Presos con pretensiones

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 07/01/14

· El Colectivo (de presos) es un agente decisivo en el seno del proceso». «El EPPK (es un) agente político dentro de la izquierda abertzale». El documento con el que, el pasado verano, se abrió el debate entre los presos sobre las recomendaciones del Foro Social refleja la pretensión de los reclusos de ETA de tener un papel político propio en la actual situación. El comunicado del 28 de diciembre insistía en la misma idea al presentar al colectivo de presos como «un agente activo y eficaz».

Dejando al margen la peculiaridad del lenguaje de la izquierda abertzale en los últimos tiempo del que han desaparecido partidos, sindicatos, organizaciones sociales o grupos y todos se han convertido en «agentes», lo que queda claro es la pretensión de los presos etarras de tener su propio papel político derivado de su condición de reclusos. Y para ello consideran que se les debe facilitar «las relaciones, debates e intercambio de opiniones entre los presos. También el intercambio de opiniones entre los presos y los ciudadanos y las organizaciones-agentes», según indica el documento citado anteriormente.

Las pretensiones de los etarras de que se les reconozca esa condición sujetos políticos cualificados está alimentada por pronunciamientos como el realizado por el grupo que encabeza Brian Currin que el pasado 30 de diciembre afirmaba que «desde nuestra experiencia en diversos lugares del mundo, somos conocedores de que los presos son un actor clave para la consolidación de los procesos de paz». Claro, los terroristas, presos o no, tienen un papel clave para la paz: basta con que renuncien a ser terroristas. De igual forma los violadores pueden hacer una gran tarea a la hora de reducir las agresiones a las mujeres. Les basta con dejarlas en paz.

El único papel que los presos etarras podrían desarrollar en este momento es el de abogar por la desaparición de ETA. Pueden intentar convencer a sus compañeros del exterior para que echen el cierre definitivo a la organización terrorista. Además de eso, a los presos les queda reconocer la ilegitimidad de su trayectoria terrorista y hacer una autocrítica por los crímenes cometidos. Pero hasta el momento no han hecho ni una cosa ni otra.

En los últimos dos años se ha dado una pugna por el control de los presos. Los intentos de Sortu por conseguir ese control han fracasado frente a lo que tradicionalmente ha sido el «frente de makos» o de cárceles de ETA que, con diferentes nombres, sigue existiendo actualmente. Es esta estructura la que mantiene el control de las cárceles, la que procura evitar las disidencias y se mueve para que todos los presos operen como colectivo, evitando actuaciones individuales de cada recluso.