¿Será el ‘Pujol Crest’ el final de Mas?

EL CONFIDENCIAL 08/08/14
JOAN TAPIA

Desde que a media tarde del pasado viernes 25 de julio Jordi Pujol remitiera a la prensa una confusa declaración en la que se hacía responsable de que la herencia que su padre, Florenci Pujol, dejó en el extranjero a su mujer Marta Ferrusola y a sus siete hijos se mantuviera oculta al fisco durante 34 años, esta inesperada confesión sacude con fuerza a la sociedad catalana y a toda España.

Y es que la admisión de cuentas en paraísos fiscales por parte de quien fue presidente de la Generalitat durante 23 años, ganó siete elecciones catalanas consecutivas y se erigió en algo así como el Sumo Sacerdote que dictaminaba, casi como si fuera ex catedra, sobre lo que era bueno o malo para Cataluña, ha implicado que se abrieran las compuertas de la credibilidad a las noticias que la prensa de Madrid –basándose en fuentes policiales– había publicado sobre las actividades y la fortuna de los hijos de Jordi Pujol y en especial del primogénito, Jordi Pujol Ferrusola.

Cuando El Mundo destapaba presuntas comisiones y negocios de la familia Pujol la noticia podía tener bastante o mucha credibilidad en España, pero la tenía escasa en Cataluña. Porque el medio tiene poca circulación, es considerado ‘anticatalán’ (fue beligerante contra el Estatut) y la Policía española es vista por una parte significativa de la sociedad catalana como un instrumento dócil del Estado. Pero cuando el propio Pujol confiesa que su familia ha regularizado cuentas en el extranjero provenientes de una extraña herencia (que su propia hermana ha declarado desconocer hasta ese mismo viernes), es la credibilidad de Pujol la que se viene abajo.

Más todavía cuando tras el fin de semana es su propio partido el que le fuerza (debe tener más datos y siente en el cogote el huracán que agita a la opinión pública catalana) a renunciar al título de honorable, a la oficina habilitada para los expresidentes y a su condición de presidente honorario de CiU y CDC con derecho a asistir y presidir todos sus órganos de gobierno.

De repente el ‘Padre de la Patria’ podía ser no sólo un delincuente fiscal sino un cacique que había permitido que su familia amasara una fortuna en base a comisiones de obra pública y chanchullos. Y la sospecha se agrandaba al relacionarla con el hecho de que el único hijo que se dedicaba a la política, Oriol Pujol –al que muchos apuntaban como el sucesor de Mas y que era secretario general de CDC pese a estar imputado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en el caso ITV– había renunciado pocos días antes. Sin olvidar que la propia CDC tiene su sede embargada por un juzgado por su presunta financiación irregular, a través de Fèlix Millet, en el famoso caso del Palau de la Música.

· Los obstáculos se acumulan sobre la apuesta independentista de Artur Mas, pero el último –la creencia cada día más extendida de que la familia Pujol se enriqueció de forma indebida durante su presidencia– amenaza con hacerle perder legitimidad. Tanto a él como a su partido

Captando este terremoto en la opinión catalana, El Periódico de Cataluña abría su edición del domingo con una gran foto de Pujol bajo el título: “Jordi Pujol, el espejo roto” y se hacía eco de “la gran decepción” de los militantes y votantes de CiU. Ahora cuando El Mundo publica (también el domingo) que la fortuna de los Pujol asciende a 1.800 millones y que serían la séptima fortuna española en lista de los más ricos de Forbes, la credibilidad es mucho más alta y la duda corroe hasta a los convergentes más incondicionales. Máxime cuando Victoria Álvarez, novia de Jordi Pujol Ferrusola durante algunos años, afirma que saldrán muchas cosas más, que tiene mucha información y que de la confesión de Jordi Pujol “lo único que hay de cierto es que tienen cuentas fuera” (El Periódico del lunes 4).

Y de repente prensa, radio y televisión son invadidas por un aluvión de noticias que hacen de las andanzas y la pretendida fortuna de la familia del expresidente de la Generalitat una especie de Pujol Crest catalana con mucho más morbo que la Falcon Crest originaria. La gran pregunta es si la Pujol Crest acarreará la defunción de su heredero político, Artur Mas, del partido que fundó, e incluso del proceso independentista.

Vamos por partes. Muchos creen que Artur Mas sucumbió cuando, tras diluir el tradicional pragmatismo de CDC y sustituirlo por un independentismo improvisado y descafeinado (en comparación con el de ERC), convocó elecciones anticipadas en el 2012, esperando la mayoría absoluta, y perdió 12 diputados. Había apostado y había perdido, pero insistió en el error al suscribir un pacto con ERC que le obligaba a convocar un referéndum independentista en el 2014.

En aquel momento Mas perdió la partida, pero como es un luchador está dando la batalla hasta el final. Por eso pacta con ERC, ICV y las CUP la doble pregunta que le corta los puentes con Rajoy y que alarma al mundo económico e incluso a la UE. Su cálculo es que Rajoy se puede asustar y ofrecer un ‘bocado’ razonable o que, en caso contrario, la negativa a la consulta (a dejar votar a los catalanes sobre su futuro) haga pegar otro salto al sentimiento independentista (entre el 2012 y el 2013 pasó del 23% a más del 40%) y después poder ganar las elecciones catalanas (anticipadas o no) y negociar desde una posición de fuerza.

