Rape al horno

Maite Pagazaurtundua, EL CORREO, 30/7/12

En 2008 era posible un reportaje sobre el encuentro entre algunos barones regionales para limar asperezas en torno a la negociación de la financiación autonómica que comenzara con una frase que regalaba azúcar: «Nos esforzaremos, ¿verdad?». Y se pasaba a relatar que expusieron sus peticiones en una «cena en mesa redonda a base de crema de melón, rape al horno con verduras y fresas bañadas en chocolate para buscar el consenso». Ahora mismo ni el más cortesano de los periodistas se animaría a mostrar aquellas alegrías de los poderosos en el ejercicio de sus complicadas responsabilidades, cuando la mayoría estamos descendiendo a los infiernos peldaño a peldaño, o de golpe. El problema es que el infierno ya estaba allí. El acuerdo de financiación autonómica no llegó hasta julio de 2009, un año más tarde de la noche glosada, y se alcanzó con mayores peripecias de negociación que las de un zoco milenario. A principios de julio, hace tres años, nadie sabía cuánto dinero le iba a tocar y cada comunidad procuraba apañar lo suyo. La cifra mítica que se expandía en los rumores ascendía a 11.000 millones de euros adicionales. Ese era el dinero –se decía– para hacer frente a un modelo de financiación que había quedado obsoleto y compensar los sobrecostes que habían ido incorporando las comunidades autónomas. Cada cuál relataba o refería según el lugar en que se encontraba en la trama. El que negociaba lo hacía bilateralmente, porque tenía la sartén por el mango y se aprovechaba de la codicia de los interlocutores. El jefe de la oposición se quejaba de que su adversario había organizado «una subasta», y de que hacía las cosas «debajo de la mesa», de que no se sabía «qué criterio» se barajaba para el modelo, pero terminó tragando, porque cada comunidad, sin importar el color político, procuraba ser más cuca que el resto. La acumulación de deuda de las comunidades autónomas asciende en el primer trimestre a 145.118 millones de euros. El año pasado, en las mismas fechas, suponía 125.382 millones. A la hora de escribir estas líneas acaban de empezar las enganchadas bilaterales y multilaterales de los tiempos de escasez: la comunidad autónoma A reclama 5.000 millones al Estado por incumplimiento de la financiación vigente. La comunidad autónoma B reclama un modelo de financiación pública sin hacer rancho con el resto. A los líderes de la comunidad autónoma A les parece fatal la reclamación de la comunidad autónoma B. Los hábitos de juego de bazar milenario pesan más cuando no hay rape al horno, pero no deberían ser inexorables si queremos salir de esta.

Maite Pagazaurtundua, EL CORREO, 30/7/12