Entrevista Ana Iríbar
Ponía voz a lo que la gente pensaba y callaba por miedo», recuerda Ana Iríbar, viuda de Gregorio Ordóñez, primer concejal del PP asesinado por ETA. La Fundación Ordóñez celebrará mañana en el Kursaal un homenaje al concejal del PP asesinado hace diez años en San Sebastián.
Su muerte, en pleno corazón de la Parte Vieja, causó una reacción ciudadana sin precedentes que Iríbar quiere agradecer y rememorar. El espíritu de Ordóñez, su herencia política y la rebelión cívica que provocó su asesinato serán recordados en el homenaje que mañana se celebrará en el Kursaal a partir de las 12 horas.
-¿Después de diez años del asesinato de su marido, el espíritu de Gregorio sigue vivo?
-Sin duda. Su discurso sigue estando vigente hoy en día y sus palabras siguen siendo necesarias. Y esto lo digo después de haber recordado durante estos días sus imágenes y sus opiniones con motivo de la elaboración del documental. Hablaba alto y claro contra el terrorismo y HB, defendía la unión de los demócratas y pedía respeto al resultado de las urnas.Goyo ponía voz a lo que la gente pensaba y callaba por miedo.
-¿Qué pretendía Gregorio con su enfrentamiento contra el miedo?
-Lo que sorprendió a esta sociedad fue la actitud de Goyo de querer romper el silencio que había en la calle por miedo. Quería contagiar ese sentimiento a todos los ciudadanos. Él pensaba que no bastaba con su sola voz, quería que fueran cientos de miles las voces que se escucharan contra ETA. Trabajaba todos los días a través de su ejemplo para contagiarnos ese sentimiento de rebelión cívica que ejercía contra el terror. Buscaba arrastrarnos para que nos subiéramos al carro contra ETA, como así lo hicieron intelectuales, empresarios, profesores, periodistas, y la inmensa mayoría de la sociedad que decimos ‘no’ al terror.
-Se dijo desde un principio que Gregorio Ordóñez era una persona irrepetible. ¿Cree que en la actualidad hay políticos que se parecen a su marido?
-Hay muchos Gregorios Ordóñez y muchas personas que recogieron su testigo. María San Gil, por ejemplo, una mujer que no estaba vinculada a la política, aunque era su secretaria, decidió coger su testigo. Después del atentado, María decide que va a participar activamente contra el terrorismo y se afilia al PP. Ha sido concejal, presidenta del partido en Gipuzkoa, como lo fue Goyo, y ahora es candidata a lehendakari. También conozco a mucha gente muy joven que quedó conmocionada con el atentado y decidió pasar a la actividad porque quería dar la cara como él. Es el caso de Vanessa Vélez, concejala del PP en Lasarte-Oria, que, años después, me ha emocionado escucharle defendiendo los mismos postulados que Goyo. Y como Vanessa hay cientos de ciudadanos que decidieron romper el silencio.
-¿En qué momentos ha notado más la ausencia de Gregorio?
-Echo de menos a mi marido y sobre todo al padre de mi hijo. Me hubiera gustado tenerlo al lado el primer día de colegio de Javier, en su primera comunión, la primera vez que se cayó de la bici, la primera vez que le escuché leer y que le vi escribir. He querido que Goyo hubiera estado junto a nuestro hijo en esos momentos.
-¿Qué siente interiormente diez años después del atentado?
-Siento mucho dolor y mucha pena cuando pienso en todas las cosas que han pasado durante estos años y que no las ha podido ni vivir ni disfrutar. Te hablo de acontecimientos políticos importantes como el pacto antiterrorista, las actuaciones del juez Garzón, las grandes manifestaciones a favor de la Constitución y en contra del terrorismo, la irrupción de plataformas como ¿Basta ya!, el fin de la kale borroka… Han sido acontecimientos históricos que él de alguna manera los propició y que no los ha podido vivir ni disfrutrar. Y a nivel personal, como mujer, me falta su persona, su voz, su consejo, su apoyo, sus discusiones… Me faltan muchas cosas.
-¿Es cierto que existe el ‘efecto Ordóñez’?
-Existe el ‘efecto Ordóñez’ y lo he sentido en los detalles más pequeños. No sabes la cantidad de gente que me sigue parando en la calle. Y no te hablo de políticos importantes, sino de personas como el conserje que veía Goyo todos los días, la secretaria del Ayuntamiento o el periodista que participaba en sus ruedas de prensa. Todos coinciden al decirme que ‘nada es igual desde que falta Gregorio Ordóñez’. Hay cosas que han cambiado para mejor y otras que han empeorado. Y el ‘efecto Ordóñez’ tiene que ver sobre todo con ese despertar de la sociedad frente al fantasma del miedo. ETA lo que intentaba era callar una voz muy importante para de esa manera silenciar a todas las demás.
