Sara Buesa reclama un discurso público «unánime que deslegitime el terrorismo»

EL CORREO 20/02/15

· Pello Salaburu lamenta, en el homenaje al exparlamentario del PSE y su escolta Jorge Díez, que parte de la sociedad vasca esté «anestesiada» ante las secuelas de la violencia

La voz de la familia de Fernando Buesa volvió a alzarse anoche para reconfortar a las víctimas y remover conciencias. En esta ocasión, fue Sara, una de las hijas del parlamentario socialista asesinado por ETA hace quince años –el 22 de febrero de 2000– junto a su escolta Jorge Díez, quien tomó la palabra, abrió su corazón para mostrar lo que «anida» en él y ofreció un mensaje original, diferente, cercano y lleno de ideas «muy meditadas», según confesó. Con el objeto de reforzar lo dicho, se ayudó de una cuerda blanca para aludir a la necesidad de «deshacer los nudos que nos atenazan y no nos permiten avanzar» como sociedad. Entre sus múltiples reflexiones, destacó una petición por encima del resto: establecer «un discurso público, unánime, una sola voz, que deslegitime por completo al terrorismo», enfatizó.

Ante un auditorio repleto de personalidades políticas, encabezadas por el lehendakari Iñigo Urkullu y el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, la vicepresidenta de la Fundación Fernando Buesa Blanco reconoció que ella, personalmente, no necesita que los asesinos de su padre le pidan perdón, aunque admitió que sería un gesto «reparador». Eso sí, exigió que «se reconozca públicamente el daño injusto que se ha causado y los distintos grados de responsabilidad» que se tienen en el mismo. «Reclamo esto por las víctimas y sobre todo por el bien de la sociedad vasca», apostilló.

En este sentido, Buesa advirtió que todavía hoy no se ha producido una asunción clara de responsabilidades en el daño que se ha causado a las víctimas y al conjunto de la sociedad vasca. «Esta es una de las principales barreras para la convivencia», sentenció.

Las «miradas» de Salaburu
De forma paralela, la vicepresidenta de la Fundación Fernando Buesa Blanco recordó que ya han transcurrido tres años desde que ETA dejó de matar, aunque la banda terrorista aún «se resiste a desaparecer de nuestras vidas, y la violencia no ha sido totalmente repudiada y desterrada –consideró–. Sigue habiendo mensajes permisivos, que transmiten que en determinadas circunstancias el recurso a la violencia puede ser legítimo», se lamentó.

A su juicio, la convivencia durante décadas con la violencia «nos ha dejado profundas secuelas» que, a su vez, han cincelado una sociedad «frágil», que adolece de referentes «éticos y morales claros». Al mismo tiempo, la hija del dirigente socialista reconoció que le produce «tristeza y desazón» ver que entre los políticos predominan las «estrategias de confrontación» y criticó que la ciudadanía se haya «acomodado» ante la ausencia de violencia explícita.

Este fue uno de los puntos que abordó el discurso de Pello Salaburu. Si Buesa recurrió a la metáfora de la cuerda y los nudos, el catedrático y exrector de la UPV habló de hasta seis «miradas» diferentes que «no coinciden». Una de ellas –apostilló– podría aplicarse a una sociedad vasca «silente» y «anestesiada» frente a la violencia y sus secuelas. Así, recalcó que en Euskadi se ha pasado de la «socialización del sufrimiento a la socialización del olvido», por el «miedo» de los ciudadanos a enfrentarse al pasado. Salaburu fue muy crítico con la «izquierda patriótica» –en referencia a la izquierda abertzale–, ya que son «incapaces de pedir perdón», insistió. «Tienen el síndrome de Peter Pan. Se niegan a crecer y encima quieren que les comprendan».