LUIS MIGUEL FUENTES-EL MUNDO

SÁNCHEZ estaba muy tranquilo arrojándole a la gente por la calle los ramos de rosas de sus manos, haciendo entrevistitas de velador y mítines de crooner, y ahora va a tener que ir a dos debates. «Qué remedio», ha dicho. La política es ese fastidio que te despega de tu propia cartelería y de la fiesta de piscina de la vida presidencial. Tenemos un presidente que odia levantarse de su estatua y que cuando lo hace parece exactamente una estatua levantándose, crujiendo perezosa y dolorosamente y arrastrando con él el pavimento, las cañerías y las raíces de árbol de las instituciones. Después de que el bloque de mármol de Sánchez se haya movido con gran destrozo y pesada inercia por sus intereses y rectificados, La Moncloa, el Congreso y RTVE parecen ya esos cuartos de baño colgantes de las casas a medio demoler.

La campaña de Sánchez va a terminar como una de esas siestas con gazpacho en las que al final se cuela la mosca de sandía, el perro que ladra como una campana o el camión del tapicero sacándote la esponja de las tripas. Querían un solo debate con el espantajo del trifachito haciendo de Doña Rogelia ante su guapura centrista, y ahora van a tener dos, sin el pimpampum de Vox y encima llegando como gallina y como tramposo. Pero si hay algo que Sánchez e Iván Redondo no querían era un Iceta, que les hicieran un Iceta, como ya se dice. Y ahora, ante este debate copero con ida y vuelta, resulta que Meritxell Batet declara nada menos que «pretender imponer el marco constitucional no nos va a conducir a una solución». Esto es un Iceta mejor que los de Iceta, supera la suave equidistancia, la aceitosa ambigüedad y hasta el siniestro cinismo para proclamar descaradamente que no hay que imponer la ley a quien no la quiere y que por ello no hay otra salida que saltarse la Constitución. Y no sólo tenemos a Batet superando a Iceta, sino a Junqueras diciendo que actuarán para evitar «un Gobierno de extrema derecha» y a Jordi Sánchez seguro de que Pedro permitirá un referéndum en Cataluña. Para ayudar, además, la Fiscalía desiste de acusar a los mossos pasotas del 1-O y por ello una juez se ha visto obligada a archivar la causa a pesar de apreciar indicios de delito.

Con varios Icetas zumbones, con moscas atraídas por su bronceado perezoso y la fruta de su sonrisa, la siesta piscinera se le ha acabado a Sánchez. Llegará a los debates y al final de campaña mal dormido y peor despertado. Un fastidio que la política no sea ese sueño fresco y autoerótico de las estatuas.