«Rajoy hizo sus deberes con el 9-N, ahora que los jueces hagan los suyos»

EL MUNDO 11/11/14
ENTREVISTA ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO

· El presidente de la Xunta no oculta su preocupación por los casos de corrupción que acorralan al PP, pero asegura que Rajoy ha permitido aflorar casos de la «década de los 90», cuando otros gobiernos han tenido una actitud de obstaculizar las investigaciones. Además, afirma que Mas es el político que más se ha equivocado de toda la democracia.

Es la cara y la voz de los populares gallegos, uno de los barones más influyentes del PP y amigo personal de Rajoy, lo que sitúa a Alberto Núñez Feijóo en el centro de las miradas en momentos de dificultad. Tal vez porque tiene un discurso sosegado y tranquilo, de centro derecha en estado puro, sin estridencias, o una forma de ser y estar en política sin alharacas ni concesiones a la galería, sus opiniones siempre son tenidas en cuenta. La entrevista se realiza telefónicamente en el único hueco de su apretada agenda y se actualiza ayer para adaptarla a la actualidad.

PREGUNTA.–Mas ha llevado a cabo el simulacro de referéndum, saltándose a la torera las indicaciones del Constitucional, incluso retando a la Justicia a que si actúa lo haga contra él. ¿Estamos ante un delito de desobediencia o prevaricación?
RESPUESTA.–No corresponde a la política determinar si hay delito o no. Lo que sí hay es delirio. El independentismo catalán ha pecado de delirio de grandeza, han buscado una salida como salvadores de la patria, pero finalmente han quedado como aprendices de brujo.

P.– ¿Pero el presidente de la Generalitat ha prevaricado sí o no?
R.–Los que no cumplen sentencias se ponen al margen de la ley, y la tipificación legal que eso tiene le corresponde determinarlo a los jueces y a los fiscales. El Gobierno ha hecho sus deberes y ahora que el Poder Judicial haga los suyos.

P.– Tal vez, pero para algunos, Rajoy ha pecado de «cobardía política» y dicen que no ha estado contundente a la hora de impedir el desafío. ¿Hay algo que hablar a partir de ahora con el presidente de la Generalitat?
R.–Rajoy ha estado lo suficientemente contundente como para que todo el mundo tenga claro que lo sucedido el domingo no ha valido para nada. Incluido los favorables a este proceso, que su primera reacción ha sido volver a pedir otro proceso porque son conscientes de que lo hecho no ha servido para nada.

P.–Sí, pero él vende como un gran éxito que han votado más de dos millones de catalanes.
R.–La Generalitat pide que el Gobierno atienda a los dos millones que participaron, pero la pregunta es: ¿cuándo va a haber una Generalitat que atienda a los cuatro millones que rechazaron participar en todo esto? Lo que está claro es que aquí se ha planteado una cortina de humo que se les ha ido de las manos, y esto tiene más que ver con la pretensión de engordar el fantasma del enemigo español que con el de una Cataluña independiente. La imagen que, políticamente, se proyecta en Cataluña no es justa con los catalanes.

P.–En este punto, ¿es la hora de la política o no hay nada que hacer?
R.–Un presidente autonómico es el primer servidor del Estado y Mas, además de despistar a su pueblo para esquivar la suspensión, parece que quiere seguir con el cuento. Está claro que mientras agita banderas tiene más fácil no pagar facturas. El Gobierno ha estado a la altura de las circunstancias, y ahora veremos si Mas hace lo mismo. Cataluña en los últimos meses se ha dado cuenta de que sus dirigentes no están a la altura del momento ni económico, ni político. Se pueden cometer errores, pero tantos en tan poco tiempo no los había cometido ningún político español en toda la democracia.

P.–Y, entre medias, el bombazo de que Pujol lleva 30 años envolviéndose en la bandera y llenándose la cartera. ¡Menudo bochorno!
R.– De confirmarse sólo la mitad de las cosas que se están investigando o juzgando, el impacto del caso Pujol es brutal, y eso causa desasosiego en cualquier ciudadano. Me imagino que si a una figura como la de Fraga se le hubiera descubierto una doble moral así, los gallegos tardarían mucho tiempo en asimilarlo. Los catalanes no han tenido suerte con su clase dirigente y sería bueno que la clase política, en vez de emprender una huida hacia delante o realizar una jornada de folclore ideológico, volvieran a la ética de gobierno, a la seriedad y al sentido común.

P.– ¿Le extraña que Podemos sea la tercera fuerza y la primera en intención de voto sin despeinarse?
R.–Una encuesta mide el termómetro de un momento, pero el CIS es una muestra, y eso nunca puede sustituir a las urnas. Ningún partido puede sentirse vencedor ante semejante desconfianza hacia la política y, por lo tanto, hay que seguir esforzándose en recuperarla. La inestabilidad política y la incerteza es letal para los ciudadanos, las familias, las empresas y las instituciones democráticas.

P.– Sí, pero el PP se desangra a chorros. ¿Eso no le preocupa?
R.– Lo que me preocupa es el desencanto que pueda haber entre nuestros votantes, y es evidente que lo hay. Pero eso desde luego no lo van a arreglar los partidos que menosprecian y minusvaloran el criterio de los votantes del PP, como hacen Podemos o el PSOE. Somos nosotros quienes debemos sacar a nuestros votantes de esa decepción con acciones que generen confianza.