Pero esta aventura desesperada se le complica cada día más porque tiene que hacer ver que atiende las alarmas del mundo económico y de todo el ‘partido de la distensión’ (Duran i Lleida, PSC, Rubalcaba y liberales de Madrid tipo Garrigues Walker), se queda sin aliados sólidos en España (ni el PNV le quiere seguir) y ve como si se trata de romper con España porque España no tiene solución, una parte creciente del electorado convergente (especialmente el joven) se apunta al mensaje más radical (y menos comprometido por las pasadas alianzas con el PP y el PSOE) de Oriol Junqueras, sin duda un político muy hábil y oportunista (en el mejor sentido de la palabra). Está por ver si consistente a medio plazo.

Y naturalmente el Pujol Crest no va a favorecer ni a Artur Mas ni a CDC. Al contrario, va a hacer que se afiance el trasvase de votos hacia ERC. CDC no puede refundarse improvisadamente, por decreto, sin celebrar ni un congreso extraordinario y pasteleando un nuevo arreglo en la dirección como pretenden Mas, Homs y Rull, la estrella ascendente del partido. Ahora se ve que Artur Mas y CDC han desencadenado un arriesgado intento de ruptura con España sin tener la consistencia ni la fuerza para poder liderarlo.

· Artur Mas es un luchador y va a dar la batalla hasta el final, aunque quizás sabe que la tiene perdida. Ayer dio una rueda de prensa de casi dos horas en las que –pese a algunos fallos– volvió a insistir en celebrar la consulta, afirmó que la recuperación española tiene »acento catalán» e incluso se permitió presumir de »transparencia»

Es difícil que el Pujol Crest y la gran decepción que invade a la militancia y al electorado de CiU y que –como reconoce Miquel Iceta– sacude también a todo el catalanismo, permita que CDC siga al frente de un proceso que tenderá a radicalizarse y puede acabar descarrilando. Mas quizás está muerto –muchos lo aseguran– pero va a seguir combatiendo. Ayer no tuvo reparos en afrontar una larga rueda de prensa (casi dos horas de duración) en la que insistió en los asuntos sociales (del business friendly a la refundación), en la mejora económica (como Rajoy el viernes) aunque añadió (con suficiencia algo pueblerina) que la recuperación tenía “acento catalán” (en la onda de Rajoy, que ninguneó el papel de la política de Draghi en el BCE) e insistió en que no había ‘plan B’ y que el único objetivo es votar.

A Rajoy, que esgrimió lo de “ley y diálogo”, le respondió (sin cerrar la puerta a negociar las 23 propuestas) que “ley y diálogo sí, pero también democracia”, como si los catalanes no votáramos regularmente cada cuatro años al parlamento catalán y al español. Lo cierto es que ayer Mas pareció a ratos plúmbleo, charlatán…pero estuvo y dio la cara. Sin arrugarse, o arrugándose poco, e insistiendo en la consulta.

Quiere creer que puede superar los límites que fija la Constitución (que CDC votó y de la Miquel Roca fue uno de los ‘padres’), la normativa de la Unión Europea, que es antes que nada una Unión de Estados en la que el órgano principal es el Consejo Europeo (los veintiocho jefes de Gobierno de los estados), el escándalo Pujol que es una bomba sobre su carrera política y CDC, y el ascenso de ERC como consecuencia de haber legitimado –desde el catalanismo conservador– el discurso independentista.

La realidad es que ERC ganó las europeas antes del Pujol Crest y el último sondeo del CIS (conocido el lunes pero realizado también antes del escándalo) dice que ERC superaría a CiU incluso en unas legislativas españolas. Ayer una inteligente señora de la alta burguesía catalana me preguntaba inquieta y consternada: “¿Ahora, en qué manos vamos a caer?”

Mas aparenta la “fortaleza psicológica” que ayer pidió a los catalanes que mantuvieran. Pero le falta realismo político. Se niega tanto a sacar las conclusiones de la situación, al creer que el Pujol Crest puede ser anulado por una buena calificación de Transparencia Internacional entre las autonomías españolas, y ha planteado un órdago a lo grande al Estado español teniendo los pies de barro.

Claro que el Gobierno de Madrid también demostraría estulticia si lanzara las campanas al vuelo. Su actitud cuando el Estatut (que fue mucho más lejos que su oposición) fomentó la desafección de Cataluña respecto a España, contribuyó al deslizamiento de CDC del pragmatismo al independentismo y puede acabar con la victoria de ERC en las próximas elecciones. Mal negocio. Pero el panorama no es forzosamente negativo. Al margen del Pujol Crest, el  ‘partido de la distensión’ se apuntó la semana pasada un tanto frente al ‘partido del conflicto’ cuando Rajoy y Mas admitieron que tenían que discutir y arreglar algunas cosas además de enfrentarse por la consulta. Habrá que analizarlo un día de estos… si el Pujol Crest nos lo permite.