Saturación de memoria

PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO / Profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU, EL CORREO 27/06/13

· Con la llegada del nuevo milenio, el concepto dominante de ‘paz’ se encontró con una inesperada compañera de viaje, la denominada ‘memoria histórica’ l coordinador y asesor de atención a las víctimas de la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, Txema Urkijo, ha expresado recientemente a través de las redes sociales que no le gusta lo de ubicar en Gernika el proyectado Instituto de la Memoria y la Convivencia. La explicación que da este cargo tan relevante del Gobierno vasco es que en Gernika «hay saturación de simbolismo», lo cual debería llamar la atención de todos los agentes políticos y sociales concernidos por un debate que, sin duda, se ha instalado como eje básico de esta legislatura.

En efecto, el Plan de Paz y Convivencia presentado por el lehendakari dice, en su página 32, que el Instituto de la Memoria «se ubicará en Gernika» y que «buscará la sinergia y asociación con su Museo de la Paz, dotando al conjunto de esta ciudad del carácter de Plaza de la Memoria-Memoriaren Plaza». El céntrico edificio que en 1998 empezó siendo Museo Gernika se convirtió a partir de 2003, gracias a las ayudas recibidas, de las que solo se menciona expresamente en su página web la del Ministerio de Cultura, entendemos que por ser la más importante, en el primer Museo de la Paz tanto de Euskadi como del resto de España.

A pocos pasos de dicho museo tiene también su sede, mucho más discreta eso sí, la Fundación Gernika Gogoratuz – Centro de Investigación por la Paz, cuya asociación fue creada en 1987 por «decisión unánime del Parlamento vasco», según reza en su página web. Pero si leemos la proposición no de ley motivada por el 50 aniversario del bombardeo, del 10 de abril de ese año, que acordaba el establecimiento en Gernika de un Centro de Estudios de la Paz, comprobamos que la suscribieron el PSE, con sus 19 parlamentarios, PNV con 17, EA con 13, EE con 9, y el grupo mixto con los 2 de AP y los 2 del CDS. Faltó Herri Batasuna, cuyos 13 parlamentarios solo acudían a contadas sesiones, como por ejemplo a la de investidura, en febrero de ese año, de la que salió elegido José Antonio Ardanza lehendakari por primera vez, y a la que presentaron como candidato al preso Juan Carlos Yoldi, en un espectáculo rayando en lo circense, que muchos recordamos todavía con estupor. Y es que entonces no había ninguna ley de partidos que sometiera a la izquierda abertzale a lo que ellos llamaron, cuando la ilegalización, el ‘apartheid’ y, sin embargo, antes de eso y durante varias legislaturas no pisaron sede parlamentaria sencillamente porque no quisieron o iban puntualmente para utilizarla como mera caja de resonancia.

Gernika Gogoratuz se creó recordando el sinsentido y la injusticia de toda guerra, como forma de contrarrestar, siquiera moralmente, al terrorismo que padecíamos en Euskadi y al impulso de los mismos partidos políticos, de nuevo con la ausencia de HB, que suscribieron apenas un año después, en enero de 1988, el Pacto de Ajuria Enea para aislar y erradicar el terrorismo. Fueron los años de la primera reacción cívica ante el fenómeno terrorista, marcados también por la aparición pública, desde 1986, de la ahora autodisuelta Gesto por la Paz.

Con la llegada del nuevo milenio, el concepto dominante de ‘paz’ se encontró con una inesperada compañera de viaje, la denominada ‘memoria histórica’, cuya aplicación al caso español se focalizó en la Guerra Civil y la represión de posguerra. La política de memoria, no obstante, encierra múltiples trampas morales que no deberían afectar a nuestra convivencia. Nadie de los que vivimos ahora tuvimos nada que ver con todo aquel horror. Y resarcir a las víctimas olvidadas, reconociendo su sufrimiento injusto, debiera hacerse sin atender a su filiación política, sobre todo cuando sabemos cada vez mejor que en aquel tiempo la libertad y la democracia eran defendidas por una minoría atrapada entre dos intolerancias contrapuestas. La memoria histórica quiere luchar contra el olvido y contra su aliado, el paso del tiempo, pero el terrorismo todavía no ha dejado de estar presente en nuestras vidas, sobre todo en quienes lo han padecido hasta extremos insoportables, y ni siquiera ha empezado a ser pasado, puesto que ETA no se ha disuelto aún.

En el proyecto para crear el Instituto de la Memoria y la Convivencia, acordado por PNV y PSE, aparece el término ‘memoria’ en más de cuarenta ocasiones, abarcando desde la Guerra Civil al terrorismo, y se proponen una serie de funciones que, resumidas, van de la conmemoración y la investigación a la formación y la consulta. Mientras que el Museo de la Paz ya existente habla de «conservar, exponer, difundir, investigar y educar al visitante en las ideas básicas de la cultura de paz». Y por su parte Gernika Gogoratuz pretende «contribuir con aportaciones generadas o respaldadas por una reflexión científica al logro de una paz emancipadora y justa a escala mundial».

Esto se llama triplicar recursos para una misma tarea, en medio de una crisis económica sin salida despejada aún, y cuando el Gobierno de Rajoy elabora planes para racionalizar la administración y el gabinete de Urkullu, desde su inicio, se ha propuesto adelgazar el sector público. El proyecto para el Instituto de la Memoria y la Convivencia cuenta en su redacción con un capítulo dedicado a «personal y recursos económicos» (artículos 14 al 19) y una disposición adicional segunda para «gastos y dietas» de sus futuros integrantes, los cuales, tal como se desglosa en los artículos 6 al 12, serían: un presidente, un director, un director adjunto y un consejo de dirección formado por nada menos que 27 miembros.

La saturación de memoria que se proyecta en Gernika asimilará a todas las víctimas, las del ‘guerracivilismo’ y las del terrorismo, a las que luchan contra el olvido y a las que viven en el presente y no pueden olvidar. Y si la intención de sus promotores no es esa, la verdad es que se le parece bastante.

PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO / Profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU, EL CORREO 27/06/13