P.–¿El bipartidismo está finiquitado?
R.– Depende de los dirigentes de cada partido. Si en política lo que quieres es servir a tu país, el bipartidismo no está finiquitado para nada. Sería inconcebible ver a un Felipe González ser vicepresidente de Podemos, como también sería inconcebible ver a Rajoy nombrar vicepresidente a alguien de Podemos. Ahora bien, si hay dirigentes de partidos mayoritarios que están dispuestos a entrar en un gobierno presidido por Podemos, pues entonces no es que el bipartidismo este tocado, está muerto.

P.– ¿Me está diciendo que cree que Pedro Sánchez estaría dispuesto a ir de vicepresidente con Podemos?
R.– No lo sé. Depende si quiere servir a su país o sólo tener un cargo. Me da la sensación de que Sánchez todavía no se ha dado cuenta de que está en un partido con más de 100 años de historia, el que más tiempo ha gobernado en España y que tiene en sus manos buena parte de la responsabilidad del futuro. Sus antecesores jamás dejarían su futuro en manos de Podemos, pero él no sé.

P.–¿Su vara de medir es igual con Monago? Porque él dice que, llegado el caso, sí pactaría con Podemos.
R.– Monago lo que dice es que los conceptos que maneja Podemos desde el punto de vista del compromiso con el bienestar de los débiles o la redistribución de las rentas, los asumió él en Extremadura hace tiempo.

P.– Para algunos, la ética de Monago está en entredicho con los viajes a Canarias. ¿Es motivo de dimisión?
R.–Creo que la Justicia también es proporcionalidad y se está aprovechando un contexto de malestar para equipararlo todo, cuando no todo es lo mismo. Él ha dado explicaciones de manera inmediata a sus ciudadanos de un sistema con el defecto de que no exige explicaciones ni a los senadores del PP, ni del PSOE, ni de IU ni de ningún partido. Ahora ya se está yendo más allá de la política para entrar en lo personal, y son debates en los que no voy a participar.

P.– ¿Cabría la posibilidad de un Gobierno de coalición PP-PSOE al menos hasta que la crisis terminara?
R.–Lo tenemos que decidir después de las elecciones. Los ciudadanos quieren respuestas, que salgamos de la crisis, y consolidar un escenario de recuperación. Para eso todas las manos son necesarias y la miopía política puede cegar a algunos.

P.–Vamos, que no es cierto como dice Podemos, que quienes han corrompido el edificio institucional no van a formar parte de su limpieza…
R.–Nuestra obligación inexcusable es eliminar la corrupción. De hecho, el Gobierno de Rajoy es quien más se está esforzando en investigar, inspeccionar y denunciar estos casos que provienen de etapas anteriores. El Gobierno no ha intentado obstaculizar el trabajo de la Fiscalía, ni de la Policía ni de la Guardia Civil, cosa que sí hicieron otros gobiernos, eso no hay que olvidarlo.

P.–¿Me está diciendo que Rajoy tiene interés en que todo esto aflore?
R.–No tengo ninguna duda. Está limpiando el edificio para que salgan a la luz cosas que se produjeron en la década de los 90, y que afectan a todos, partidos, sindicatos, instituciones… La pregunta es: si un Gobierno, como ha hecho en el caso de las tarjetas black, que denuncia previa investigación e inspecciona, ¿es cómplice de corrupción o intenta erradicarla? Debemos distinguir entre cuándo se producen los hechos y cuándo se conocen. Aunque no sea fácil ser portador de malas noticias.

P.–Es cierto que el presidente ha pedido perdón, pero ¿es suficiente o se necesitan medidas contundentes?
R.–El presidente ha pedido perdón actuando, e insisto en que no ha ocultado las cosas ni ha intentado pactos secretos, ni ha impedido que saliesen los asuntos reprobables del PP ni de nadie. Además, se están tomando medidas contundentes, como dotar de plena transparencia a las Administraciones Públicas, poner de cristal los despachos de los responsables de los Presupuestos y abordar la financiación de los partidos.

P.–Esperanza Aguirre, que pide contundencia a Rajoy, ¿debería asumir responsabilidades por designar a los alcaldes corruptos del caso Púnica?
R.–Aquí hay que hablar menos y actuar más. Somos muchos los que trabajamos en este partido para ganar las elecciones del 2015 y conservar ayuntamientos y comunidades autónomas tan importantes como Madrid. El ruido no es bueno en momentos de dificultad y qué duda cabe de que en el PP de Madrid se atraviesa un momento difícil.

P.–¿Le consta que dentro del PP hay quienes creen que el perfil de Rajoy no es el que necesita su partido en las próximas elecciones y que algunos le miran a usted como sucesor?
R.–No tengo ninguna duda de que Rajoy será el candidato del PP. Y nadie está planteando un debate sobre la sucesión. Yo ni estoy en conspiraciones, ni en la carrera de sucesión, sino en defender los intereses de los gallegos. Ahora debemos estar en gestionar la realidad. La indignación sólo se combate con iniciativa, con decisiones, y a nosotros nos toca gobernar, tener la iniciativa, tomar decisiones y, por supuesto, explicarlas.