Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 4/3/12
El señor de la fotografía que abre hoy la sección de Política de El Correo se llama Martín Garitano y es el diputado general de Guipúzcoa, uno de esos legendarios ‘independientes’ de la coalición Bildu que en mi modesta opinión dan carácter al conjunto. Puedo estar equivocado, puesto que destacados dirigentes de los populares vascos, parecen opinar que es Eusko Alkartasuna quien lleva la batuta.
He leído en días recientes en Jot Down una larga y meritoria entrevista de Iñigo Gurruchaga a Juan Aranzadi, autor, en un pasado remoto de un gran ensayo, ‘El milenarismo vasco’, de un artículo que para mí fue un descubrimiento, ‘Sangre simbólica, raíces semióticas del terrorismo etarra’ (Revista Ideas, 1985), coautor, junto a Jon Juaristi y Patxo Unzueta, de ‘Auto-de-terminación’ (1994) y de ‘El escudo de Arquíloco’ (2001), una parábola enaltecedora del guerrero que tira el escudo y huye, un elogio de la rendición, o, tal vez mejor dicho, de la deserción, concebido el terrorismo como campo de batalla. Esta obra dio origen a una notable polémica a su publicación, en la que intervinieron activamente los coautores del penúltimo libro citado.
Dice el entrevistador en el introito que “Juan Aranzadi ha publicado textos críticos con pasajes de su primera obra, que causó conmoción en 1981, y cree ahora que pudo equivocarse al elegir la figura de Arquíloco”, lo cual le hace muy simpático a los ojos de alguien como yo, muy partidario de los arrepentimientos, antes rectificaciones que traición. A lo largo de la entrevista brilla a menudo la inteligencia de Aranzadi, aunque a veces incurra en lo que a mi modo de ver son simplezas notables. Un suponer, cuando manifiesta con argumento muy endeble su legítima satisfacción por lo que parece el fin del terrorismo etarra: “Si ETA deja definitivamente de matar volveré más por allí, ya que últimamente sólo lo hacía por obligación familiar.”
De las palabras se infiere que Aranzadi no venía a Euskadi en estos años por una cuestión moral, no por miedo. No había razones para que lo tuviera: sus posiciones no lo convertían en sujeto de riesgo. ETA ha dejado la violencia, signifique lo que signifique el término ‘definitivo’ en su lenguaje, por la actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado, esto es una evidencia. El problema es que no le plantee inquietud alguna el hecho de que ETA está consiguiendo gradualmente el objetivo que le ha llevado a asesinar tanto. No está formada por una cuadrilla de psicópatas que experimenten goce matando, sino por totalitarios que lo hacen para conseguir el poder.
Y conseguir el poder es situar a los independientes de Bildu y Amaiur (hasta la legalización de Sortu) al frente de las instituciones, a la espera de llevar a Otegi a Ajuria Enea. El problema es si la sociedad vasca puede estar contenta, regalando ante la promesa de “abandono definitivo de la violencia”, que no disolución, lo que le negó mientras asesinaba a 98 personas al año (en 1980, exactamente) y si pasear por la San Sebastián de Garitano e Izagirre va a ser lo mismo que cuando la Diputación la presidía Markel Olano y era alcalde Odón Elorza. Que Garitano e Izagirre no matan es obvio, y que eso supone una diferencia muy notable, también.
No discutiré a Aranzadi su derecho a respirar hondo mientras pasea por San Sebastián, pero se me hace raro que nadie exprese su satisfacción por que hayamos encargado a la zorra la tarea de vigilar el gallinero. Otrosí: el entrevistado elogia las actitudes alternativas de dos víctimas: José Ramón Recalde y Eduardo Madina. Creo que adquirir la conciencia de que los terroristas han querido asesinarte y no lo han logrado por poco es una experiencia que ampara cualquier comportamiento humano. Comprendo muy bien desde el ansia inextinguible de venganza hasta el síndrome de Estocolmo. Pero cuando alguien pone más inquina, siente más odio por el ministro del Interior que por los terroristas que lo han mutilado, (nunca se ha expresado así Madina sobre nadie, ni siquiera de la terrorista condenada por colocar la bomba lapa bajo su coche) uno lo comprende, ya digo, pero no acaba de incluir su comportamiento entre las bienaventuranzas.
Miren la primera del suplemento Actualidad. Le iría mucho mejor esta ‘otra’ entrevista.
Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 4/3/12