Mantener el soufflé

EL CORREO 02/04/15
TONIA ETXARRI

Los políticos que se dedican todo el día a mantener las claras batidas a punto de nieve para tener el soufflé de sus planes en condiciones saben de la importancia de mantener su volumen. A nada que lo descuiden, se les desinfla. El presidente de la Generalitat catalana corría ese peligro, después de dos años de intenso activismo en favor de la independencia. Porque el soufflé se iba desinflando.

Ni la convocatoria de las próximas elecciones del 27 de setiembre conseguía movilizar a ese sector de la sociedad catalana tan activista en los dos últimos años. Los sondeos tampoco le son muy favorables. Según el CEO (el CIS catalán), en cuestión de tres meses los contrarios a la independencia han subido tres puntos. En diciembre eran el 45,3% y en marzo (el último sondeo), el 48%. Al final, Convergència, sin Unió, y ERC que, según los sondeos de intención de voto, no alcanzarían la mayoría absoluta entre los dos, han tenido que sostener el soufflé con el ingrediente del nuevo plan hacia la independencia.

La nueva «hoja de ruta», que así de original es su título, indica que las dos formaciones incluirán la independencia en sus programas. Después vendrían los sueños de una declaración unilateral de ruptura con España que chocarían, de nuevo, con la legalidad constitucional.

En Euskadi también los sondeos han ido reflejando un estado de opinión análogo con el sentimiento de ruptura con España. Precisamente por eso, la reacción del lehendakari Urkullu ha sido muy distinta a la de la Generalitat y sus socios. Ni se ha metido en esos fogones ni ha organizado movilizaciones reivindicativas de soberanismo. Porque ese era su tercer reto en la legislatura.

Otra cosa será el estilo que vaya a utilizar el PNV en su mitin del Aberri Eguna. Ahora que

Urkullu ya puede exhibir cierta recuperación económica, en consonancia con el resto de España, se centra en su segundo escalón. La llamada pacificación. Comprometido, como está, con los colectivos de los presos de ETA, acaba de anunciar su plan particular de reinserción. Para resocializar a las «personas presas». Se refiere a los reclusos de ETA, para hablar en román paladino. Y que la gente lo entienda.

Sin competencias en política penitenciaria (pertenecen al Gobierno central) y después de que el Consejo de Europa dijera que no consideraba que el Estado español vulnerara los derechos de los presos por no estar recluidos en centros penitenciarios próximos a su domicilio familiar, poco puede decir un Ejecutivo responsable en contra de la política de dispersión. Tampoco después del rechazo de la Audiencia Nacional a acercar, de golpe, a treinta presos de ETA concluyendo que no se ha acreditado ninguna vulneración de derechos, con carácter general.

Quizás este plan, Hitzeman, cogido con pinzas, le ayude a mantenerse frente a la presión de la izquierda abertzale. Sin quererlo aplicar hasta después de las elecciones locales, pero anunciado ahora, es otra forma de hacer campaña. A muchas víctimas del terrorismo les indigna que ni siquiera se les exija a estos presos una autocrítica de su historia. Una colaboración con la Justicia. Es el abismo en la memoria del que venimos hablando.