Viajes privados, medios públicos

El fino estratega Zapatero puede haber cometido un error de bulto. La peña nacional es absurdamente igualitaria y enemiga de privilegios. Y más en tiempos de crisis. Remember Touriño. Se la ha educado así. Recuerden aquel mozo que preguntaba al presidente a ver qué pasaba con su piso, como si fuera lo más natural poseer una vivienda antes de los 20.

El 14 de febrero de 1980, los Reyes de España viajaron a Nueva York a por atún y a ver al duque: visitaron al padre del Rey, a quien acababan de extirparle un tumor en la mandíbula, y al día siguiente se entrevistaron con Jimmy Carter en la Casa Blanca. Aquel año, 1980, fue el más cruento de la historia de ETA, que perpetró entre sus distintas franquicias 100 asesinatos, pero los Reyes viajaron en vuelo regular de Iberia.

Si hay una institución distinguida por el privilegio, es la Corona. No cabe plantearse la diferencia entre asuntos privados y públicos en la Familia Real. Todo en ellos y en sus relaciones, en sus bodas y sus partos es cuestión de Estado y el Rey es Rey las 24 horas del día, por usar la expresión del PSOE para disculpar los viajes de Zapatero en el Falcon 900 de la Fuerza Aérea.

Si no queréis caldo, dos tazas, han debido de pensar los estrategas del Palacio de la Moncloa para replicar a las críticas del Partido Popular por ir en Falcon a un mitin del partido, y desde entonces ha sido el no parar: además del mitin de Asturias, el sábado paseó en Falcon a su colega portugués, José Sócrates, de mitin en mitin: de Madrid a Valencia, y de Valencia a Coimbra, para volver solo a Madrid. Sócrates había viajado de Lisboa a Madrid en vuelo regular de la TAP.

El pasado 28 de abril, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, vino a España en viaje oficial y lo hizo en un vuelo regular de Iberia, a pesar de ser el primer objetivo a abatir para un ejército, las FARC, compuesto por casi 15.000 terroristas. Con los precedentes citados, alguien nos está tomando el pelo al invocar la seguridad para justificar los vuelos en Falcon por asuntos partidarios. Jamás había dicho Rubalcaba que ETA tiene potencial de fuego para derribar aviones en vuelo. Busquen en Google «Zapatero ETA está ya derrotada» y verán. La seguridad depende de la ausencia de rutina, no de quien paga el avión que lleva al presidente a los mítines.

El fino estratega que es Zapatero puede haber cometido un error de bulto. La peña nacional es absurdamente igualitaria y enemiga de privilegios. Y más en tiempos de crisis. Remember Touriño. Se la ha educado así. Recuerden aquel mozo que con 19 años preguntaba al presidente en la tele a ver qué pasaba con su piso, como si fuera lo más natural del mundo tener una vivienda en propiedad antes de los 20.

Al presidente también le pareció normal la pregunta. O la señora que interpeló a Rajoy por no ganar más que los 300 euros de su pensión no contributiva.

Hay también un problema con el nombre. El halcón es ave de presa, no de paz. Si la ministra de Defensa, Carme Chacón, hubiera tenido reflejos, los habría cambiado el nombre por Paloma 900, mucho más a tono con el Ejército pacifista que propugna. Falconetti era el nombre del villano más acabado que han dado las series de televisión. Recuerden, en fin, el diálogo final de El halcón maltés, cuando el detective Tom Polhaus, el gran Ward Bond, sopesa el pájaro y le dice a su amigo Sam Spade: «Pesa mucho. ¿De qué es?». Y Bogart le responde citando a Shakespeare: «Del material con que se forjan los sueños». Vuelos privados en medios públicos, ése es el sueño de toda clase media venida a más.

Santiago González, EL MUNDO, 1/6/2009

Soraya a Moncloa

 

Estaba escrito: las propuestas económicas de Zapatero, alegres como fuegos artificiales, sólo dejan tras de sí oscuridad y olor a pólvora. Urgen acuerdos de Estado. Con el principal partido de la oposición, por supuesto, pero no estaría de más que se pusiera de acuerdo previamente con los suyos. Los experimentos, con gaseosa.

Zapatero debería invitar a Soraya a La Moncloa. Aunque haya quedado la penúltima. ¿Para qué? Para regalarle el primero de los 420.000 ordenadores portátiles que piensa repartir entre tiernos escolares de 10 años.

Cualquiera que la haya visto pensará que nuestra extremeña está muy crecida para quinto de Primaria y tendrá razón, pero sería un gesto simbólico, y en ese terreno todo es admisible, que los aspirantes a ganar la Copa del Rey abronquen al donante y que esa joven tal lozana aún no haya llegado a la ESO.

La extremeña se ha alzado con el penúltimo lugar, sólo por delante de Finlandia, un país cuyo sistema educativo suele encabezar la clasificación europea en el Informe Pisa. Hemos sido de los últimos, pero junto a los primeros. No diré más. El que tenga ojos para ver, que vea, y el que tenga oídos para oír, que oiga. Los presupuestos están en marcha y no hay en ellos una partida prevista para 420.000 ordenadores, aunque Zapatero los quiere baratos, como los trajes de Camps, entre 200 y 300 euros la unidad.

Luego está la conexión por banda ancha para 15.000 colegios a 30.000 euros cada una. Son 450 millones para gastar en una partida para la que Industria tiene presupuestados 7,5 millones para el bienio 2008-2009. Pero aún hay más: ¿qué pasa con la conexión por banda ancha de los escolares en sus casas? ¿Cuánto cuestan 420.000 conexiones ADSL? Aquí no faltará quien diga que hay un porcentaje muy elevado de escolares con banda ancha en sus hogares, y es verdad, pero eso nos lleva a otra pregunta: ¿por qué ha prometido el presidente regalar portátiles a escolares que ya tienen ADSL y, por tanto, acceso a un ordenador con conexión de banda ancha? ¿Por qué este afán de aventar dinero público, especialmente en época de crisis? Si responde satisfactoriamente a estas preguntas, sólo le falta solucionar nuestra primera carencia educativa: definir un plan de enseñanza con el que los escolares puedan sacar provecho de la quincalla electrónica que piensa regalarles.

Era por una buena causa, para demostrar que él se preocupa más que la oposición, la lágrima socialdemócrata. Lo mismo pasó con las medidas para impulsar la industria del automóvil: se puso a tirar del carro antes de negociar el asunto con quienes tenían que arrimar el hombro en las tres cuartas partes del proyecto: el sector y las CCAA. No le sale, claro.

Tampoco acertó en sus medidas para dar salida a los pisos sin vender, al dar un ultimátum a la tropa para desgravar. Se le ha rebotado el 80% de la peña en las encuestas, por mucho que el CIS las haga los domingos en las casas del pueblo a la hora del vermú.

Lo malo es que a éstas y a algunas otras inanidades que su partido va a dejar en cuarto y mitad para negociarlas para mañana con la oposición, esa España plural y diversa, las ha bautizado como «cambio del modelo productivo». Estaba escrito, con perdón: sus propuestas, alegres como fuegos artificiales, sólo dejan tras de sí oscuridad y olor a pólvora. Urgen acuerdos de Estado. Con el principal partido de la oposición, por supuesto, pero no estaría de más que se pusiera de acuerdo previamente con los suyos. Los experimentos, con gaseosa.

Santiago González, EL MUNDO, 18/5/2009