Súplica

DAVID GISTAU – ABC – 22/06/16

David Gistau
David Gistau

· La sociedad española encara el domingo electoral con un estado de ánimo adecuado por desesperanzado.

A los cínicos siempre nos gustó mucho el aforismo de Samuel Johnson sobre los segundos matrimonios: representan el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. A mi edad, he alcanzado tamaña sabiduría que hasta un primer matrimonio me parece tal cosa, lo cual me inmuniza contra los vendedores puerta a puerta de utopías y remedios milagrosos que al parecer van a desperdigarse como testigos de Jehová durante los últimos días de campaña: como detecte a uno por la mirilla, le abriré la puerta vestido solo con el batín rosa de mi mujer, entreabierto, están avisados.

Pese a que el advenimiento de una reminiscencia comunista representa un triunfo aún mayor de la esperanza sobre la experiencia, la sociedad española encara el domingo electoral con un estado de ánimo adecuado por desesperanzado. Fíjense de qué manera hemos dado vuelta al aforismo de Johnson y proclamado el triunfo de la experiencia: unas elecciones que aún no se han celebrado ya han sido anticipadas por las encuestas, interpretadas y declarado fallidas.

No sé ni por qué hay que ir a votar el domingo: en las tertulias ya están hechos todos los comentarios poselectorales, y no es cuestión de arruinarnos a los tertulianos las opiniones con la irrupción de una realidad imprevista, que a eso luego hay que adaptarse y los esfuerzos dan migraña. De hecho, todo está ya tan claro que en el ambiente comienza a circular una súplica que sólo es posible si se dan por seguros el fracaso y la autoaniquilación de los partidos y del régimen parlamentario: que esto lo solucione el Rey. Que sea al Rey a quien se transfiera el marrón cuanto antes para que nos lo arregle todo con un abracadabra que remite a los supuestos poderes taumatúrgicos que la Transición dejó en la percepción española de su jefe de Estado.

Más allá de que la Constitución concede al Rey un margen de actuación que no da precisamente para sanar leprosos por imposición de manos, resulta que la depresión y la fatiga del sistema han renovado en la cultura española el prestigio del ser providencial. Tantos años de pedagogía democrática y de homologación con las sociedades calvinistas al final han desembocado en semejante regresión supersticiosa.

El hueco del ser providencial lo llenó el profeta Iglesias durante un tiempo, hasta que se diluyó en la triste maraña partidista dentro de la cual se marchitan incluso las sensualidades revolucionarias. Así pues, acostumbrados los españoles a una interpretación histórica del posfranquismo en la que su Rey obraba milagros tales como parar carros de combate en pijama, las actitudes rogatorias no han esperado ni al fracaso de las negociaciones para empezar a prender cirios a La Zarzuela. Al escuchar a los más entusiastas, a los más decepcionados con la «casta» que ya se tragó a sus renovadores, se diría que algunos proponen como solución un autogolpe que nos devuelva a un absolutismo borbónico. Me imagino a FB6 tomando prestada la frase de Romanones: «Joder, qué tropa».

DAVID GISTAU – ABC – 22/06/16