-¿Cree que su asesinato fue un punto de inflexión en la reacción de la sociedad ante el terrorismo?
-Sin duda alguna. Fue el momento que provocó una reacción social sin precedentes y en el que la gente decidió que ‘esto no puede seguir así y no me callo más’. Y a raíz del asesinato fue cuando se escuchó con fuerza la frase que pronunció Mikel Azurmendi: ‘Yo también soy Gregorio Ordóñez’. Es decir, fue un hecho que trascendió las ideologías.
-¿Cree que su marido hubiera llegado a ser alcalde?
-No sé si las demás fuerzas políticas hubieran pactado para evitarlo, pero en las elecciones municipales de 1995 (que se celebraron a los pocos meses del asesinato de Ordóñez) fue el partido más votado. Yo creo que sí hubiera llegado a ser alcalde, y un buen alcalde, porque era muy trabajador y eficaz, estaba mucho en la calle, conocía al ciudadano y resolvía sus problemas.
-Y después de diez años, su secretaria, María San Gil, es la candidata a lehendakari.
-Eso quiere decir mucho a favor de Goyo y de su manera de ser. La persona que ha estado a su lado durante muchos años, que era su secretaria, decide dar el salto con todos los inconvenientes que tiene.
-¿Por qué decidió marcharse con su hijo de San Sebastián a las pocas fechas del atentado?
-Lo hice pensando sobre todo en mi hijo. Quería que Javier no fuera un niño que creciera marcado ni señalado, ni para bien ni para mal. Deseaba que mi hijo se educara en libertad, sin condicionamientos de ninguna clase, y consideré en su momento que para conseguirlo teníamos que salir de San Sebastián.
-¿Qué le ha contado a su hijo durante estos años?
-La verdad. Cuando el niño me pregunta yo le respondo. No he sido una madre que ha estado desde el principio machacándole. Le inculco el respeto a las normas, la disciplina, el respeto a los demás… Quiero que supere con normalidad la falta de su padre. Tiene muy asumido cómo murió su padre y no creo que esté traumatizado. Es un niño absolutamente alegre y feliz.
-Su hijo es donostiarra. ¿Le gusta la ciudad?
-Javier me ha ayudado a recuperar mi atracción por San Sebastián porque tras el atentado se convirtió en la ciudad fantasma donde mataron a mi marido. Me producía un cierto rechazo. Sin embargo, gracias a Javier, me he reconciliado con la ciudad. Venimos en invierno a ver el belén de la plaza Gipuzkoa, contemplamos el mar en el Peine del Viento… Me falla el día de San Sebastián (Ordóñez fue asesinado tres días después), que siempre ha sido una fecha entrañable durante toda mi vida, pero los tambores que suenan la víspera me recuerdan esas fechas. Javier nació en San Sebastián y se siente donostiarra.
«La propuesta de Ibarretxe es una canallada»
– ¿Cómo valora el plan Ibarretxe?
– No es el plan de todos los vascos. Siento que el PNV, que ha gobernado durante tantísimos años, nunca ha tenido prioridad para acabar con ETA ni con el problema de la falta de libertad en el País Vasco. Nunca nos hemos sentido arropados por el nacionalismo vasco y esto es terrible. Este plan es la gota que colma el vaso. Es la demostración de que al señor Ibarretxe no le importamos muchísimos ciudadanos del País Vasco, miles de ciudadanos que viven con escolta y amenazados. Es una vergüenza que la persona de mayor responsabilidad del País Vasco no asuma el problemón social de falta de libertad que existe aquí. ¿Por que no se han preocupado estos años de crear un plan que cimentara la sociedad, que uniera a todos los demócratas y que apoyara a los amenazados? No lo puedo entender. Es una canallada.
– ¿Considera que el papel de las víctimas en la propuesta del lehendakari es insuficiente?
– Sí. Nos está dando la espalda a todos nosotros. Las víctimas existimos, aunque ya vemos que su prioridad no somos nosotros, y estamos aquí para recordarlo. Está volviendo a enterrar a los mil asesinados por ETA. Su prioridad no somos nosotros ni los amenazados. Su preocupación es sacar adelante una mentira y un fraude para la democracia.
Entrevista Ana Iríbar