TV3, la otra estructura de Estado de Mas

EL MUNDO – 15/09/15

· «Cualquier pretexto es bueno para hablar de la independencia», explica un colaborador.

«Pujol quería ser un gran magnate de la comunicación», explica un ex colaborador suyo durante sus primeros años en la Generalitat. Tras fracasar con El Correo Catalán, diario del que era accionista mayoritario, el ex president decidió crear TV3 para ampliar su capacidad de influencia sobre la sociedad catalana. Una cadena que ha vivido una trayectoria paralela a la de Convergència, con una primera etapa de catalanismo moderado que llevó a Pujol a pactar con el PP hasta en dos ocasiones; y una segunda fase de soberanismo creciente, que ha desembocado en un plan entre Mas y Junqueras para proclamar la independencia de Cataluña en 18 meses.

El deseo de Pujol sólo se vio amenazado entre 2003 y 2010, pero incluso durante el gobierno de los dos tripartitos –primero el de Maragall, luego el de José Montilla– el control de TV3 y Catalunya Ràdio estuvo en manos de Esquerra, que colocó a periodistas afines al frente de la televisión y la radio públicas de Cataluña.

Fue entonces cuando el socialista Joan Ferran destapó la caja de los truenos y provocó un auténtico terremoto político, al asegurar que era necesario «arrancar costra nacionalista» a los medios catalanes financiados por la Generalitat. «Respeto profundamente la libertad de los profesionales de Catalunya Ràdio y de TV3, pero algunos aún se ven arrastrados por la inercia de tantos años de pujolismo, por una visión sesgada del país. Hay inercias, grupos y sistemas de trabajo enquistados desde hace muchos años (…). Lo mejor sería empezar de nuevo, hacer tabla rasa del pasado: un reset», denunció entonces en una entrevista a El Periódico de Catalunya.

Un lavado de cara imposible de consumar por la victoria de CiU en las elecciones de 2010 y por la existencia de un grupo de periodistas afines a Convergència, con cargos de peso en los informativos de la cadena pese a los sucesivos cambios en los gobiernos de la Generalitat.

Esta influencia se explica también por la irrupción del Grup Barnils, una asociación de periodistas vinculada a los partidos de izquierdas, especialmente a ERC, que cuenta con varios miembros destacados en los medios públicos catalanes. El mejor ejemplo es el de su fundadora Rita Marzoa, miembro del consejo de administración de TV3 y Catalunya Ràdio a propuesta de ERC. Su llegada no estuvo exenta de polémica, al producirse justo cuando Convergència y Unió rompieron su federación a principios de este verano, una operación que acabó con el despido de Fèlix Riera, director de Catalunya Ràdio y militante de Unió.

El actual presidente del Grup Barnils, David Bassa, ha ocupado varios cargos de responsabilidad en la televisión y la radio públicas, aunque niega su influencia y apuesta por la creación de «una ley que evite que el Govern pueda controlarlos», en declaraciones a este periódico. Eso sí, su «marco mental es claro» y pasa por la defensa de unos medios «hechos y pensados en catalán para los Països Catalans».

«De la costra hemos pasado a una toma de posesión muy clara», asegura Joan Ferran, ex diputado autonómico del PSC, sobre la última etapa de TV3 coincidiendo con Mas y el auge del soberanismo en CDC.

Una polémica que ha ido in crescendo estos meses, con varios casos que han hecho saltar todas las alarmas entre los partidos de la oposición. Destaca la emisión del programa de debate .CAT el pasado mes de mayo, titulado Pròxima cita: 27-S, y que sólo contó con la presencia de miembros de CDC (Josep Rull), ERC (Marta Rovira), la CUP (Isabel Vallet), la Asamblea Nacional Catalana (Jordi Sànchez) y Òmnium Cultural (Muriel Casals). El resto de formaciones no independentistas –PSC, PP, Iniciativa, Ciutadans y Unió– criticaron un sesgo que el propio Consejo del Audiovisual de Cataluña reprobó.

«TV3 ofrece una información veraz, contrastada y plural. En campaña, además, cumplimos escrupulosamente con la Ley Orgánica del Régimen Electoral General y con las instrucciones de la Junta Electoral. Así lo hemos hecho siempre y así lo seguiremos haciendo», defienden en la cadena ante las acusaciones de politización más recientes.

También se ha cuestionado la presencia mayoritaria de tertulianos soberanistas en algunos de los programas más importantes –y más vistos– en Cataluña. Así lo corrobora Nacho Martín Blanco, licenciado en Periodismo y Ciencias Políticas y uno de los pocos defensores del unionismo en la cadena pública. «Las tertulias de TV3, la televisión que pagamos entre todos los catalanes con nuestros impuestos, no son debates plurales, pero no tanto porque la composición de las mesas sea siempre prácticamente monocolor –que también–, sino, sobre todo, porque lo son en cuanto a la temática. Son meros monográficos sobre la independencia».

«Cualquier pretexto es bueno para hablar de la independencia de Cataluña, ya sea el referéndum escocés, la entronización del Papa, la abdicación del Rey, el relevo en la secretaría general del PSOE o incluso la muerte de Adolfo Suárez. ¿Será el Papa Francisco más sensible que su antecesor, Benedicto XVI, a los anhelos independentistas? ¿Hubiera tenido Adolfo Suárez una actitud más complaciente que Rajoy? ¿Moverá ficha el nuevo monarca, Felipe VI?», explica el tertuliano sobre el tipo de preguntas que se formulan.

Nacho Martín Blanco, a quien nunca han dejado de invitar por no defender la tesis soberanista, sí define las tertulias como «un debate de todos nosotros contigo», como le dijo el sociólogo Salvador Cardús tras la Diada del año pasado. «Es decir, de todos ellos conmigo, o más bien una encerrona en donde el discrepante, precisamente por serlo, aparece ante la opinión pública como una anomalía».

El ex ministro socialista Josep Borrell fue el último en denunciar un veto por parte de TV3 cuando iba a presentar su libro Las cuentas y los cuentos de la independencia, en el que rebate los principales argumentos económicos de los partidos soberanistas. Una entrevista aplazada por la cercanía de las elecciones catalanas, según denunció Borrell la semana pasada.

Sin embargo, el veto más sonado fue el de la periodista uruguaya Cristina Peri Rossi, despedida de Catalunya Ràdio en 2007 por hablar en castellano en antena. La polémica levantada por este caso obligó a la emisora pública, entonces en manos de Esquerra, a pedir disculpas a la escritora.

EL MUNDO – 15/09/15