Venezuela, el escaparate de Podemos

ABC 08/02/15
EDITORIAL

· La quiebra de la economía de Venezuela se debe al hecho de que el populismo, que nunca conduce al bienestar, se basa en prometer lo que no se puede cumplir, ni siquiera teniendo, como ha tenido el chavismo, un maná de petróleo

LOS datos son irrefutables: el chavismo llegó a Venezuela con la promesa de cambiar la estructura del país para superar una situación injusta, pero en ese camino lo ha convertido en una selva de corrupción y criminalidad cuya economía está al borde de la quiebra y donde los ciudadanos tienen que luchar por sobrevivir. El de Venezuela es el ejemplo más claro de los efectos deleznables del populismo oportunista, movimiento que no tuvo problemas para aprovechar el descontento social durante una crisis mal gestionada por los dirigentes políticos de la época, y que ha destruido toda la institucionalidad del Estado, ha pervertido los mecanismos democráticos y ha arrasado todas las garantías sociales.

Vista desde España, la catástrofe que sufre Venezuela tiene una doble trascendencia, porque en estos momentos existe una fuerza política que no solo participó activamente en el diseño y la implantación de este régimen con características totalitarias, sino que lo defiende como una propuesta válida para nuestro país. Lo que sucede en Venezuela es lo que prometen para España las fuerzas que se presentan como los supuestos renovadores –o los regeneradores– del sistema político que ha sido la base de los mejores años de nuestra historia. En el caso del chavismo, este gozó incluso de cierto respaldo político e intelectual por parte de una izquierda necesitada de mitos y nuevos modelos ante la caída del socialismo real en la Europa del Este. Incluso cuando el coronel golpista se convirtió en presidente y empezó a barrenar el equilibrio de poderes, o a acosar a la prensa libre a través de una aplaudida reforma constitucional, muchos se resistían a ver el tinte totalitario que acabó implantando. Ahora que aquella utopía populista es un infierno insoportable, mil veces peor que la Venezuela del «viciado bipartidismo» que pretendía renovar, todavía hay quien se empeña en no ver esa catastrófica realidad.

La ruina de los venezolanos no se debe a ningún bloqueo internacional, ni a ningún boicot maléfico, porque el chavismo ha tenido liquidez suficiente incluso para pagar generosamente a quienes actúan como asesores en el interior y agentes a sueldo en el exterior. La quiebra de la economía de uno de los países más ricos del mundo se debe sencillamente a la corrupción, la ineficiencia y la perversidad de sus dirigentes. A eso y al hecho de que el populismo no conduce nunca a nada bueno, porque consiste en prometer lo que no se puede cumplir, ni siquiera teniendo, como ha tenido el chavismo, un maná de petróleo en sus manos.