Parque del oeste

IGNACIO CAMACHO, ABC – 15/05/15

· El sanchismo respira. La proyección nacional de Díaz se ha frenado entre serias dudas sobre sus virtudes de estratega.

En la madrileña calle de Ferraz, cerca del Parque del Oeste, la investidura-sainete de Susana Díaz empieza a provocar medias sonrisas. El entorno de Pedro Sánchez contempla con cierta condescendencia el culebrón de la lideresa andaluza, atascada en su ataque de arrogancia. La maniobra de adelantar las elecciones se ha revelado un error de cálculo; a la presidenta le ha fallado el instinto, le ha hervido antes de tiempo la ambición y ha dejado patente que su fuerte no es la estrategia.

El sanchismo respira a medida que el bloqueo va congelando la amenaza a su liderazgo. De momento queda claro que el anticipo electoral de marzo, que el secretario general nunca acabó de entender ni de compartir, ha sido un órdago fallido, una decisión equivocada que compromete las aspiraciones de su autora. Susana tiene menos estabilidad que antes, su victoria se achica cada día que pasa y su referencia alternativa se está desdibujando.

Ahora queda obligada a esperar a los comicios del día 24. La oposición le ha jibarizado sus expectativas y la mantiene rehén de su propia impaciencia. La euforia del triunfo se ha disipado y Díaz maneja mal su frustración; proyecta una imagen ceñuda, impotente, cabreada. Su valoración de opinión pública se resiente y su cotización ha descendido entre los poderes de Madrid a los que había encandilado. En un golpe de contrariedad enrabietada ha respondido a la gira electoral de Sánchez por Andalucía con un portazo, yéndose a dar un mitin a la otra punta de España. Trata de presentarse como víctima de una conspiración cuando sólo lo es de su capricho.

Los dirigentes socialistas que la veían como una sólida opción de futuro empiezan a desconfiar de su consistencia, y a la vieja guardia tardofelipista le ha sentado fatal su disposición para arrojar a Chaves a los leones de las exigencias de los nuevos partidos. Atraviesa horas bajas. Una jueza le acaba de propinar un golpe al hígado, de los que dejan sin aire. El caso de la adjudicación de la mina de Aznalcóllar interpela directamente a su Gobierno y le ha arruinado cualquier expectativa de pacto de investidura a plazo inmediato. En Ferraz se frotan las manos; después de las municipales, cuando llegue la hora de las alianzas, será la dirección federal la que tome los mandos.

La política española gira muy deprisa, cambiante como un marcador de baloncesto, pero ésta es la hora en que Pedro Sánchez siente su liderazgo más fuerte y más despejado. La principal adversaria interna ha tropezado en una autozancadilla que cuestiona su proyección nacional con serias dudas sobre sus virtudes de estratega. Entre ambos existe una distancia glacial, indisimulable. Todos los santos tienen octava pero en el calor tórrido de esta la proximidad del Parque del Oeste lleva desde la rosaleda hasta la sede del PSOE la sensación de un aire más oxigenado.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 15/05/15