Cristian Campos-El Español
 

El problema de pedirle a Pello Otxandiano que condene el terrorismo es que cualquier día va y lo condena y a ver con qué argumentos te opones entonces a EH Bildu.

«Claro, cómo no: condeno» dirá algún día Otxandiano y un silencio espeso se apoderará del plató. Más vale no basar tu estrategia en la exigencia de algo que te puede ser concedido cualquier día. Es el mismo problema de Silvia Intxaurrondo: el día que Ayuso no sea ya presidenta, ¿qué ofrecerá para justificar su salario de 547.514 €?

Yo creo que el principal problema de EH Bildu es su socialismo, seguido de cerca por el segundo, que es su nacionalismo. Lo del terrorismo es una derivada de los dos anteriores, como la tortilla de patatas es una derivada de los huevos y las patatas.

Porque como partido socialista, EH Bildu propone los remedios fracasados socialistas de siempre para los problemas socialistas habituales de siempre. La limitación de los precios de la vivienda para paliar el aumento de los precios provocado por el intervencionismo de las administraciones en el mercado inmobiliario, por ejemplo.

Y en eso no se diferencia en nada del resto de los partidos españoles de izquierda, que proponen, coma arriba, coma abajo, lo mismo.

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EH Bildu propone en su programa la transformación verde de la economía, la soberanía energética, el reparto de la riqueza, la transición ecosocial, un sistema educativo feminista, gobernanza cooperativa, más libertades democráticas, políticas digitales y toda el ajuar ideológico habitual que uno puede encontrar en el programa de cualquier partido progresista. Es la Agenda 2030 de la primera a la última letra.

Y mientras esa promesa de destrucción de la riqueza sea comprada por los españoles, ¿cuál es el problema? Si la única diferencia es el grado de socialismo a imponer, EH Bildu es 100% homologable a cualquier otro partido del escenario político español.

Así que el día que Otxandiano condene la violencia, EH Bildu será ya, al 100%, el PSOE vasco.

El verdadero PSE-EE.

Les reto a encontrar alguna discrepancia de fondo, es decir que vaya más allá del matiz irrelevante, entre el programa del PSE-EE y el de EH Bildu, más allá de la condena del terrorismo. No encontrarán ni uno.

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El segundo problema, el del nacionalismo, es un problema compartido con el resto de partidos españoles. Incluido el PP, que es regionalista en las autonomías nacionalistas y federalista en el resto. «Yo me siento tan gallego/catalán/vasco como español» suelen decir en los diferentes PP regionales sin comprender que uno es gallego sólo porque es español y que sin España, Galicia bien podría llamarse Arizona.

Así que EH Bildu no condena el terrorismo. OK.

Ahí coincide con una buena parte de los españoles, y no digamos ya con los vascos, que parecen muy cómodos con el de Hamás contra Israel o con el de Putin contra Ucrania.

El terrorismo en España se condena por rutina y como parte del teatro social habitual. Pero poco más. Desde luego, se hace sin convicción.

Con la violencia en España nunca es el qué, sino el quién.

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La izquierda en España ha condenado el terrorismo como uno condena a su hijo cuando le mete una hostia a un compañero de clase: rechazando la violencia en abstracto, porque «pegar está mal», pero comprendiendo en lo intrínseco el porqué del sopapo y disfrutando de él en silencio. «La violencia es la expresión de un conflicto» y tal y cual.

Observen el patrón, que quedó grabado sobre mármol cuando El País tituló, apenas unas horas después del 11-S, El mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush.

Es el mismo patrón que puso en práctica Pedro Sánchez este sábado por la noche, cuando no condenó la agresión iraní, pero sí se mostró preocupado por una presunta «escalada» que llegaría sólo cuando Israel respondiera al ataque.

En cuanto a la derecha, ha desvinculado por completo el factor ‘violencia’ del factor ‘ideología’ de forma que anda ya muy lejos del verdadero meollo del asunto: la evidencia de que determinadas ideologías mesiánicas, esas que no buscan pactar las reglas de juego, sino decidir el resultado del partido, sólo pueden ser impuestas en la vida real mediante la violencia.

El terrorismo es sólo un síntoma. La enfermedad es otra.

Y lo que ocurre, nuestro verdadero problema, es que lo que se ha blanqueado en España, a derecha y a izquierda, es la enfermedad.