Unilaterales

EL MUNDO 11/11/14
ARCADI ESPADA

DECÍAMOS AYER que ningún demócrata debe ocuparse de los resultados que ha dado la mascarada organizada por el gobierno de la Generalidad con la complicidad pasiva del gobierno del Estado. Pero los nacionalistas están en su derecho de analizar ese voto torticero. Y les sería de una gran utilidad para comprender cómo están abocados al fracaso. Deberían hacerse con uno de los listados principales que resume la actividad participativa de las grandes poblaciones catalanas. Hay allí cuestiones relevantes: por ejemplo la evidencia de que el fervor secesionista es un asunto del interior, para decirlo finamente, y que en los lugares por donde circula el aire el escepticismo es abrumador. Lo que va de Santa Coloma de Gramanet (10,76%) a Manresa (37,88%), por poner dos ejemplos interesantes y representativos.

Sin embargo, las consecuencias fundamentales deberían sacarlas de los resultados globales. Sobre una muestra estimada de 6.222.736 votantes el secesionismo obtiene el 29,92% de apoyo. Aunque sobre ese apoyo, y respecto a un referéndum democrático, habría que hacer al menos dos precisiones significativas. Primero la necesidad de ponderar el voto de la franja entre los 16 y los 18 años que no vota según la ley y que aquí ha votado. Es lógico suponer que esa ponderación corregiría a la baja el porcentaje de un referéndum. Y, en segundo lugar, y aún más importante: votar en una alegre e irresponsable mascarada (y aun contando que tantos catalanes ya no distinguen) no es lo mismo que hacerlo en un referéndum vinculante que, efectivamente, puede cambiar tu vida algo más que la final de la Champions. También este escenario juega a favor de la reducción del sofoco.

Por lo tanto, y usando sus propios datos, la conclusión no parece discutible: el gobierno de Artur Mas cuenta con una cuarta parte aproximada de los catalanes para llevar a caBo su tarea segregacionista. Algo de lo que ya habían dado cuenta las encuestas menos indecentes y los propios y repetidos resultados electorales en Cataluña, y cuya ceremonia de confirmación ilegal e inmoral bien podrían haberse ahorrado los nacionalistas si su verdadero propósito del 9 de noviembre no hubiera sido humillar al Estado como lo han hecho. Por lo demás, el sentido de la Declaración Unilateral de Independencia que preparan está perfectamente justificado por esos números. Muy unilateral, desde luego, porque los secesionistas pretenden ahora separarse de la mayoría de los catalanes, diga lo que diga esa intratable pandilla de falsos demócratas.