a reventar la puerta trasera.

Es verdad que reventar les ha quedado un poco drástico. Debe de ser para preservar la objetividad. El vídeo se funde en ese momento, con retórica Netflix. A punto estuve de dejarme ir en un Ohhhhh… Tanto fue el tacto que ni reventando la puerta se les pudo ver.

El vídeo necesitaba comentario. Bastaba con este: ¿Qué fue a hacer la Guardia Civil a Sant Martí de Sesgueioles, un pueblo de 371 habitantes, ¡el menos poblado de la comarca de l’Anoia!? Bien. Ahora ya sabemos que fue allí solo a rodar un vídeo. Plató tranquilo, buena luz natural; era difícil correr riesgos.

La inmensa mayoría de los vídeos que van proyectándose no cumplen la condición literosuficiente que se exige en Derecho a los documentos. ¡Y que debería exigirse a la obra de arte! Como cualquier otra imagen –Sontag copyright– los vídeos necesitan su pie. Y ese pie solo podría haberse obtenido mediante la comparecencia de autores y protagonistas. Las defensas tenían razón cuando pretendían que los vídeos fueran mostrados en el contexto polémico, sujeto a contradicción, de la prueba testifical. Así también habría sido posible saber, en algunas ocasiones, qué pasó antes o después de que se cerrara el ojo de la cámara.

Sin embargo, ni siquiera es necesario hilar fino para subrayar la precariedad de la prueba videográfica. La mayoría de las imágenes aportadas por las acusaciones son de dos tipos. O bien muestran actos de violencia verbal y física de los manifestantes o bien discursos insurgentes, acusatorios, de algunos de los acusados. Casi todos en lengua catalana. Sin traducción. Quizá a la Abogacía del Estado le interese que yo le traduzca la frase de Jordi Cuixart, en la noche del 20-S, subido a un coche de la Guardia Civil

–Aquí estamos decididamente alzados para luchar por nuestra libertad.

Desde el general Franco alzado es una palabra peligrosa. Pero es que, además, se alza inequívoca en el artículo 544 del Código Penal, que regula el delito de sedición.

La sesión aportó poco más que ruido y confusión a la verdad. Cuando se le reprochó a las acusaciones que presentaran sus documentos sin orden ni concierto, ignorando a veces el lugar y la fecha, el fiscal Moreno se encogía de hombros y aludía a la irrelevancia de esos datos.

–Lo que se quiere mostrar es el ambiente general.

Es decir, a la manera de aquel personaje de Woody Allen cuando preguntándole uno por Guerra y Paz lo ilustró:

—Va de Rusia.

Pues eso. Un lío que hubo en Cataluña.